Pasaron cuatro meses de la migración del hospital Iturraspe desde bulevar Pellegrini y avenida Freyre hacia su nuevo emplazamiento en Blas Parera y Gorriti y el balance en materia de salud es muy positivo, pero para los comercios de la zona de la rotonda de Unión, no. Es que la mudanza se llevó también el gran flujo de gente que transitaba a diario la zona. A ello se le suma además la obra pública que impidió por varios meses el tránsito vehicular. En consecuencia, cayeron estrepitosamente las ventas.
“En mi kiosco vendo el 30 por ciento de lo que vendía antes”, dice Dabel Franco. Su negocio está ubicado junto a la parada de colectivos sobre avenida Freyre casi bulevar Pellegrini. Para atender la demanda de los familiares de pacientes que estaban internados en el hospital, el kiosco había ampliado su oferta a jabones, pañales y otros productos de perfumería. “Pero ahora no vendo ni un chicle”, cuenta el kiosquero.
Por ese motivo está analizando qué otro tipo de productos puede ofrecer, para atraer a la clientela, cada día más escasa. “Estoy pensando en ofrecer servicios por Internet, porque ahora el negocio esta ahí”, dice, ante la mirada de los dos empleados al otro lado del mostrador. “Estamos acá desde hace 43 años. Hoy perdemos plata”, se lamenta Dabel, “pero no podemos cerrarlo porque vivimos de esto”.
A los dos kioscos de esa esquina —están pegados— se le suma la panadería de la ochava y el resto de los locales comerciales. A todos les pegó igual el cierre del hospital. Y dos locales más allá cuelga un cartel “Alquilo”. “Antes ahí había un ‘1,2 y 3’, que tuvo que cerrar”, señala Franco.
Durante la recorrida por la zona, eran varias las personas que esperaban el colectivo bajo la sombra del árbol en la esquina que está frente a Unión. “Mirá, todos esos no saben que no para más el colectivo acá”, cuenta el kiosquero. “Eso también nos mató”, agrega.
En la zona todavía hay desvíos de tránsito con carteles indicatorios. Por estos días habilitaron la circulación por avenida Perón y bulevar Pellegrini y activaron los semáforos de la rotonda. Pero frente al gimnasio techado de Unión, sobre López y Planes, recién están hormigonando el suelo. La obra viene muy retrasada y estaría finalizada a fines de marzo. Mientras tanto sigue afectando a los comerciantes.
Sobre la vereda de Pellegrini todavía resiste el kiosco de diarios de Aldo Avellaneda, un histórico canillita de la ciudad que va por la tercera generación dedicada al rubro. Sin embargo, esa resistencia parece apagarse debido a que el cierre del Iturraspe “los mató”, grafica Mariela, su hija, mientras le pasa un mate. “Lo mantenemos abierto por cariño, porque es lo que hizo toda su vida mi abuelo y luego mi papá, pero es más un dolor de cabeza que lo que se gana, se hace muy difícil seguir adelante”, agrega.
“Desde el año ‘77 vengo todos los días a abrir el kiosco de diarios y revistas”, cuenta Aldo, que asegura que “todo va en contra de la subsistencia de este servicio”.
A la situación general que atraviesa el comercio, “se le sumaron las obras en la rotonda y el cierre del hospital fue el moño”, se lamenta Mariela, mientras le carga la Sube a un cliente. Porque para subsistir en el kiosco ofrecen también ese tipo de servicios. “Y a los tacheros que paran acá en frente también los mató esto”, cuenta la canillita. La parada de taxis fue retirada durante la obra y los coches recién volvieron a ofrecer el servicio en el lugar por estos días. Pero nadie va al lugar a tomar un taxi, porque el movimiento ya no es el mismo.
“Hagan algo con el hospital”
Todos los comerciantes piden por unanimidad que sea reutilizado cuanto antes el edificio público donde funcionaba el Hospital Iturraspe. “Hagan algo”, les reclaman a las autoridades, “para que vuelva a circular gente, porque sino crece la inseguridad, además de las pérdidas económicas”, dice el kiosquero Dabel Franco.