Cuini Amelio Ortíz
Cuini Amelio Ortíz
(Desde Berlín)
“Las mil y una” se desarrolla en Corrientes, en el corazón de un barrio popular. Su directora la joven realizadora correntina Clarisa Navas, narra las historias de Iris y Renata y sus amigos Darío y Ale en un universo de búsqueda y experimentación de identidad sexual. Los personajes nos acercan a sus vidas con frescura y sin prejuicios y el film consigue sumergirnos en un universo donde el futuro es incierto y la esperanza se esconde en la complicidad de los amigos, en la ternura, en las pequeñas cosas que ayudan a salirse de los corsés impuestos.
Su propuesta llamó en manera altamente positiva la atención de crítica y público en esta 70° edición del Festival de Cine de Berlín. Encontramos a Clarisa Navas para conversar sobre su trabajo.
—¿Como llegaste a este tema Clarisa?
—Entrar en la problemática de un barrio, tiene que ver con mi vida, con haber nacido y crecido en un lugar similar y por haber transitado en la adolescencia por experiencias parecidas. Mis dos mejores amigos han funcionado como referentes en las vivencias de mis personajes. Me interesaba hablar de la libertad de experimentar, hoy los adolescentes muchas veces no tienen una definición en relación al deseo, lo vivencian sin categorías y ese particular es algo que a mi me interesa mucho.
—¿Porqué no se ven a los padres de Iris, la protagonista?
—Me interesaba construir un momento muy especial de la adolescencia donde los padres y la familia en general quedan afuera. Al inicio se ve al hermano de espaldas, que la molesta, o en otro momento se escucha en fuera de campo la voz del padre, yo preferí mostrar a Iris preocupada por si la controlaban o si su hermano preguntaba por ella. En Corrientes sigue siendo muy problemático aceptar una orientación disidente en los hijos, pero no quise concentrarme en ese conflicto sino darle mas importancia a los vínculos que sostienen a Iris y que son los elementos que le ayudan a oponer resistencia.
La madre de los amigos de Iris, es la única adulta con un rol importante
Yo me inspiré en la mamá de mis amigos, y esta mamá de la película, que se opone a un modelo de familia patriarcal que no funciona, sin tener mucha teoría, comprende lo que les sucede a los adolescentes desde el afecto, desde sus gestos. Hay una suerte de complicidad con los hijos.
—¿Fue difícil conseguir producción?
—Hacer cine en Argentina es difícil, y en Corrientes mas difícil todavía. Nos apoyó el Instituto de Cine de Argentina INCAA y tuvimos la suerte de ganar el apoyo del World Cinema, con lo que se pudo solventar el rodaje. Yo sentí la falta de presupuesto en los días que me dieron para el rodaje, que fueron 17, los cual eran poquísimos. Y lo que nunca queda recompensado son los meses de pruebas y de experimentación con los actores. Yo deseo firmemente que se desarrollen políticas que permitan narrar nuestras historias, que la Argentina no tenga solo una mirada desde Buenos Aires, fue un soplo de oxígeno cuando Lucrecia Martel empezó a contar historias que narraban otras realidades. Es necesario e importante.
—¿Cómo te ha ido aquí en la Berlinale?
—Nunca imaginamos que íbamos a conseguir semejante empatía con el público. Algunas personas se acercaban a sacarse fotos con las actrices y los actores, para todos ha sido una experiencia maravillosa y emocionante. Yo estoy muy agradecida de mi equipo, trabajamos teniendo como premisa además, proteger el barrio durante el rodaje, para que no nos percibieran como un cuerpo extraño, y efectivamente trabajamos con el barrio y no en el barrio.