La posibilidad de aumentar la edad jubilatoria volvió a ser puesta sobre el tapete en los últimos días, a partir de expresiones del ministro de Trabajo de la Nación, Claudio Moroni, luego desestimadas por el titular de Ansés, Alejandro Vanoli.
La discusión apunta a la sustentabilidad del sistema previsional, en un contexto en que se extiende la expectativa de vida y se modifica la relación proporcional entre aportantes y beneficiarios. Números en danza y el análisis del especialista Armando De Feo.
La posibilidad de aumentar la edad jubilatoria volvió a ser puesta sobre el tapete en los últimos días, a partir de expresiones del ministro de Trabajo de la Nación, Claudio Moroni, luego desestimadas por el titular de Ansés, Alejandro Vanoli.
No obstante, el debate sobre la sustentabilidad del régimen previsional en un contexto de mayor longevidad de la población y reducción proporcional de la base de aportantes -qué cantidad de activos hay por cada pasivo- se viene dando desde hace años en Argentina, y está planteado en otros países.
“En algún momento esa discusión vamos a tener que darla, pensando en un esquema gradual. La expectativa de vida todos los años crece y los sistemas jubilatorios se van a tener que ir adaptando. Hay que hacerlo en calma y con tiempo, de modo tranquilo, son cosas pesadas de mover, con mucha inercia por su gasto”, asumió Moroni, antes de que le salieran al cruce desde dentro mismo del gobierno,y desmintieran categóricamente la existencia de proyecto alguno al respecto. A pesar de ello, trascendieron como posibilidades en estudio las de subir a 67 años la edad de los hombres para jubilarse, y a 65 años la edad de los mujeres.
En 2017, con Mauricio Macri como presidente, se intentó instalar la discusión a partir de un informe revelado por el entonces titular de la Anses, Emilio Basavilbaso, según el cual cada año unas 50 mil personas siguen trabajando y no se jubilan cuando cumplen la edad legal para retirarse.
“La expectativa de vida crece fuertemente todos los años en Argentina, y ésa es una buena noticia. Pero a la vez requiere que el sistema previsional se vaya corrigiendo, se vaya adaptando a estas nuevas realidades. Lo mismo sucede con el tamaño de las familias argentinas: cada vez tenemos menos hijos; hoy estamos por debajo de los dos, en promedio. Esto también hace que hacia adelante haya que pensar en cambios”, dijo Basavilbaso en una entrevista con El Litoral (“Yo no creo en reformas de un día para el otro”, 21/10/19).
Un abordaje integral
Consultado por El Litoral, el especialista Armando De Feo (abogado, profesor de Derecho de la Seguridad Social UCSF, UCSE) advirtió que los efectos de cualquier medida en esta materia tienen repercusiones no sólo exclusivamente en el financiero previsional, sino también -marcadamente- en el mercado laboral .
-Más allá de la esperable resistencia de una medida de este tipo. ¿La lógica indica que lo más razonable sería modificar la edad jubilatoria?
- Definitivamente es una cuestión que debe ponderarse no sólo desde lo técnico sino desde el punto de vista de la política social. Desde lo técnico, el diferimiento de las próximas jubilaciones por el aumento de la edad acuerda un plazo en el cual no se va a incrementar la cantidad de beneficios y ello implica, de alguna manera, un auxilio. Pero hay otros resortes para ajustar el sistema, como ser la exigencia de una mayor cantidad de años de aportes (lo cual choca con la actual situación de desempleo y subempleo descripta); otro es incrementar la alícuota de los aportes personales, hoy del 11% en el régimen nacional y del 14,5% en el régimen general provincial, (que implica una disminución del sueldo de bolsillo) y también se puede recurrir a la afectación de más impuestos al financiamiento del régimen (que afecta el financiamiento de otra política de estado).
Desde lo político-social el incremento de la edad produce dos efectos negativos. El incremento de los costos laborales para los empleadores (los empleados de mayor edad tienen mayor antigüedad y con ello son más caros y afrontan mayores riesgos) y por el otro retrasa aún más el ingreso al mercado laboral de los jóvenes. Especialmente en momentos en que no hay generación de nuevos puestos de trabajo en el contexto económico del país.
-Entonces, no es tan simple como hacer un cálculo de proporcionalidad...
-Todas las normas vinculadas a la seguridad social, como herramienta de la política social de un país en un momento dado, requieren una ponderación no sólo referida a la repercusión financiera que provoca el alongamiento de la edad jubilatoria en el propio régimen, sino las demás consecuencias en el mercado laboral. Debe haber una razonabilidad en su instrumentación porque es un engranaje más del sistema económico-social.
En realidad este tema debe ponderarse en el rediseño del régimen previsional para los próximos 30 años y no de manera coyuntural o paliativa. Creo que la imagen de la frazada corta, aplica perfectamente para analizar esta cuestión, si la tiramos mucho para un lado se descubre el otro.
Contexto internacional
La problemática de la sustentabilidad del sistema previsional no es -ni mucho menos- exclusiva de la Argentina. “Todos los países con sistemas jubilatorios similares han afrontado o están afrontando las consecuencias de la inversión de la pirámide poblacional, la menor creación de empleo y el desfinanciamiento de los regímenes jubilatorios”, advierte De Feo.
Y a propósito de ello trae a colación dos ejemplos no tan lejanos:
- En la Francia de Nicolás Sarkozy se aprobó el incremento de la edad jubilatoria de 60 a 62 años en 2010 y recibió fuertes críticas de los sindicatos, la oposición y la opinión pública. Soportó paros generales y, finalmente, perdió la reelección en 2012.
- La Alemania de Angela Merkel en 2012 elevó la edad jubilatoria a los 67 años. Sin embargo, en 2014 se redujo a 63 años para quienes coticen 45 años de aportes (es decir aportes ininterrumpidos desde los 18 años y hasta los 63). De hecho, gran número de alemanes se jubila a los 63 años actualmente.
Para De Feo, “teniendo en cuenta las distintas experiencias en otros países y considerando la realidad argentina, es muy probable que la equiparación de la edad requerida para el hombre y para la mujer sea un punto de discusión particular.
“En la Argentina se da una cuestión especial, la reforma a la ley de contrato de trabajo del gobierno anterior ya acordó a favor de los trabajadores hombres y mujeres la opción por continuar trabajando hasta los 70 años. Y ello porque los montos jubilatorios acordados por el régimen general nacional, en muchos casos no representa un porcentaje que les permita a los hoy activos mantener en pasividad el mismo nivel de vida. Esta situación no se da en el régimen provincial, en el cual el haber jubilatorio tiene una tasa de sustitución proporcionada a las remuneraciones activas”, completó.