“Tranquilo, tranquilo, no pasa nada”, le dijo el delincuente encapuchado al dueño de casa, antes de que se le abalanzara. Rodaron por el césped y por poco no cayeron a la pileta.
Mauricio Garín Fue una desgracia con suerte y sin suerte , evaluó Eduardo Saucedo, que es abogado y vive en el barrio hace dos décadas.
19:06
El intento de robo a una casa de barrio Sur ocurrido el último domingo, pasó desapercibido en la abultada agenda de hechos delictivos que cubrieron los medios capitalinos durante el fin de semana largo de Carnaval. No por eso resultó menos grave y las circunstancias -casi fortuitas- que vivió el propietario justifican el relato.
Eduardo Saucedo había salido a cenar el sábado 22 de febrero. Cuando regresó, ya de madrugada, desconectó la alarma y entró a su casa de calle Jujuy al 3500. Encendió algunas luces y salió al patio para ir hasta el quincho, pero se detuvo unos metros antes porque la puerta estaba abierta y la luz encendida.
“Tranquilo, tranquilo, no pasa nada”, le dijo un muchacho desde adentro, lo que dejó confundido a Saucedo, que apenas atinó a girar para regresar a la casa, fue tomado del cuello y se trenzó en un intenso forcejeo.
“Me sorprendió totalmente. Yo lo agarraba del antebrazo porque estaba acogotado”, relató el abogado. “Estaba resistiéndome a que me asfixie, y a su vez cuidando a que no me clave un cuchillo”, recordó con bronca y amargura. En la pelea, rodaron por el césped y quedaron tendidos sobre el solarium de la pileta, a centímetros de caer al agua. Tal vez fueron las reposeras las que evitaron la caída, detalles imperceptibles en el fragor de la contienda.
Mauricio Garín El intruso escapó por los tapiales, usando de ancla una farola del patio que quedó destrozada.
El intruso escapó por los tapiales, usando de “ancla” una farola del patio que quedó destrozada.Foto: Mauricio Garín
Por los techos
Si bien había otra persona en la casa “no sintió nada en el momento” hasta que “me aflojó (el cuello) y yo pegué un grito”. En ese instante de confusión, el intruso “saltó por el asador, pisó una farola y salió”, cree que por la medianera hasta alcanzar la calle. Saucedo lo recordó como un muchacho “bien vestido” de tez blanca y mediana estatura, “pero morrudo”. Y aseguró que “no estaba drogado para nada”.
“Logré zafar”, resumió el propietario. Por fortuna “no alcanzó a robarme nada. Estaba adentro y se ve que recién empezaba cuando llegué”. Pero “a mi casi me roban la vida”, analizó. “Fue una desgracia con suerte y sin suerte: la mala suerte es habermelo encontrado, la buena suerte es que no estaba armado”, enfatizó el hombre que quedó con “toda la cara ensangrentada” y visiblemente conmocionado por el episodio. En ese momento llamaron a una ambulancia y la policía. “Me revisaron y me dijeron que eran todas heridas superficiales” y el personal de la Brigada Motorizada tomó los datos del suceso.
A propósito de la seguridad del barrio, el abogado contó que si bien hace veinte años que vive allí, no es la primera vez que le roban. “Hace unos dos años estaba en Córdoba y mi hija, que había quedado en la casa, salió y la dejó sin alarma una hora y media. En ese lapso entraron por la ventana del estudio, fueron a la tercera habitación y sacaron una caja fuerte que estaba empotrada a la pared y se la llevaron”, recordó.