Es el típico ejemplo del personaje que trascendió al hombre. Eber Ludueña es más famoso que Luis Rubio. Y desde aquellos inicios, a principios de siglo, fue armando una historia muy risueña sobre aquél “marcador de punta que batió el record de tarjetas rojas y que recién debutó cuando tenía 27 años y cuya jugada preferida era el saque lateral”.
Luis Rubio... Perdón, Eber Ludueña, estará en Santa Fe para que esta ciudad —y zonas aledañas— tan futbolera se deleite y se divierta con sus historias.
—¿Exagero si digo que fuiste uno de los mejores marcadores de punta de la historia y muchos no se dieron cuenta?
—No exageras ni un ápice en el concepto. La revista Goles me eligió, en 1986, el quinto mejor marcador de punta del Salado hacia el sur... Es una zona geográfica difícil de delimitar, es cierto... Y yo le respondí con una carta muy conceptuosa al tesorero de aquella prestigiosa revista.
—¿Y por qué no te citaron a aquella selección campeona del mundo?
—Porque hubo una mano negra, intereses extrafutbolísticos para dejarme afuera. Bilardo jugaba con tres atrás. Imagináte que si con línea de cuatro tenía pocas posibilidades, cuando bajás a tres se reducen mis chances.
—¿Quién fue esa “mano negra”?
—Creo que fue el mismo Vasco Olarticoechea... Muchos dirán que Ludueña se puso los pañales... Pero es verdad... Yo estaba en el candelero, era novio de Silvia Peyrou, pero él nos vino a comer la comida caliente de nuestros hijos... Ya está zanjada la diferencia.
—¿Estuviste alguna vez en Santa Fe?
—Sí, pero no para jugar, como te podrás imaginar... Fue cuando me llamó Dante Unali y fuimos a pescar. Entonces, me dijo que estaba techando la casa la Chiva Di Meola. Me pidió que le diéramos una mano. Pensé que podía ser para jugar, pero no... Era para entrar dos metros cúbicos de arena a la casa de la Chiva. No dudé. Salió mi espíritu solidario, corporativo, era un colega. Y ahí estuvimos. Jamás me hablaron de jugar. Estaba dando ventajas porque no tenía continuidad. No estaba en mi mejor momento.
—Y ahora Eber, ¿cómo estás?
—Más maduro, más reflexivo... Córdoba, Santa Fe son la zona núcleo, no es de extrañar que de allí salieron campeones del mundo. Yo, humildemente, con pocos recursos, hice mi carrera, obtuve un nombre y eso hace que la gente se acerque y me escuche con entusiasmo. Muchos jóvenes se preguntan por qué este tipo estuvo en tantos lugares, por qué es aplaudido por figuras del mundillo futbolístico siendo que fue un “perro”...
—Quedaron lejos aquéllos inicios...
—Recuerdo como si fuese hoy aquél día en que debuté, con 27 años, en la tercera de Ferro... Me vas a preguntar por qué tan tarde y es que el técnico no me quería apurar y me fue llevando de a poco.
—¿Qué te vieron en ese momento?
—Mi movilidad... Yo manejaba un Rambler Ambassador, mi tío me lo prestaba y trasladaba a parte del equipo. Gracias a eso pude tener mi oportunidad, por mi movilidad.
—¿Sabías que de Santa Fe salieron varios campeones del mundo como Pumpido, Luque y Pasculli?
—Pasculli es un jugador que me llamó la atención porque es PPP, Pedro Pablo Pasculli. En cambio, yo soy ECL, Eber Carlos Ludueña, muy complicado para el relator... Y de Luque, siempre asombó el nombre... Leopoldo Jacinto... ¿Impacta...! En cambio, Eber Carlos es muy común. Y el bigote de Luque... Una inspiración para todos los que veníamos detrás de él...
—¿Cuántas veces te echaron?
—Me expulsaron 74 veces, en 137 partidos... Una vez me gritaron “¡Eber, tenés más tarjetas que Mariana Nannis, más que Ricardo Fort...!! Son estilos. En defensas descompensadas, quedando mano a mano, se complicaba.
Es el día de la presentación de Eber Ludueña en la sala del Teatro Luz y Fuerza, en calle Junín 2957, a partir de las 22. Las entradas se pueden adquirir por ticketway.