Así lo anunció una declaración militar del comando de operaciones conjuntas de Irak, que señala que el primer ministro interino Adel Abdul-Mahdi ordenó la investigación de lo que llamó "un desafío de seguridad muy serio y un acto hostil".
Así lo anunció una declaración militar del comando de operaciones conjuntas de Irak, que señala que el primer ministro interino Adel Abdul-Mahdi ordenó la investigación de lo que llamó "un desafío de seguridad muy serio y un acto hostil".
El presidente Barham Salih y el presidente del parlamento, Mohammed al-Halbussi, condenaron lo que calificaron como un "ataque terrorista" que tuvo como objetivo "Irak y su seguridad".
Ayer, la descarga de 18 cohetes contra la base aérea de Taji mató a un soldado británico, un soldado estadounidense y un contratista también estadounidense.
Las fuerzas de seguridad iraquíes descubrieron un camión equipado con lanzacohetes Katiusha de 107 mm a pocos kilómetros de la base, después del ataque.
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La ONU condenó el ataque y alegó que "alejó la atención política" de los continuos desafíos internos de Irak, que amenazan con crear un vacío de poder en el gobierno.
"Lo último que necesita Irak es servir como escenario de venganzas y batallas externas", señala el comunicado del organismo.
La relación entre EEUU e Irak se agravó en los últimos meses tras un ataque con un cohete a una base iraquí en el que murió un contratista estadounidense en diciembre.
Washington respondió con ataques aéreos contra la milicia Kataib Hezbollah, respaldada por Irán, lo que provocó protestas en su embajada en la capital iraquí.
Luego, un ataque de un dron estadounidense mató en Bagdad al general iraní Qassem Soleimani, responsable de operaciones en todo Medio Oriente.
En represalia, Teherán lanzó un ataque con misiles balísticos contra las fuerzas de Estados Unidos en Irak, en el ataque más directo de la República Islámica a Washington desde la toma de su embajada en Teherán en 1979.
Ningún grupo armado reivindicó el ataque, pero este tipo de lanzamiento de cohetes pequeños y misiles de corto alcance contra bases con presencia de tropas occidentales se han vuelto comunes en Irak desde el bombardeo norteamericano que mató a Soleimani.
El gobierno estadounidense mantiene 6.000 militares en el país, en misiones de entrenamiento y asesoramiento de las fuerzas de seguridad locales y operaciones contra milicias consideradas terroristas, como Al Qaeda y el Estado Islámico.
Con información de Télam