Fueron 210 partidos en total. O, si prefieren, 89 desde su último regreso al club en julio de 2017. Su rendimiento anterior había sido muy bueno. Llevó al equipo a Primera y luego lo mantuvo en la máxima categoría. Su regreso, en estos casi tres años, marcó otro hito trascendente: doble clasificación para Copa Sudamericana. El rendimiento fue decreciente. Cuando llegó hace casi tres años, fue para salvarlo de una situación apremiante en el promedio y sacó el 53 por ciento de los puntos. Metió Copa Sudamericana por primera vez en la historia del club al final de aquella Superliga 2017-2018. En el torneo siguiente, sacó el 48 por ciento y le alcanzó para volver a clasificar. En la actual Superliga, el rendimiento bajó a menos del 40 por ciento. No son simples números, sino la justificación deportiva de una decisión que sorprendió al común de los mortales hincha de Unión, pero no a quienes rodeaban, conocían, frecuentaban y trataban a Madelón.
En la conferencia habló poco y dijo mucho:
* “No pude asimilar nunca cuando se nos desarmó el equipo en junio y seis meses después nos pasa lo mismo”. Ahí quedó prisionero de sus propias palabras. Tiene razón: se fue un equipo casi completo. Nereo Fernández, Martínez, Yeimar, Bruno Pittón, Zabala, Acevedo, Fragapane, Mauro Pittón, Cavallaro y hasta se podría sumar a Brítez, que volvía de Independiente. Unión recaudó mucho dinero, pero no reforzó el equipo. El quedó presionero porque después de haber arreglado una permanencia en medio de un agitado proceso electoral, como nunca había ocurrido en los diez años de presidencia de Spahn, dijo: “ahora los dirigentes me pueden echar porque me trajeron lo que les pedí”. ¿Le trajeron lo que les pidió?... Dudo. Si no, ¿por qué volvió a decir, como ya lo señaló en otras oportunidades, que todavía estaba “conociendo” a los jugadores?
* “La noche del partido con Argentinos Juniors, los jugadores nos pidieron que nos quedáramos y yo les dije que dependía de lo que ellos hicieran en la cancha”. Fue el primer partido del 2020. Ya ahí, Madelón se iba a ir, pensaba en irse. Martínez, Yeimar y Acevedo se fueron horas antes de debutar; Cavallaro, un par de semanas antes. Se quedó, pero forzado y a la espera de ver qué pasaba en ese partido. En ese momento podría haber pegado el portazo. Llegaron varios jugadores, algunos que la gente de Unión ni siquiera les conoce todavía la cara, como Elizari, Zules Caicedo o Luna Diale. Y otros a los que él admite que todavía debía “conocerlos”, por más que los ponía.
No dio la sensación de haberse planificado correctamente el recambio poderoso, de raíz, medular, que hizo Unión. Se sobreestimó al plantel y también se sobreestimó la capacidad del técnico. Soy de los que opina que el buen entrenador es el que potencia a los jugadores Y Madelón, a eso, dio sobradas muestras de que lo sabe hacer. Pero también soy de los que piensa que al fútbol lo hacen los jugadores, lo juegan los jugadores. Y que hay que darle elementos. La realidad es que Unión fue perdiendo jerarquía, fue perdiendo nivel. Mantuvo funcionamiento e intensidad física, porque eso conforma el ADN táctico y estratégico de un técnico con una línea clara y definida de juego. Pero aquéllo del técnico tenía la limitante de la capacidad individual. Capacidad que nunca fue debidamente reemplazada. Es decir, Unión vendió mucho y no dio el salto de calidad. Se hablaba de clasificar para la Libertadores, como eso, como salto de calidad, y en realidad a este equipo no le dio ni para pelear otro ingreso en la Sudamericana, al menos hasta ahora. Hubo dos méritos: ganar el clásico y pasar de fase en la Sudamericana. Esto último —lo de dejar afuera a Mineiro— no se subestima ni se minimiza, pero por lo visto no le dio energías al técnico para seguir. Dolió mucho la eliminación con Dock Sud y el lapidario 0-3 con Vélez. No fueron un detonante. Fueron las gotas que rebasaron un vaso que venía lleno desde hace tiempo. La cuerda se venía estirando demasiado hasta que se cortó.
* “Yo acuso el impacto que me costó mucho formar el equipo... No estoy preparado para afrontar la última parte de este torneo... Rearmar no es fácil, pienso en cosas que se deben hacer en la cancha y los jugadores no me entienden y eso genera fastidio”. Fue otra de las frases de Madelón. Se dio cuenta de que el techo es bajo, no advirtieron a tiempo y con sabiduría que los que se iban eran más que los que venían. Así de simple. Y lo peor, es que todo esto pasó en dos mercados de pases en los que algo no le faltó a Unión y fueron los recursos económicos. Más de 7 millones de dólares ingresaron al club. Y eso, independientemente y al margen de las valoraciones individuales que se puedan hacer de cada una de esas ventas (si fueron buenas o malas). Mucho dinero para que se pierda calidad.
Varios capítulos de la historia anterior se repiten. Los caminos de Madelón y de Spahn no siempre confluyeron. A veces fueron por el mismo sendero y en otras, la mayoría de las veces, los caminos se bifurcaron. Madelón se fue dos veces de Unión por razones que no fueron, precisamente, los malos resultados. Es raro... Mejor dicho, es llamativo. Madelón podría haberse quedado haciendo la plancha hasta el final de su contrato, pero prefirió no hacerlo. Ahí desnuda que sus intenciones no eran éstas, la de navegar en la medianía. También él debe hacer una autocrítica y un mea culpa de por qué llegó a este estado de cosas. El, mejor que nadie, debe haber sabido que todo esto podía pasar. Quizás no de la forma contundente en que se dio, desarmando un equipo casi completo en apenas seis meses. Pero debió ser más intenso y puntilloso para evitar la pérdida de capacidad de su plantel.
Madelón elogió a Bottinelli en su despedida. Y Bottinelli fue el más crítico del juego del equipo. “La realidad es que no estamos jugando bien”, dijo “Botti” después de Mineiro, de Dock Sud y de Vélez. Madelón no lo tomó como un “palo”, sino como la triste realidad. Los resultados no eran los esperados pero tampoco marcaban un estado de crisis que desemboque en la ida del técnico. Madelón se fue por otros motivos, no por los últimos dos resultados que le dieron un empujón final a una carrera hacia el precipicio que había iniciado bastante tiempo antes.
Desde el 10 de julio de 2017, fecha de su segundo regreso al club, hasta ayer, pasaron 32 meses. Anteriormente, desde diciembre de 2013 hasta noviembre de 2016, fueron 34. No tomo en cuenta el primer paso, porque fue prácticamente efímero: apenas 18 partidos y medio año de permanencia cuando recién arrancaba su carrera, en 2001. Los tiempos de los últimos dos periplos, casi coinciden. Las realidades también. No había debacle deportiva, ni en aquél momento ni en este. La caida en Copa Argentina ante River, aquella vez y la de esta ante Dock Sud, precipitaron una decisión que Madelón tenía tomada. Pero no fueron el motivo, sí el detonante. Fue el último “orejón del tarro” que no sirve para tapar una realidad que es más amplia. Es la realidad que atañe a un entrecruzamiento de objetivos, proyectos, relaciones y necesidades que no fueron de la mano.
Madelón y Spahn tuvieron dos momentos de esplendor: cuando armaron el equipo para ascender en el 2014 y cuando lo hicieron para no descender en el 2017. Después y sobre todo en los últimos dos mercados de pases, perdieron de vista ese objetivo de superación. Se nota que lo tuvieron bien presente cuando las necesidades apremiaban. Pero cuando tuvieron aire, se confiaron. Spahn vio con buenos ojos el ingreso de millones de dólares y sus energías se asentaron en su propia deuda, en sus peleas políticas y sólo bajó al llano futbolero para viajar a Buenos Aires para un almuerzo de tres horas con Madelón y Bragarnik para arreglar su nuevo contrato, que sólo fue por un año a pesar de que el socio le había dado el respaldo por tres. Zuccarelli y Madelón ya no tuvieron el ojo clínico y certero que habían tenido dos años antes para armar el equipo —el buen equipo— que rápidamente se recitó de memoria. Y el presidente, figura clave en toda esta historia, tampoco aportó, no su dinero, sino su respaldo y su ambición de ir por más. ¿En qué terminó todo?, en que Unión fue menos, es menos, y el barco perdió su histórico capitán.
Martín, Madelón y aquél recuerdo de Antoniazzi
En diciembre de 2013, Marcelo Martín fue el dirigente de Unión que buscó a Leo Madelón para su vuelta al club. El alejamiento de Facundo Sava por resultados que no eran satisfactorios en la primera parte del torneo de la B Nacional, hizo que Unión saliera a buscar un nombre vinculado con el club pero que en ese momento no tenía el gran predicamento que ahora consiguió.
El ahora referente de Tate campeón lo recordó en su red social: “...Recuerdo aquella primera cena, aún antes de la firma del contrato, en “Lo Rafael” en México y Sáenz Peña, en Buenos Aires, con el profe Mariano... Tengo grabados en mi memoria tus gestos, tu apasionamiento; buscabas un volante por derecha porque no lo encontrabas en el plantel, allí mismo hablamos con el representante del Memo Montero, que estaba en Arsenal, y no pudo ser. Fue un arroz histórico... Nos juramentamos que Colón no nos ganaría nunca más. Vaya que cumpliste... Ya en Santa Fe, apenas llegado, la casa de Sergio Antoniazzi —ese gran amigo que nos dejó— fue el primer lugar de encuentro con un grupo de muy buenos unionistas... Nos hiciste tirar la calculadora por la ventana, a nosotros que la teníamos incorporada. Y mucho más, recuerdo que con Armando López nos sentábamos en la platea de cualquier estadio de la Argentina con el pecho lleno de orgullo; se ganaba o se perdía pero a tu Unión no lo atropellaba nadie... Decidiste dar un paso al costado con razones valederas, y te llevas el reconocimiento y afecto eterno de generaciones de unionistas...”.
La dirigencia de Unión resolvió implementar un premio doble para este partido del domingo, a puertas cerradas, frente a Arsenal.
El club informó también que “Marcelo Mosset asumirá de manera interina la dirección técnica, junto al PF Hugo Díaz y el entrenador de arqueros Rodrigo Llinas bajó la supervisión técnica del Director Deportivo Martín Zucarelli”. Para ello, el club gestionó un permiso especial y por este partido, para que “Tato”, entrenador de la reserva, pueda ingresar al campo de juego.
“Falta una política clara”
La Agrupación Glorioso ‘89 se expidió con respecto a la salida de Madelón y señaló que “desde nuestro frente político alertamos en más de una oportunidad, incluso mediante notas presentadas en sede institucional, a la Comisión Directiva sobre los riesgos que se corrían con el desarme del plantel, la incorporación de jugadores que generaban dudas en cuanto al rendimiento que podrían tener, la venta o préstamo de futbolistas claves para Madelón antes del inicio de la segunda parte del torneo que acaba de culminar y la falta de una política clara en el rubro fútbol que, entre otras cosas, potencie a los futbolistas de nuestra cantera”
“En la exposición realizada por el ahora ex entrenador despidiéndose del club, el mismo, además de hacer una autocrítica, dejó en claro que el desmantelamiento del plantel fue uno de los motivos que lo llevaron a tomar la decisión de renunciar... No caben dudas entonces, que la Comisión Directiva es responsable de la renuncia de Madelón.... Exigimos, por lo tanto, una fuerte autocrítica de Luis Spahn y los responsables del área fútbol de Unión por estas decisiones tomadas...”, señala el comunicado.
Respecto del reemplazante de Madelón, surgieron varios nombres pero no hay nada en concreto. Gabriel Milito, Omar De Felippe, Juan Pablo Vojvoda (hoy trabajando en Unión la Calera de Chile), Roberto Trotta, Diego Villar (el “Pipa”) en dupla con Fernando Ortiz, son algunos de los que vienen sonando.
Lo concreto es que el presidente Spahn y el secretario técnico Zuccarelli estuvieron este jueves en Buenos Aires, seguramente entablaron algún diálogo y no estuvo ajeno a ello alguna charla con Cristian Bragarnik, el representante de Madelón.