Transcurre sus días de cuarentena en Iasi. No se fue de Unión como hubiese querido. Manuel De Iriondo pasó de ser ese jugador “número 12” al que Leo Madelón echaba mano siempre como primera alternativa de recambio, a estar separado del plantel y sin entrar en sus planes. Así estuvo durante seis meses, hasta que le salió esta oportunidad de jugar en Rumania, en el Politehnica. Se fue en silencio, sin hablar. Ahora lo “rompe” para contar cómo está pasando sus días en medio de esta pandemia. Unión sigue siendo parte de sus contactos habituales con Santa Fe. “Hablo seguido con Mazzola, con Jonathan Bottinelli, con el profesor Hugo Díaz. Además, formamos un grupo muy bueno con Yeimar, Soldano, Gamba, con el que hablo día por medio, los Pittón, Fragapane... Esa camada que fue un lindo grupo”, cuenta “Manu”, que tiene contrato hasta junio de 2021 pero salió con el pase en su poder de Unión.
—¿Cómo te recibió Rumania?
—Iasi es una de las ciudades más grandes de Rumania, tiene un palacio cultural, es muy linda pero tengo que estar encerrado en casa. Cuando llegué me quería morir, porque venía de los 40 grados de Santa Fe a los menos 4 de acá. Es un fútbol totalmente distinto, menos dinámico, más de orden, táctico. Fui mirando mucho fútbol para aprender cómo se jugaba. Cualquiera le puede ganar a cualquiera, hay buenos equipos y me acostumbré rápido al frio. ¿El idioma?, es un derivado del latín, no vas a aprender la oración completa pero vas a cazar algunas palabras. Igual, la gran mayoría habla inglés y eso facilita todo.
—Al principio decían que había un virus dando vueltas y que estaba atacando fuerte a Italia. Pero el viernes pasado íbamos a jugar en Costanza, cerca de Bucarest y había organizado para quedarme con unos amigos en esa ciudad. El jueves nos avisaron que se suspendía el torneo, entonces cancelé todo y regresé.
—Lo primero que hice fue comprarme una guitarra y le pedí a un amigo mío, de la infancia, que estaba viviendo en otra ciudad de Rumania que se venga para acá. Somos dos y nos acompañamos. Acá se puede salir a la calle, pero se aconseja que sea para las cosas básicas. Nos piden que usemos barbijos, guantes, desinfectándonos las manos. Acá se guardó todo el mundo, tengo un balcón al que le da el sol a la tarde, así que me paso tocando la guitarra y cansando a los vecinos (risas). Volveríamos a entrenar a mediados de abril y el fútbol se reanudaría en mayo, es lo que se dice.
—¿Y qué pasó con vos en Unión?
—Es que no sabría decir qué pasó, es una decisión que tomó Leo. Cuando volví del préstamo, me dijo que no me tenía en los planes porque tenía cuatro volantes centrales. Después, se fue Mauro (por Pittón) y lo trajo a Elías. Con el “Pollo” Bottinelli entrenábamos aparte y nunca tiramos para atrás el grupo, yo lo hacía en doble turno porque no tenía competencia. Pero eso es todo lo que puedo decirte, la gente me paraba en la calle y me preguntaba, y yo no sabía qué decirle.
—¿Nunca entendiste el por qué de esa decisión?
—Quizás cuando pase el tiempo o cuando sea entrenador, si es que soy, lo entenderé un poco más. Pero en este momento no, porque más allá de los gustos futbolísticos, en lo humano fue diferente la relación. Por suerte, mis compañeros, los masajistas, utileros, cocineros, siempre me trataron muy bien.
—Aparte, siempre fuiste un jugador que disimuló muy bien la ausencia de algún titular...
—Siento que hubiese podido ayudar en el plantel si me daba participación. Pero la decisión fue más personal que futbolística y quedé afuera... Dí vuelta la página, no guardo rencor con nadie, me sirvió para aprender y para tener una experiencia de aguantar y manejar la ansiedad. Saqué lo positivo.
—¿Pasó algo que te haya llamado la atención o que haya sido el detonante?
—No sé... Quizás le molestó que, al estar tanto tiempo en el banco y como quería continuidad, le pidiera salir a préstamo para poder jugar de titular en otro club. Pero desde que volví, nunca más hablamos, nunca nos sentamos a decirnos las cosas, no sé qué más decirte.
—¿Con qué te quedás de Unión?
—Me quedo con un gran recuerdo y con la espina de todo lo que pasó en el último semestre y de mi salida de Unión, que debió haber sido diferente.