Le ganó al paludismo y al cáncer: Roa rompe el silencio
Desde San José, California, en los Estados Unidos,Carlos Roa atendió a El Litoral. Sus inicios en Las Flores II, los golpes de la vida, la decisión de dejar el fútbol y su consejo: “Dejé todo siempre en manos de Dios”.
Gentileza Carlos Roa Hombre de mil batallas A los 50 años, Carlos Ángel Roa y una imágen que bien podría titularse El Reposo del Guerrero en su nuevo club: San José Eathquakes de la MLS de los Estados Unidos. Es entrenador de arqueros en el cuerpo técnico de Matías Almeyda y vive en California, en la costa oeste del gran país del norte. Dice que Trump tomó medidas severas y que se va muy bien lo que hizo Argentina en medio de la pandemia.
Hace años, de verdad, que no da una entrevista. Lo conozco de mis inicios en esta profesión, de cuando le decían “Ganso”, mucho antes que el popular apodo de “Lechuga” con el cual lo conoció todo el mundo. Primero, el mundo del fútbol por sus atajadas. Después, el mundo general por las cosas que pasó y las decisiones que tomó en su vida.
Un amigo en común —Hernán Bar, de HB Sport— me comentó que estaba en los Estados Unidos. La verdad, para ser sinceros, yo le había perdido el rastro a Carlos Ángel Roa, de él trata esta historia de fútbol y algo más en tiempos de coronavirus.
¿Cómo presentar o vender la entrevista?. En días de auto-ayuda social como estamos necesitando los argentinos, hay que decir que le patearon el último penal dos veces en su vida. En los ‘90, en un caso renombrado, se contagió de la enfermedad malaria o paludismo, en una gira por África. Y, luego, como si el destino estuviera encaprichado, en el 2003 lo volvieron a pelotear: un cáncer de testículos. Al lado de todo ésto que le pasó en la vida a Carlos Roa, decir que una lesión en el hombro lo sacó casi nueve meses de las canchas parece un muy buen chiste.
“Hace años que no doy notas ni entrevistas...la hago con vos porque te conozco desde siempre. Y porque para el santafesino que se va de la ciudad, El Litoral es una marca de toda la vida. Mis respetos para todos los que hoy le deben comunicar a la gente la verdad de lo que está pasando”, avisa “Lechuga” en esta charla que irá y vendrá durante varios días porque hay unas cuantas horas de diferencia con la costa oeste de los Estados Unidos.
“La vida me encontró acá en San José, California. Me familia se compone de mi esposa Silvia, de mi hija Ayelén Sofía que es la mayor y Soraya Belén que es la menor. Estamos todos repartidos por el mundo: yo acá en Estados Unidos, la mayor en San Vicente (provincia de Santa Fe) y la menor en el DF de México”, explica.
—¿Por qué Estados Unidos?
—Soy parte del cuerpo técnico de Matías Almeyda, venimos trabajando de cuando él comenzó con River Plate. Estuvimos ahí primero, después en Banfield, luego en Chivas de Guadalajara en México y ahora el año pasado nos contrataron de la MLS. El equipo de acá se llama San José Eathquakes y soy entrenador de arqueros. Hace un año y un par de meses que estoy acá, es un lugar diferente.
—¿Cómo es esa franquicia de la MLS?
—Un club muy organizado, el estadio fue inaugurado en el 2015 con una capacidad de 20.000 personas, chico pero muy bonito, cerca del aeropuerto de San José. Nos estamos adaptando a lo cultural y social. Estoy aprendiendo inglés.
—¿Y la ciudad?
—Estamos en el estado de California en un lugar que se llama Santa Ana Rose: hay hindúes, japoneses, tailandeses y muy pocos argentinos. Acá la gente es tranquila y va al estadio en familia, como un evento social más que deportivo. Lo disfrutan, no lo sufren.
La crónica marca que entre San Francisco y San José está Silicon Valley, un vasto territorio que engloba varias ciudades como Palo Alto, Cupertino o Mountain View, nombres que se vinculan automáticamente con gigantes como Samsung (San José), Google (Mountain View), Apple (Cupertino), Adobe (San José), Facebook (Menlo Park) y Tesla (Palo Alto), entre otros.
“En la parte de lo que es San José en sí están las grandes corporaciones y empresas de comunicaciones, pero acá también está la famosa Mansión o Casa Winchester, inventor del famoso rifle a repetición que veíamos en las películas. El nombre del equipo significa Terremoto de San José, porque estamos en una zona de Estados Unidos propicia a terremotos, sismos, fallas”, explica a El Litoral un Carlos Roa que rompe años de silencio sin entrevistas.
—Contame un poco las medidas de la “Administración Trump”, como dicen los americanos, contra el coronavirus
—Las medidas son estrictas, desde hace una semana, el presidente tomó acciones muy drásticas e importantes que afectan a todos. Suspendió los vuelos de Europa, cerró las fronteras con México y un paquete de medidas importantes. Acá en Santa Ana Rose sólo dejan ir al Súper y a la farmacia. No se ve a nadie por las calles, hay mucha vigilancia. La sociedad toda es muy consciente y sabe lo que se está viviendo. Todos saben lo que está en juego para su vida.
—¿Y ustedes, tu esposa y vos?
—No me moví de casa en una semana, sólo una vez al Súper. Todos los locales cerrados, pero “todos acá es todos”. Cada uno sabe, por las noticias de TV y las comunicaciones que te llegan al celular, lo que tienen que hacer y qué no hacer. Es más, acá el Gobierno de Trump informó que el presidente tiene un fondo millonario destinado para pelear con esta situación y ayudar a todos.
El Litoral Abrazo de penal La imágen que quedará grabada para todos los tiempos: el abrazo de Carlos Ángel Roa con Daniel Alberto Passarella, entrenador de la Selección Argentina en el Mundial de Francia ?98. La foto es minutos después de eliminar a Inglaterra por penales en Saint Etienne: primero se lo tapó a Paul Ince y luego a David Batty en el último remate decisivo. Así, Lechuga nos puso en cuartos de final contra Holanda.
Abrazo de penal La imágen que quedará grabada para todos los tiempos: el abrazo de Carlos Ángel Roa con Daniel Alberto Passarella, entrenador de la Selección Argentina en el Mundial de Francia ‘98. La foto es minutos después de eliminar a Inglaterra por penales en Saint Etienne: primero se lo tapó a Paul Ince y luego a David Batty en el último remate decisivo. Así, “Lechuga” nos puso en cuartos de final contra Holanda.Foto: El Litoral
—¿Cómo se ven, desde allá, las medidas que tomó Argentina con esta pandemia?
—Las medidas que tomó la Argentina son vistas aquí como muy acertadas. Creo que el Presidente necesita el total apoyo y la colaboración del pueblo argentino. Es un virus muy complicado de enfrentarlo, pero la prevención es importante y hay que cumplir el aislamiento. Debe ser honesto el que llegó de un viaje y entender que no puede hacer vida como cualquiera. Los canales latinos de acá muestran mucha irresponsabilidad de la gente en Argentina y eso es lo que preocupa. Yo trato de no salir de casa hasta que no se termine lo que tengo comprado: sólo voy por agua y alimentos.
—Cuando ahora aparece el coronavirus pensarás “¡otra pelea más que me toca dar en la vida!”...
—Lo que pasa que las otras fueron individuales, ésta nos toca a todos. En este punto, hay que recordar que en el año 1990 contrajo paludismo en un viaje a Zaire, en África. Luego, en el año 2003, los estudios confirmaron que era positivo un cáncer de testículos. A los 5o años, en el medio siglo, parece una vida perfecta para rodar una película. Y encima, futbolista.
—¿Cómo fue pelear con eso que te pescaste en África?
—Eso fue muy diferente y distinto a todo esto del coronavirus. Era malaria para los europeos y para acá en Argentina paludismo. Vos podías contagiar a otra persona si tu sangre tocaba a esa persona. No era contagio por tocar, tomar o comer. Era sangre. Fue complicado y muy difícil, recuerdo cuando volví que en Argentina no había experiencia de lo que era tratar la malaria o el paludismo.
“Fue en una gira por África. Y mirá que sin las vacunas no podés salir del país. Estaba por hacer contrato con Racing y al final no firmé. Igual viajé, pero fui mal, deprimido y a lo mejor me agarró el mosquito... Me picaron millones, como a todos, pero me agarré yo la enfermedad. Llegué acá y volaba de fiebre. Te ataca la sangre y se aloja en el hígado, en los vasos. A mí me agarró el más fuerte, el más complicado”, le contaba “Lechuga” por esos tiempos al diario deportivo “Olé”.
—¿Y lo del cáncer?
—De un día para el otro tenía dolores en la parte de la uretra, en la pared abdominal, y de un cólico nefrítico terminó en un cáncer de testículo. Es muy largo de contar. La quimioterapia te deja destrozado. Me recuperé en septiembre y en diciembre me vine a Argentina. Hice una pretemporada en Córdoba.
Todos se quedaron sorprendidos porque me preparé muy duro. No medí las consecuencias lógicas de ocho meses enfermo, con las defensas tan bajas y toda esa historia. Los doctores casi me matan cuando se enteraron que exigí muchísimo el cuerpo. Me pudo dar un patatús... Ni lo imaginé: yo sólo quería jugar.
—¿Cuál sería tu experiencia para la gente común que le puede pasar lo mismo en la vida?
—Más allá del empuje y las ganas que le puedo meter yo y toda mi familia, que siempre estuvo conmigo, mi esposa e hijas, todo lo dejé en manos del Señor...el Señor me sacó adelante. Fue muy complicado y muy difícil, porque esa enfermedad podía dejar secuelas y no podría haber seguido jugando al fútbol. Ese fue el primer gran milagro que hizo Dios conmigo y todavía estoy acá.
—Me gustaría un reflexión final tuya para la gente de Santa Fe desde los Estados Unidos...
—La situación y el momento que nos toca vivir amerita que haya en el mundo una gran reflexión y toma de conciencia en cada uno. Un saludo muy especial a toda la gente de Santa Fe, los quiero mucho. Tienen un gran trabajo de comunicar desde El Litoral la verdad de todo lo que está sucediendo.
—Se agradece “Lechuga”...
—¿Una reflexión general?. Más allá de esta situación, los grandes gobiernos y líderes del mundo debieran reflexionar con el tema del cambio climático. Está saliendo mucha info, hay más limpieza en los cielos, se ve más azul si mirás para arriba. No había pescados en ríos, lagos y mares, ahora volvieron. Muchas cosas mejoraron por un mal momento. La naturaleza lo está agradeciendo y sufrimos los humanos. Esta pandemia y este virus nos obligar a cambiar la forma de vivir para las generaciones futuras.
—Pensar que me decís que te cuesta hablar... ¡parecés periodista!
—Seamos más prudentes, cautos, generosos. Tenemos que dar mucho más amor al prójimo. Tratemos a las personas como nos gusta que nos traten. Después de todo ésto, hay un antes y después. Fijáte que ahora, de golpe, en el tema de las familias, logramos tener una comunicación más importante con nuestros hijos. De golpe no salimos, nos quedamos en casa y hablamos. De pronto, tenemos más tiempo.
—Es obvio que sos creyente de “algo” superior
—Hay que respetar las ideas y el que piensa diferente. Hay que tratar de vivir en paz y armonía. Hagamos un mundo mejor. Siempre digo, hay que agradecer porque yo tengo fe en un Dios que es ser supremo, que creó todas las cosas y nos dio vida en abundancia. Desde ese punto de vista, ese Dios nos va a sacar adelante. Vamos a aprender de todas estas cosas, las buenas para mejorar y las cosas no que no son tan buenas indagar para ver que hacemos mal.
—Tu mensaje final transmite mucha tranquilidad en medio del caos
—Estar acá con mi familia es agradecer al Dios Supremo. Que esto sea una historia más y que de esta historia se pueda reflexionar. Que nos haga mejor como humanidad.
“Aquélla canchita de Las Flores II”
“Tengo recuerdos de adolescencia y juventud. Era el barrio, con ellos compartíamos en las canchas de Las Flores II, mi barrio. Con el ‘Huevo‘ Toresani, el ‘Pelado‘ Centurión y tantos otros chicos más jugábamos en esas canchas de Las Flores II. Cuando uno fue creciendo y llegamos todos a Primera, nos seguíamos juntando a jugar y disfrutrar del barrio. Me fui muy rápido de Santa Fe, voy para visitar familiares y amigos. El barrio es el pasado, muy lindo, pero es pasado”, explica Carlos Ángel Roa.
—Claro, te fuiste de muy pibe del barrio
—Es que de la infancia tengo lindos recuerdos pero pocos. Con el tiempo uno va perdiendo cosa, entre ellas la memoria. Pido disculpas, pero prefiero ser sincero y honesto. Debe ser la primera entrevista que doy en cinco años, te la doy a vos porque te conozco de esos inicios y por lo que es el diario El Litoral. Mi memoria no está afilada, no estoy acostumbrado a hablar, tartamudeo y digo boludeces. No es lo mío hablar con la prensa. Soy reservado y ermitaño.
“Mi memoria no está afilada, no estoy acostumbrado a hablar, tartamudeo y digo boludeces. No es lo mío hablar con la prensa. Soy reservado y ermitaño”. Carlos “Lechuga” Roa, ex arquero de la Selección Argentina