Si el mundo —y la pelota— estuviese rodando, seguramente serían tiempos de exigencias para que los dirigentes tomen decisiones. Unión tiene que tomar una que no es sencilla ni fácil: reemplazar a un entrenador como Leonardo Madelón. Pueden haber iguales y mejores. Pero lo que Leo ha sabido construir en el club durante seis años de relación, se convierte en una “empresa” complicada, a la que Luis Spahn y sus actuales dirigentes no están acostumbrados por una lógica y natural razón: el tiempo prolongadísimo de vigencia y permanencia de Madelón en el club. Algo similar a lo que podría ocurrir en River, por ejemplo, si es que Gallardo resuelve irse del club.
Charlando con el tesorero del club, hubo una pregunta que se hizo por compromiso y no por desconocimiento. ¿Cómo se arregló la salida de Madelón?, a lo que la respuesta se cayó de madura: “Cobró hasta el último día trabajado”. Y esto es así porque, como ocurrió en las otras dos oportunidades, la decisión de irse la tomó el propio Madelón.
Si dejamos de lado aquella de finales del 2001, cuando la crisis política hizo que la última fecha no se jugara —justamente se disputaba el clásico con Colón— y Madelón se alejó de Unión dando paso a la llegada de Griguol, en las otras dos oportunidades había algo que nadie podía discutir: Madelón se iba a ir de Unión cuando él quisiera, salvo una debacle deportiva que, durante los seis años, en ningún momento se produjo.
Por eso, en todo este tiempo, Unión consiguió un ascenso, la permanencia en Primera y dos clasificaciones para copas internacionales. No es poco. Basta con recordar lo que le venía costando mantener la categoría desde que se produjo aquel inolvidable ascenso del ‘89. A partir de ese momento y hasta el 2014, Unión sufrió tres descensos y uno de ellos se dio en el ciclo de Spahn, dos años después de haber recuperado la categoría con Frank Darío Kudelka de entrenador.
Precisamente, entre Kudelka y Madelón prácticamente se llevaron el 80 por ciento del ciclo de Spahn cargando con la responsabilidad de ser los entrenadores del equipo. En el primer año de su conducción (asumió en 2009), Spahn eligió a Alí de entrenador con Nery Pumpido de manager (2009-2010), luego llegó Kudelka (dos años completos y el arranque de un tercero que se frustró en la quinta fecha con otros tantos partidos perdidos), allí volvió Nery Pumpido para dirigir 14 partidos y luego asumió Sava, que permaneció durante todo el 2013. Desde allí, fueron seis años de Madelón con un período de 9 meses en los que estuvieron Juan Pablo Pumpido (tuvo un buen arranque y luego se fue cayendo en resultados) y luego llegó Pablo Marini, al que le fueron muy mal las cosas. Conclusión: en casi 11 años, Spahn tuvo que tomar pocas decisiones en cuanto a entrenadores. Y en la mayoría de los casos se apostó a gente de la casa, conocedora del club: Alí, Kudelka, Pumpido padre e hijo y Madelón. Sólo Marini y Sava son los “externos” que llegaron a Unión para conocer su mundo desde adentro y nada menos que dirigiendo al equipo. A ninguno de los dos le fue bien.
¿Qué hará ahora?. El presidente descansa en Martín Zuccarelli. Entre ambos (con la opinión del resto de la dirigencia, naturalmente), se busca ante todo un determinado perfil. La idea generalizada, es buscar un entrenador que esté en sintonía con Madelón en lo que se refiere a métodos, idea y sistemas de juego. No es difícil, máxime conociendo a Madelón como se lo conoce, saber que su estilo se basaba en aspectos sustanciales e irrenunciables: 1) máxima intensidad y esfuerzo físico; 2) un esquema casi inalterable de jugar con un 4-4-2; 3) equipo corto que a veces apretaba sobre la salida del rival y que en otras se replegó para hacer lo mismo pero 20 o 30 metros más atrás.
El paráte obligado por la pandemia, la incertidumbre respecto de lo que puede pasar con el virus y la salud de la población, no sólo deja para un segundo plano la certeza de cuándo volveremos a tener fútbol en la Argentina, sino también la elección puntual de Unión de quién será el reemplazante de Madelón. Por eso, en el comienzo de este análisis decía que si la pelota hubiese rodado normalmente, a esta altura posiblemente ya estaría trabajando el reemplazante de Leo o se habría tomado la decisión de continuar con Mosset, que iba a dirigir el partido ante Vélez si el fútbol seguía jugándose, como estaba previsto inicialmente, a puertas cerradas.
Una de las grandes preguntas es: ¿Marcelo Mosset es una alternativa para los dirigentes?. Para algunos, la respuesta es tajante y negativa. Pero no por desconocer o desconfiar de las aptitudes del “Tato”, sino porque entienden que “si lo dejamos, corremos el riesgo de ‘quemarlo’ y es lo que no queremos, ni para el club ni para el club”.
Mosset se hizo cargo de la reserva cuando se fue Eduardo Magnín al no renovársele el contrato. Aquella decisión, la de discontinuar el trabajo de Magnín, fue polémica y generó un gran revuelo interno y externo. Magnín no se quedó callado y habló, apuntando en la cadena de responsabilidades a Madelón aunque no eximió a los dirigentes. Llegó Mosset y luego de un comienzo tambaleante de la reserva, le encontró la vuelta al equipo y este año produjo buenas actuaciones y resultados positivos, como las victorias ante Estudiantes y River, por ejemplo. Está haciendo sus primeras “armas” al frente del equipo y la idea es tratar de que siga haciendo experiencia y cosechando conocimientos.
¿Lo “pondrá” Bragarnik?, es la otra gran pregunta. Nadie desconoce las relaciones estrechas de Unión con Bragarnik en los últimos tiempos, ni que Madelón es representado por él ni tampoco que jugó un papel preponderante cuando días antes de las elecciones, salió —Bragarnik— a apoyar decididamente a Luis Spahn dejando en claro que había arreglado la continuidad de Madelón y que estaba garantizada si el actual presidente, como en definitiva ocurrió, se mantenía al frente del club. Algunos entienden que “no necesariamente” al entrenador lo va a poner Bragarkik, pero el simple hecho de que Martín Zuccarelli se haya reunido con él, implica un paso que, entienden en Unión, debía darse. Y no sólo para arreglar la salida de Madelón.
“Tenemos una lista como de 50”, confió alguien muy cercano a la dirigencia, hace unos días. Pero se sabe que, esa supuesta lista de 50 entrenadores, sufrió ya una fuerte depuración. Hay técnicos que se han ofrecido, otros que pretenden vincular alguna participación anterior en Unión para que sean tenidos en cuenta (ejemplo, la dupla Fernando Ortiz-Diego Villar, dos ex jugadores del club) y otros que formaron parte de algún sueño “imposible” (“Lechuga” Alfaro, Gabriel Heinze o Gabriel Milito). Después, están los “terrenales”, como Omar De Felippe, Alfredo Berti, Roberto Sensini e inclusive Juan Pablo Vojvoda, hoy dirigiendo con muy buen suceso en el fútbol chileno, en un club “regenteado” por el propio Bragarnik.
La realidad es que Unión tiene que tomar una decisión a la que no se había acostumbrado en los últimos tiempos. Y justo en algo tan sensible como es la elección de un DT que llegará para reemplazar a alguien con tanto predicamento, dentro del plantel y en la gente, como Leo Madelón.
Achicar el margen de error, no improvisar, buscar a alguien que no pretenda cambiar tanto o experimentar con algo para lo que el plantel no está preparado o adecuado, son reflexiones que se deben hacer entre los dirigentes y con el propio Zuccarelli. Es todo un desafío. Por el momento, postergado o enfriado por esta pandemia que mantiene en vilo no sólo al fútbol argentino, sino al mundo entero.
3 clubes empezaron y terminaron las últimas tres temporadas con el mismo entrenador: River (Gallardo), Atlético Tucumán (Zielinski) y Unión (Madelón).
¿Se viene un comité de crisis?
La Superliga, por su parte, piensa en armar un comité de crisis para aunar criterios económicos y resolver cómo encarar el pago a los planteles y empleados. Piensan en ponerse todos los clubes de acuerdo, dado que la situación los impacta a todos por igual, aunque los presupuestos sean distintos. Las puertas cerradas y la pelota parada hace que ninguno genere ingresos. Los dirigentes también saben que la cercanía actual con el Poder Ejecutivo (uno de los dirigentes que más influyó para la salida de la Superliga y el regreso a la AFA es Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados) les va a permitir conseguir reuniones con funcionarios en tiempo récord. Esa relación fluida podría permitirles, por ejemplo, acogerse a los procedimientos preventivos de crisis en el ministerio de Trabajo. De todas maneras, no es una decisión que vayan a tomar a corto plazo: todo dependerá de la evolución de la pandemia provocada por el coronavirus.
En un informe que preparó el colega Alejandro Casar González, donde menciona a Unión y Arsenal como ejemplos de clubes que necesitan imperiosamente del ingreso de la TV para pagar la planilla mensual de salarios a sus futbolistas (en concordancia con el informe que El Litoral presentó en la víspera, mencionando la cifra de entre 13 y 14 millones de pesos), ratifica que el acuerdo con la TV implicaría que se sigan generando los fondos a los clubes mientras dure la pandemia con la suspensión total de la actividad y que esos fondos sean tomados a cuenta de un futuro arreglo para extender el contrato.
“Vamos a trabajar con el comité ejecutivo y desde ahí puntualmente para cada divisional. Sabemos muy bien las necesidades que tienen y cómo están”, aportó un dirigente de la AFA, que ya elevó ante la AFIP el reclamo de los clubes para que el Gobierno derogue la modificación del decreto 1212/03 redactada por el Ejecutivo que encabezaba Mauricio Macri, y que Alberto Fernández puso en marcha a comienzos de este año.
El cambio obliga a los clubes a tributar el 14 por ciento de su masa salarial al Estado. “Una opción puede ser que nos discontinúen los aportes patronales patronales, o que los difieran para más adelante y en varias cuotas”, continuó la fuente de la AFA. El Comité Ejecutivo, máximo órgano de discusión de la entidad, tendrá su primera reunión dentro de la cuarentena obligatoria en los próximos días. Y será en forma virtual.