“En cuarentena, no hay teatro”. Lo dice en forma contundente el actor Raúl Kreig y agrega: “Está muy bien que así sea, porque nos estamos cuidando entre todos. Estamos apostando a la vida, que es más importante que cualquier otra cosa”. El obligado paréntesis que la pandemia de coronavirus y la cuarentena obligatoria impusieron a la vida cotidiana de los argentinos (y a gran parte del mundo), impactó de lleno en las actividades culturales, hoy confinadas a los domicilios de los artistas y derivadas en su totalidad a las redes sociales y a otros recursos tecnológicos vinculados con la comunicación.
En el caso del teatro, pegó con fuerza. Porque, como señala Kreig (quien el 6 de marzo estrenó bajo la dirección de Edgardo Dib la obra “Bodas de sangre” en La 3068, cuya temporada quedó trunca) “para que haya teatro es necesario que un grupo de personas se reúna en un espacio y comparta un tiempo determinado. Y esas personas tienen que estar presentes físicamente. Esto se llama convivio. Y si no hay convivio, no hay teatro”.
La pregunta que surge es: ¿Cómo permanece activa en cuarentena una disciplina donde los vínculos interpersonales son tan necesarios?. El Litoral convocó a distintos artistas locales vinculados el teatro para que brinden sus testimonios. El propio Kreig señaló que en estos tiempos “los artistas tratamos de subsistir”. Una de las alternativas que aparecieron, apuntó, es que varios grupos, grupos, salas de teatro o creadores, empezaron a subir en la red filmaciones de clases o conferencias. “Ya que no podemos hacer teatro, hacemos una movida para seguir conectados entre nosotros y con el acontecimiento teatral. Pero insisto: en este momento lo que importa es la vida”, expresó.
Leer, formarse y compartir
“El que ama el arte, el que lo toma como una experiencia, una forma de estar y ser en el mundo, creo, que todo el tiempo está pensando, haciendo, mirando, disfrutando y compartiendo experiencias culturales. Y, en estos tiempos de aislamiento social preventivo y obligatorio, uno encuentra la manera de compartir con otros distintas formas de experiencias culturales, aislados pero con otros, ya que el arte es siempre con otros”, quien en 2019 desarrolló junto a Camilo Céspedes la adaptación de la obra “Coriolano”, bajo la conducción de Jorge Eines.
“En estos días hay muchas experiencias escénicas que están circulando por la web y nos vamos avisando, es una forma de compartir ya que luego vendrá la conversación y el intercambio sobre lo que hemos visto. Claro está, ver teatro por una pantalla no es lo mismo que estar ahí, vivirlo, presenciarlo, ser parte presente de esa manifestación única pero es lo que podemos hoy y también se puede disfrutar. También la lectura es un elemento fundamental en estos días y así como uno disfruta ese momento con uno mismo, por momentos se hace placentero compartirlo. De hecho, muchas veces, así surgen los proyectos”, aseguró.
Guillermo Frick, quien desde el año pasado lleva adelante “El clásico binomio” junto a Claudio Paz y Federico Kessler, señaló: “esta situación me puso en pie de guerra y estoy aprovechando para leer teatro y para escribir también. Continuar cosas empezadas y empezar otras. Sobre todo escenas cortas para taller. Como doy un taller de actuación también trabajo en la elaboracion de ejercicios y textos. Por suerte este tipo de actividad, si no tenés ensayos y fecha de estreno se puede desarrollar intramuros. Me imagino que aquellos que tienen proyectos en marcha se verán realmente perjudicados. Lo que no me imagino es la cara del director al regresar al primer reencuentro y descubrir que los actores no saben el texto”.
Ulises Bechis, referente del grupo de teatro infantil La Gorda Azul, refirió que esta pausa obligada por la cuarentena le dio nuevas perspectivas, en varios sentidos, necesarias para su profesión, ya sea para crear obras de teatro, títeres del grupo o para dar clases. “Se trata de ir mirando y escuchando de otra manera, de preparar la materia prima para ejercitar la creatividad aparece en el crecimiento de un brote, en la terminación de una pared, en el sonido de un motor o en los gestos de nuestra mascota, acá hay potencialmente arte”, añadió.
Desde su rol de productora del mismo grupo, Gladis Contreras manifestó que, “en la actividad que a ella le toca, es normal que lo urgente le gane a todo el resto. “Ahora es tiempo de organizar archivos, guardar en sus carpetas correspondientes las fotos, y sobre todo; repensar lo suspendido en este tiempo”.
El actor Exequiel Maya contó de qué manera las nuevas tecnologías contribuyen a mantener la llama del teatro encendida. En “La serpiente dorada”, la obra dirigida por José Ignacio Serralunga en la que participa como actor y que sólo alcanzó a mostrar una función antes de las restricciones por la pandemia, “nos mantenemos en comunicación con nuestro director, José Ignacio Serralunga, quien nos alienta a pensar en el regreso: con la recomendación de no abandonar el texto, con su iniciativa de escribirnos en festivales o en planes a los que invita el Instituto Nacional del Teatro, con el envío del video de la obra para que revisemos cuestiones vinculadas a lo actoral y a la puesta”, apuntó.
Además, desde hace un año, Exequiel ensaya “Noche de reyes” de William Shakespeare. “Cuenta con la particularidad de que iba a ser estrenada en mayo de este año y las actuales circunstancias también prorrogarán su estreno. Su director, José María Gatto, nos estimula con la posibilidad de pasar los textos por radiollamada y videoconferencias, el envío de textos e imágenes sobre puestas de la misma pieza teatral en otras partes del mundo. Sobre todo porque se trata de una obra en la que el decir (isabelino) del actor es muy importante y está corrido de un registro actoral de tipo realista”, explicó.
Por último, en relación a la obra que está dirigiendo, una comedia nacional, confió que intenta mantener la comunicación, vía whatsapp o email, con el asistente de dirección, que colabora conmigo desde sus conocimientos musicales. “Podemos charlar e ir tomando algunas decisiones, aunque provisorias, respecto de pistas musicales posibles y vocalización de los actores”, consideró.
A Flavia del Rosso le tocó hacer la cuarentena con Federico Toobe y Lucas Ruscitti (también creadores vinculados a la actividad teatral) junto a quienes desarrolló el año pasado la obra infantil “Urda y el Brutopez”, con la que pretendían continuar transitando los escenarios durante 2020. Además de experimentar con maquillajes y texturas para la puesta, trabajan en estos días de cuarentena en afinar el material de difusión y la carpeta para presentar ante los distintos festivales que, por el momento, están planificados para este año. “Todo esto lo hacemos en forma on line con el resto del equipo”, apuntó.
Flavia puso énfasis en la gran incertidumbre que (en línea con lo que ocurre en otras actividades) hay respecto a lo que puede pasar con las salas, debido a la gran cantidad de fechas que habrá que reprogramar. “Los que estamos pensando hacer funciones en abril, no sabemos qué va a pasar. Quienes tenían estrenos previstos para marzo o principios de abril, que se han tenido que suspender, tampoco saben que va a pasar”. A este panorama incierto, se suma el tema de los subsidios y cómo harán los grupos para cumplir con los requisitos, que incluyen un número determinado de funciones. “Con ‘Urda’ tenemos un subsidio del Instituto Nacional del Teatro y parte del compromiso es cumplir doce funciones y la preocupación es si vamos a llegar. Estas incertidumbres son compartidas”.
Finalmente, Flavia se preguntó cuánto tiempo le llevará a la gente, luego de la actual situación de emergencia sanitaria, volver a confiar en el encuentro, el teatro y los espacios compartidos”. Por el momento, solo queda esperar hasta que aclare. Por supuesto, en casa.
Querido espectador: El viernes 6 de marzo habíamos estrenado “Bodas de Sangre” en La 3068. Luego de meses de ensayo y mucho trabajo (en lo artístico, en la producción, en lo técnico) la obra salía a luz. Y luego la luz de golpe, como en una tormenta inesperada se apagó. O la apagamos. Decisión nada sencilla en ese primer momento de incertidumbre colectiva, antes de los decretos presidenciales. Dimos a luz y debimos resguardar el espectáculo recién nacido nuestros deseos, nuestras expectativas, nuestro trabajo en la penumbra. Por respeto y por cuidado, querido espectador, fue que tomamos aquella decisión. Como en un reparo por un tornado arrollador, los personajes de Federico García Lorca están escondidos, con sus vestuarios colgando de alguna percha, silenciosos. La escenografía, yerta, sin que vibre con un cálido haz de luz. Sin que resucite y diga algo como cuando usted, querido espectador, deposita sus ojos inquietos en ella. Yo, por suerte, tengo mi escondite para tornados. Mi casa, en Villa California, Rincón. Tengo mi compañía, mis hijos perrunos: Tigre y Nalá. Mi casa siempre fue mi guarida, antes del viento arrollador. Fue y es mi lugar creativo. Aquí escribí muchas obras que dirigí y que compartí con Ud., fiel espectador. Sólo que esta vez, el tornado no nos llevó a una tierra mágica en Technicolor como a Dorothy y a Totó. Todo sigue en blanco y negro afuera. Adentro, también. Hasta los pájaros, perdidos, vuelan desde el más allá. Pero siempre, para nosotros los artistas, se prende una luz tibia que nos salva cuando vientos fatales golpean nuestras vidas. Volví, entonces, en esta quietud tiritante, a abrir mi computadora y reencontrarme con un unipersonal que escribí cuando aún vivía en Buenos Aires. El terror por la tempestad interna de pensarme solo ante usted, imaginándolo atónito, esperando que me salga una palabra de la boca y que todo haya sido arrasado por el olvido del texto, hizo que el unipersonal esté guardadito. Bien guardadito. Desempolvé el archivo de mi computadora y ahora ahí anda. Volando como pájaro del más allá. Estudiando y ensayando a solas. Grabando mi actuación solitaria frente a la cámara de la computadora y no teniendo más remedio que verme luego, con gesticulación excesiva y falta de memoria. Pero ahí anda, volando. Eso hace que la tormenta se escuche un poco más lejos y tenerlo a Ud., querido espectador, más cerca. Cuando el cielo se aclare porque se aclarará tendré que recordar estos días para que el miedo no me juegue una trampa y pueda compartir con Ud. este nuevo espectáculo. Y volverá la luz. Esa luz que nominé tantas veces sin quererlo en estos párrafos. También los vestuarios de “Bodas de Sangre” volverán a los cuerpos que los habitan y se hará la luz. Y usted traerá su propia luz. Y será el teatro nuestro querido teatro una vía láctea de luces escondidas que volvieron para encender el alma.
(*) Director, actor y dramaturgo.
Desde los confines de nuestra casa
Quienes que hacemos teatro abrazamos mucho, nos besamos, contamos con los cuerpos. Hoy nos quedaron las redes. Cada uno sosteniendo el delicado equilibrio de la soledad. Nos comunicamos como podemos, con amigos, con compañeros de proyectos, con alumnos, con familia. Nos reencontramos. Sólo con las voces y las palabras. Con el inmenso poder de la palabra. En estos días leo, escribo, ensueño, y en esta especie de vigilia sé que me pueblo de historias: nuevas, antiquísimas, insólitas, inesperadas, terribles, caóticas, y también esperanzadoras. Historias que me arrastran como un río que viene de mis profundidades y desemboca en el inmenso río caudaloso y callado de afuera, que nos une a todos. Tal vez cuando este tiempo haya pasado lleguemos a comprender algunas cosas, nosotros, pobres humanos. Mientras tanto seguimos conectados, fabulando, despotricando, acompañándonos, saltando en el borde brumoso que separa realidad y ficción, finalmente creyendo en el arte que amamos y nos salva.“Y entender que no somos nosotros quienes debemos abrirnos paso en el mundo, sino que es nuestro yo-frágil el que debe dejar paso al mundo” (de Carlos Skliar).
(*) Dramaturga, actriz y directora.