El cantor arrabalero desplegó el abanico conceptual-emocional que vertebra “Menesunda: Tangolencia Rockera”, la obra coral a través de la cual el rock nacional y el tango se abrazan definitivamente.
Gentileza Manzo Foong (fileteado: Romina Mazzone) El gen del disco, afirma Cucuza, es juntar los géneros y a quienes los llevan adelante: los consagrados, los conocidos y los más under .
Hernán Castiello, más conocido como Cucuza, es una figura que referencia el tango porteño en la actualidad. Nacido en Villa Ortúzar, despunta el vicio de cantor de arrabal desde los 6 años, y en su palmarés se cuentan logros como haber cantado con Roberto Goyeneche y Diego Armando Maradona. Junto a su agrupación, publicó en 2019 “Menesunda: Tangolencia Rockera”, un muestrario de los préstamos explícitos y ocultos entre dos movimientos que tienen un trazo estético y ético común: el tango y el rock. En diálogo con El Litoral, el cantante analizó corazón y hueso como diría Melingo- del álbum que llegó para hacer ruido en ambas arenas.
Cucuza afirmó que, a la hora de detectar el “gen tanguero” de una canción de otro palo, intervienen dos aduanas: “la primera, como me pasa en con todo lo que tiene que ver con elegir el repertorio, es la piel: si se convierte en algún momento en piel de gallina, recién ahí puedo seguir adelante; la segunda es la letra: si la letra no me lleva a un tango no puedo dar los pasos siguientes”.
Hermanos
La hermandad con el tango viene dada desde el mito fundacional del rock -establecido, no sin ciertas discusiones, a partir de la publicación del single de Los Gatos que incluye “La Balsa” y “Ayer nomás”, en julio de 1967-. Según Cucuza, el vaso comunicante entre ambos movimientos es Buenos Aires. “La identificación del tango y del rock nuestro con la ciudad, con lo barrial, y dentro de Buenos Aires, con la bohemia, la nocturnidad, lo urbano”. Y agrega: “también ciertos desprecios y vacíos, ciertas revoluciones y rebeldías en diferentes épocas y momentos de uno y de otro género los hermanan”. Algo que en la antología “El rock argentino en cien canciones” (Toscano y García, Guillermo; Warley, Jorge) se explica como sigue: “es absolutamente lógico si se tiene en cuenta que el tango nació con las ciudades argentinas, y el rock es producto del último ciclo de la expansión urbana” (2013: 112).
Profundizando el diálogo, Castiello considera que entre las bandas de rock más tangueras podría delinearse una lista que incluya nombres de todas las épocas, como Almendra, Los Visitantes, Manal; y entre los solistas, Charly García, Moris, Fito Páez, Andrés Calamaro y Luis Alberto Spinetta. Aunque “encuentro también en (Francisco) Bochatón muchas cosas tangueras y en Palo Pandolfo, ¡desde ya!”. En esa línea, el músico porteño menciona como mejor rock del tango argentino a “La yumba” y como mejor tango del rock argentino a “No soy un extraño”.
Actitud tanguera
El año pasado, y luego de varias presentaciones del espectáculo en el formato vivo, vio la luz “Menesunda: Tangolencia Rockera”. El álbum, que contó con Pablo Sala como productor musical y que reconoce a Acho Estol y Palo Pandolfo como musas inspiradoras, funciona como un mosaico de la cultura popular y urbana nacional de los siglos XX y XXI a partir de las pinceladas del tango y el rock, con la inconfundible voz de Cucuza, apuntalado por Noelia Sinkunas (piano), Sebastián Zasali (bandoneón), Mateo Castiello (guitarra criolla y eléctrica), y una exquisita orquesta que suma instrumentos como violín, contrabajo, guitarrón y banjo además de destacados invitados.
En el recorrido desprejuiciado por dicho repertorio, el cantor tanguero logra identificar cómo fueron las primeras aproximaciones. “Hace mucho, en una conversación informal con Germán Marcos y Maxi Senkiw (integrantes del programa de radio ‘Fractura Expuesta’), hablamos de la idea, y un poco antes o después, también con Laura Chertkoff, que laburaba en la ‘2x4’.
El tiempo pasó y la idea fue germinando. “En 2013, me decidí a llevar a cabo lo pensado. La mayoría de los temas aparecían fácil. Canciones de ‘Espiritango’ (Los Visitantes), ‘Mañana en El Abasto’... ¡es un vals!, ‘No soy un extraño’ ni hablar... También es un gran vals ‘El novio del olvido’. Otros como ‘Piso de soltero’ (Los Twist) o ‘El tango del diablo’ (Los Piojos) ya fueron concebidos como tangos, así que iban de cabeza al repertorio”. En definitiva, para Castiello, “en algunas canciones elegidas hay que bucear un poco (‘Por tres monedas’, ‘El ente’, ‘Etiqueta negra’) y en otras no hay que hacer casi nada, más que poner la actitud, el fraseo tanguero”.
Anti gueto
La propuesta de Cucuza Castiello hace dialogar, además de dos movimientos, un conglomerado de épocas, generaciones y estéticas, representadas por piezas artísticas surgidas en contextos diferentes y hay que decirlo- que ocupan posiciones diversas en la industria musical. El objetivo, asume el músico, “siempre fue que, al escuchar esos temas que conforman el ADN del rock nuestro, suenen a tango”. En la aventura, Cucuza habita entre otras pieles las de Charly García, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro, Gustavo Cerati, Sumo, Virus, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Babasónicos y Estelares. “El chiste es escuchar a un cantor de tango cantando a Virus o Me Darás Mil Hijos. Y si una persona no conociera hipotéticamente las versiones originales, que cuando escuche las reversiones diga ‘¡qué buen tango!’. Si a alguien le cae la ficha de que el tango y el rock nuestros no vienen de planetas diferentes, estoy hecho”.
También puede considerarse “hecho” Cucuza Castiello por la construcción de una obra conceptual, en la que la intertextualidad y los préstamos lingüísticos le dan fluidez y ritmo a la propuesta. Para ello, operan como conectores la versión de “Cemento” (Edu Schmidt) que traslada, en código tanguero, la nostalgia por una era dorada del rock que ya no existe; o el recitado de “La hija del fletero” en complicidad con el clásico tango “Amurado”; o la aproximación picaresca entre “La rubia tarada” y las “Rubias de New York”.
El nutrido cuerpo de invitados e invitadas (Rodolfo García, Mario Siperman, Manuel Moretti, Edu Schmidt, Antonio Birabent, Acho Estol, Chino Laborde, Ariel Ardit, Silvina Sosto, Omar Giammarco, Vruma, Mariano Fernández y Pato Lorenes) otorga al conjunto “validez y veracidad” porque “son la prueba fehaciente de la cercanía entre el tango y el rock”. Por otro lado, en tanto público y fan, Cucuza admite que está “la cosa ‘egoísta’ de darme el gusto de compartir escenario o estudio con artistas del lado del rock que sienten profunda admiración, respeto y afinidad con y por el tango. Todos aceptaron con gran compromiso y cariño ser parte del disco y de las presentaciones en vivo”. En otras palabras, es un ejercicio que hace honor al significado de la palabra menesunda en lunfardo, que “tiene que ver con la mescolanza, con juntarse. Ese es el gen del disco: juntar los géneros y a quienes los llevan adelante hoy en día, los consagrados, los conocidos y los más under. El aporte de los invitados es vital para la idea de este disco, que es de convivencia, de juntura, de anti gueto”.
Superhéroes
En cuanto a la recolección de canciones más contemporáneas, “Menesunda” trabaja en una suerte de rescate de tesoros escondidos. Su ideólogo da algunas pistas sobre el procedimiento y las obras seleccionadas. “Irresponsables”, cuenta, “fue el único tema que me sugirieron... ¡y lo bien que estuvo Eva Fiori! Lo probamos con los músicos con quienes tocábamos en la milonga de Max Camauër, ahí ya sonó a tango, y terminó siendo una de las canciones más logradas. Y una de las más simbólicas, también. Porque si uno piensa en Babasónicos, sigue pensando aún hoy, en una especie de superhéroes de la modernidad... y que, dentro de ellos, subsista un tango me parece que es la manera más concreta de decir que puede haber tango en casi cualquier tema del rock nuestro”.
Otro de los hallazgos es la versión de “Autobuses”, canción de Estelares anidada en “Una temporada en el amor” (2009). En una entrevista concedida a El Litoral en diciembre pasado, Manuel Moretti la describió como “un valsecito tanguero” y contó que en la esencia del grupo siempre hubo “una relación muy íntima con el género”. Cucuza devuelve el centro y amplía la información. “Creo que la primera vez que escuché ‘Autobuses’ fue por una versión grabada por Moretti, más despojada, con el Rata Minervino en piano. En esas condiciones, ya asomaba el vals casi a primera oída. Al poco tiempo, tuve la suerte de cantarla con Estelares en La Trastienda y, a partir de ahí, creo que empezamos a hacer esa versión en vivo en las fechas de la Menesunda. Después, se me ocurrió profundizarle el costado de valsecito, grabándolo con un trío de guitarras y violín, y con un arreglo bastante clásico”.
La bohemia y la nocturnidad son elementos que integran el imaginario tanguero-rockero, como dijo más arriba Castiello. En ese sentido, la selección de la canción que titula uno de los álbumes más sólidos de la carrera solista post 2000 de Andrés Calamaro encaja desde el vamos. “Puedo decir que ‘Bohemio’ fue una de esas iluminaciones que, a veces tengo, como consecuencia directa de haber escuchado y escuchar tanto tango y rock nacional.
Eso hace que pueda encontrar tango en nuestro rock y, en algunos pocos casos, al revés: ska, funk, rock en los tangos. Siento que con ‘Bohemio’ fue como haber descubierto un tesoro escondido, algo que no estaba tan en la superficie. Pero, a la vez pensé, ‘¡¿cómo nadie se dió cuenta de que este tema de Calamaro es un tangazo?!’ Fue un honor saber que la versión llegó a él y, a raíz de eso, me mandó un WhatsApp diciendo ‘lo llevaste a otro nivel, al nivel del tango’”.