Mientras los esfuerzos a nivel mundial se centran en encontrar la cura al COVID-19 y frenar su propagación, en paralelo hay otra lucha que se está dando: contener la cantidad de información que circula durante las 24 horas sobre el mismo tema, que en su total mayoría da vueltas sobre los mismos ejes una y otra vez. Hasta el cansancio. Las redes sociales, los grupos de Whatsapp y los portales de noticia, colapsan de contenidos con la palabra “coronavirus” encabezando los titulares.
Por eso, consultamos a un profesional para entender por qué se dan estos procesos más allá del análisis en materia de comunicación. Y quien aportó su mirada, fue el psicólogo Gonzalo Chiesa, docente en la Universidad Nacional de Rosario.
“Estamos viviendo días complejos. De un momento a otro nuestra vida dio un vuelco enorme hacia otros lugares que no podemos definir con demasiada claridad. Del otro lado tenemos la imagen de lo desconocido, del vacío aparente y lo siniestro”, aseguró.
Para el psicólogo, nuestro contexto posmoderno nos da la enorme posibilidad de contar con las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, cuando antes ese “lujo” quedaba en pocas manos, estaba concentrado o monopolizado: “Hoy esa realidad no es la que nos circunda. La información está al alcance de la mano y para el ciudadano de a pie. Esto trae muchas ventajas, en tanto nos aproxima a los otros y nos posibilita encuentros distintos. Pero en simultáneo, estas nuevas tecnologías de la información y la comunicación unidas a las redes sociales y a los múltiples modos de recibir y enviar información, traen aparejados efectos que podríamos llamar ‘indeseados”, explicó.
“Uno de ellos sin lugar a dudas es la sobreinformación. Durante todo el día somos testigos oculares y lectores activos o pasivos respecto al tema que nos convoca, el COVID-19. Por un medio o por otro la información nos llega, incluso a veces sin quererlo. Esta amplitud por lo pronto deja atrás su primer cometido, informar, para delinear el objetivo contrario: desinformar”.
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Foto: Gentileza
Ansiedad y angustia
Chiesa, asegura que es tanta la información que cognitivamente no tenemos la capacidad de poder procesarla. Estamos a un ‘clic’ de reproducirla, aun no teniendo la certeza de su veracidad. Pareciera inevitable no compartirla.
“La sobreinformación, genera además mucha ansiedad y por consiguiente angustia. Y en estos tiempos de poca claridad y de incertidumbre respecto al presente y al futuro pareciera que la ansiedad y la angustia aumentan, al igual que el enojo, la irritabilidad, entre otras emociones. A esto se le debe sumar el aislamiento social, preventivo y obligatorio que es un plus de mayor dificultad a la hora de aumentar o disminuir las emociones”, aclara con respecto al cóctel de emociones que nos atraviesan a muchos argentinos por estas horas.
Asimismo, agregó: “En este tiempo es importante que evitemos tener la tele todo el día encendida en aquellos canales que sólo nombran la cantidad de casos, muertos, infectados y demás. Resulta imprescindible elegir solo un momento del día donde podamos tener contacto con la información (sea por el medio que sea) y ocupar el resto de nuestro tiempo en otras actividades”.
Finalmente, enfatizó: “Es importante poder ponerle palabras a esas emociones o afectos; compartirlas, darnos el lugar suficiente para angustiarnos. Ayudar a otros, inevitablemente nos ayudará a nosotros mismos. El armado de rutinas seguramente va a colaborar para disipar los miedos y las angustia. Hablar por teléfono, mirar una película o serie, leer un libro, pintar, dibujar, escuchar música. Son de gran ayuda para estos momentos de crisis”.