La restricción de circulación por las calles dispuesta por el gobierno nacional se cumple más en los barrios del centro de la ciudad que en el norte y el cordón oeste. Esto se debe a que en esas zonas existen mayores demandas sociales y la gente debe salir todos los días a conseguir el sustento para comer. Entonces, se hace más difícil quedarse en casa y sostener la cuarentena obligatoria.
Al recorrer la ciudad se puede trazar una línea imaginaria que divide dos realidades. Ese “ecuador” puede ser la avenida Estanislao Zeballos y su continuación hacia el Este, por Galicia. Al sur, la mayoría de la gente en sus casas, menos movimiento en las calles y avenidas, y los negocios cerrados. Mientras que hacia el norte en algunos casos pareciera que no existe la cuarentena: autos, motos, bicicletas y vecinos caminando por la calle. La explicación: la necesidad de la gente.
La Municipalidad controla que solo permanezcan abiertos los comercios de necesidades esenciales, que además deben cumplir el horario de 8 a 20 horas. Pero hacia el norte de la ciudad se puede comprobar que mucha gente desesperada sale igual a la calle para hacer una “changa”.Tratan de subsistir pese a los grandes riesgos de contagio de Covid-19 que se generan por el contacto social.
“Es que hay gente que si no sale a la calle, no come, porque vive el día a día”, dice Roberto Franzini, desde la Asociación de Frentistas de avenida Blas Parera, que tiene un negocio de cotillón sobre esa avenida al norte y, por ende, permanece cerrado. Desde esa asociación de comerciantes, al igual que otras, ven con suma preocupación el impacto que todo esto tiene en la economía.
“Hay dos costados de este problema: uno es la realidad social y el otro, el comercial”, continúa Franzini. “Es muy difícil mantener una cuarentena en un hogar donde viven seis personas y las estructuras de las casas no dan para estar todo el tiempo juntos con las criaturas y la gente mayor, porque en esta zona viven juntos desde el abuelo hasta los nietos recién nacidos. Aparte, son gente que vive el día a día”.
Otro problema que apuntó el comerciante es la falta de cajeros automáticos en el norte de la ciudad. “Ahora, por ejemplo, hay media cuadra de cola en el cajero que está en el hospital Mira y López”, contó, y reflexionó: “Nos estamos dando cuenta ahora de las necesidades que padecemos”.
“Vamos a ver hasta dónde aguantamos, se acerca la fecha del pago de sueldos y veremos qué hacemos”, dijo ya en referencia a los comerciantes, “y el proveedor está en la misma”, agregó. “Necesitamos que el engranaje político tome una medida en este sentido”, finalizó.
“En Santa Fe hay 5.300 familias indigentes y 650 ranchos. Ese sector carece de hábitos de higiene, porque no tienen agua ni luz, y viven en piso de tierra o barro”, dijo, a su turno, José Luis Zalazar, referente del Movimiento Los Sin Techo. “Entonces, aislar a una familia de 8 integrantes en esas condiciones es imposible, les das un kit de desinfección y no les sirve”.
“Sus padres salen a hacer changas y esos chicos están en el campito, ¿qué se van a quedar en los ranchos?”, cuenta el dirigente social de LST.
“Esa es la diferencia entre el pobre y el indigente —dice Zalazar—, mientras que el primero tiene una humilde casa y puede aislarse en una cocina bajo un techo, el segundo sobrevive en un cubito de cartón y le es imposible”.
“De esas 5.300 familias de indigentes, sólo el 3,5% tienen más de 60 años, el resto no llega, se muere antes; así que la pandemia afecta a muy pocos abuelos en ese sector social”, dice con crudeza quien camina a diario los barrios más postergados de la ciudad.
“Ese es el marco en el que la gente tiene que salir a hacer changas o a pescar para sobrevivir. Ahora ni cuidar coches pueden —agrega Zalazar—. Al menos van a recibir el beneficio económico que les va a dar el Estado. Pero la realidad es muy compleja desde hace 30 años, no es ahora por la pandemia”.
“Yo visito todos los días un 'cementerio' de 1650 tumbas. Entonces, tenemos que darnos cuenta de que somos todos iguales: hay que erradicar los 1650 ranchos, levantar 1000 casas por año, darles una casa y dignidad a la gente; luego discutimos la salud, educación y trabajo, porque si el virus llega a entrar ahí, hace estragos”.
Medidas de contención social
Para tratar de brindar una contención social en la emergencia, el gobierno provincial y la Municipalidad de Santa Fe dispusieron una serie de medidas entre las que se destacan la apertura de tres centros para alojar a adultos, mujeres y jóvenes en situación de calle. Además, brindarán 48 mil raciones de alimentos semanales en 200 puntos de la ciudad, entregarán kits de limpieza y desinfección y capacitarán a la gente para su cuidado.
A ello se le suman los $ 10 mil que otorga el gobierno nacional a los más necesitados que no tienen un trabajo formal.