Se instaló, sin dudas, en el podio histórico de los entrenadores uruguayos en Colón, justamente un club con fuertes vínculos del otro lado del Río de la Plata. La diferencia es que los otros dos —los queridos y desaparecidos José “Pepe” Etchegoyen y el “Buche” Nelson Pedro Chabay— lo ascendieron. Sin embargo, a pesar de no haber ganado “algo”, la gente de Colón lo adora a Jorge Fossati y ese amor se prolonga en el tiempo. Es que ese Colón 2001/2002 era un equipo “guapo”.
El ex arquero había llegado a principios de 2001 y se fue en septiembre de 2002, tras la derrota de Colón por 7-1 ante el Independiente campeón de “Tolo” Gallego. Completó 45 partidos y en 2001/2002 sumó 56 puntos y para muchos “ese Colón de Fossati” fue la revelación de la temporada en el fútbol argentino.
—¿Cómo va la pandemia ahí en Uruguay, Jorge?
—Llevándola. Llevo dos semanas con mi señora, guardaditos en casa, sin salir, haciendo caso. Las decisiones que ha ido tomando el gobierno hasta ahora, y las autoridades sanitarias, han sido correctas. La gente, en su mayoría, colabora.
—¿Y el Fossati entrenador?
—Vivo mirando videos, comunicado con los jugadores que dirijo, con mi cuerpo técnico, pasándoles trabajos y, aprovechando para mirar los partidos que hemos jugado este año y entrenamientos, que los tenemos filmados a todos. Repaso, miro, veo...la idea es seguir mejorando, seguir creciendo.
—¿Cómo viviste la Final Única en La Olla el 9/11?
—Primero, no fui imparcial, por mi cariño al club y a su gente, especialmente a sus hinchas. Lo vivimos, lógicamente, con mucha expectativa; era una oportunidad histórica. De hecho fue histórico ya lo que hizo Colon, pero bueno, era ponerle la frutilla a la torta.
—¿Y del partido en sí que pensás?
—No es un partido para estar analizando, para mí por lo menos, ni lo que se hizo, lo que no se hizo, lo que se pudo hacer o lo que no se pudo hacer. No se consiguió y se terminó. Aparte, Independiente del Valle es un equipo muy bueno. El sabor más amargo fue por esos 40.000 sabaleros: uno se ponía en la voz de ellos, y en la piel de los que se quedaron en Santa Fe que lo habrían vivido con tanta pasión, o más. Yo creo que algo tiene que haber pasado; las cosas no son por casualidad.
—¿Seguís, cuando podés, la actualidad de Colón?
—Claro. Colón se comprometió en el descenso en el campeonato argentino, y ahora parece haber dado vuelta la pisada en el último partido que vi, contra Central. Estoy seguro, me imagino, que Domínguez debe tenerlo más claro que nosotros, y que salieron las cosas muy bien. No se puede distraer uno por un partido, ahora a mirar mirar para adelante. Hay que tratar de que en esta copa Colón salga de la situación incómoda en la que se encuentra.
—¿Qué pensás hoy de la figura del mánager o director deportivo?
—Se confunde secretario con gerente deportivo. Una cosa es que la directiva te pregunte por el técnico que vas a contratar, que te parece, te piden que des tu idea, jugadores. Otra cosa es que te encargues de la logística y de todas las cosas que necesita el cuerpo técnico para funcionar. En el caso del asesor deportivo tiene que ser alguien que la directiva considere que sabe de fútbol, independientemente de que haya sido técnico o no.
—¿Cómo te llevás en estos tiempos con la psicología y el coaching?
—Yo estoy abierto a todo. Insisto en el concepto que te decía: cada área tiene su responsable. En el área técnica el entrenador principal tiene que ser “El jefe” y tiene que supervisar todo, inclusive los entrenamientos físicos. Una de las cualidades más importantes que debe tener un entrenador es el tema de la mentalización, hacerle llegar el mensaje a un jugador o al plantel.
—El famoso inflador anímico de antes
—Es que es tan o más importante que sepa de “éso” (motivar) que de estrategia, formación de equipo o trabajar fundamentos, cosas que son respetables. Pero yo parto de la base de que si la cabeza no está bien, el cuerpo no está bien, en ninguna parte de la vida.
—¡Vos seguís manejando un vestuario a los 67 años!
—Por ahora, hasta que me corran (se ríe)
—¿Cómo manejar a los jóvenes?
—¡Qué tema tocás!...(hace largo silencio)
—Te ayudo: cuando el “Coco” Basile deja esa Selección con Messi le contó a un amigo en común aquí en Santa Fe que se le hacia difícil dirigir a jóvenes, que cuando terminaba un partido iban agarrar celular o tablet: no te dabas cuenta si habían ganado, habían perdido, habían empatado. Te debe pasar a vos también...
—Es una realidad que vivimos en nuestras casas primero. La mayor parte de nosotros lo vive con sus hijos, con nuestros nietos (en mi caso) y que también se vive en los vestuarios. Ahora en una concentración, en vez de estar tomando mate, se escuchaban gritos de una habitación y decís “¿Qué paso acá?...¿Se están peleando?”. Resulta que pasás y están gritando goles o están gritándose entre ellos en un partido de juegos electrónicos. Es parte del modernismo; yo creo que, hablando y haciéndolos entender a los más jovencitos por dónde tienen que ir, generalmente lo conseguís. Si los mayores del grupo te siguen y son buen ejemplo, generalmente conseguís eso.
—¿Y en cuanto a los gestos, las reacciones?
—Si vos ganaste, no podes tener la misma cara que si no ganaste; si jugaste bien o no jugaste bien. Sino, estás en un lugar que no tenés que estar. Andate para otro lado porque ésto no es lo tuyo.
—¿Te pasó ahora como entrenador?
—Te doy un ejemplo del año pasado. Yo hice debutar a un pibe acá en River: en los primeros tres o cuatro partidos, era entrar a los vestuarios y lo primero que hacía era ir a agarrar el celular. Se llama Matías Arezo, tiene 17 años y es la sensación acá en el fútbol uruguayo. Cuando usaba el teléfono, yo lo miraba y le decía: “Ahora Matías nos va a decir como están las cosas en Wall Street”...“¿Qué pasa, Matías, tenés acciones en alguna empresa?”.
—Claro. “Dejáte de joder, no te quiero ver con el celular hasta dentro de una hora. Vení, escuchá lo que te dicen Matías Alonso o Gonzalo Viera, los más experimentados”. Pero, claro, me imagino al pibe le mandarían 400 whatsapps y mensajes, porque pasó a ser famoso de un día para el otro. En fin, hay que saberlos entender. Pero creo que si los mentalizás, ellos cambian.
—Jorge, la última, porque es algo que te toca de cerca: acaba de reconocer Ariel Garcé que fue él quien decidió bajar la imágen de la Virgen de Guadalupe “porque traía mala suerte” luego de perder un clásico...
—(hace un largo silencio)
—Recuerdo que fue una donación tuya junto los sacerdotes futboleros y sabaleros con los que construiste una amistad acá en Santa Fe allá por el 2001...
—Yo creo que como ya lo hemos hablado otras veces, inclusive contigo, me parece que acá el error que podemos cometer fácilmente, y especialmente en el mundo del fútbol, es confundir religión con superstición...ahí le estamos errando feo.
—También se dice que la Selección Argentina no ganó más un Mundial porque alguien antes de México ‘86 le hizo una promesa a la Virgen de Tilcara que no se cumplió...
—Por un lado las promesas hay que hacerlas para cumplir, pero eso es como norma de vida. Yo no creo en un Dios vengativo, yo no creo en un Dios que haga maldiciones. Las maldiciones no vienen de Dios, vienen de, como la propia palabra lo dice, del que es maligno...
—Es muy claro tu pensamiento...
—Yo no soy especialista, pero mi fe me dice que —ahora metiéndote directamente en la entronización de la Virgen de Guadalupe en el estadio de Colon— éso se hizo para que nos proteja a todos de cualquier peligro, no para que nos haga ganar o no un partido o un campeonato. Así que yo lo resumiría por ahí.
—¿Qué le dirías a la gente de Colón que tanto te quiere a través de El Litoral?
—Me gustará dejar una reflexión más que una conclusión, porque yo no soy quien para darla. Tomemos este momento del problema que vive el mundo para darnos cuenta precisamente de cosas como ésta: solos somos muy poca cosa, que sin la presencia de Dios en nosotros no seríamos capaces de hacer nada. Cuando Él está con nosotros, somos mayoría aplastante. De allí en más creo que nos va a dar para salir —en una situación tan difícil— mejores que lo que éramos. Y que eso lo transformemos en que haya un mundo mejor.