Dr. Hugo D. Valderrama - Médico neurólogo. Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
Dr. Hugo D. Valderrama - Médico neurólogo. Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
El humor es una de las herramientas que estimulan la capacidad del cerebro de adaptarse positivamente a las situaciones adversas, a la cual llamamos resiliencia. Si no perdemos la conciencia y responsabilidad frente a una amenaza, como la del coronavirus; y si se siguen premisas como no desinformar, discriminar o faltar el respeto, los “memes” son una forma de expresión creativa humorística más.
Dependerá del desarrollo de nuestra empatía para saber a quién y cuándo contar un chiste o compartir un meme, con el objetivo de “sacar” una sonrisa y no por el contrario, angustiar. Comprendiendo que todos podemos fallar en este proceso para intentar alegrar al otro, a pesar de tener las mejores intenciones.
Las redes neuronales que son activadas por el humor estimulan a las que generan alegría, emoción primaria básica, que ayudan a regular nuestro sistema inmune equilibrando neurotransmisores y hormonas. Entre estos últimos, se destacan el “cuarteto de la felicidad”: endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina.
Es importante aclarar que nuestro sistema inmune no depende exclusivamente de nuestras emociones o sentimientos, sino también de otras múltiples variables. Algunas modificables, como una correcta alimentación, no consumir tóxicos (tabaco, alcohol en exceso), realizar ejercicio físico y dormir lo necesario. Hay otras no modificables, como la edad, el clima o factores genéticos. Se suman a ellas los tratamientos aportados por las ciencias de la salud, variables beneficiosas y muchas veces indispensables al momento de brindar más oportunidades frente a una enfermedad.
Todos tenemos una red neuronal denominada “central anunciadora de errores” (en el sector frontal y medial del cerebro), que detectan por ejemplo la discrepancia o lo absurdo en un chiste. Luego de hacerlo, otro sector nos recompensa liberando dopamina y nos produce la sensación de regocijo. Si además hay sorpresa se manifiesta con una carcajada, una forma de comunicación espontánea que alerta al que escucha para que detecte también el error, “la risa contagiosa”. De esta manera, el humor sería un ejercicio para entrenar y flexibilizar nuestra capacidad de detectar errores.
El ser humano puede crear momentos de felicidad, inclusive frente a las dificultades más serias. Sin la posibilidad del humor, esto sería mucho más dificultoso. En una carta publicada recientemente por un ex combatiente de Malvinas, Adrián Cabello, él relata que luego de estar 30 días prisionero junto a 150 compañeros en un bodega de un buque inglés, un guardia les informa que los iban a trasladar por tiempo indeterminado a una isla tropical entre Brasil y África. Al escuchar la noticia hubo silencio, incertidumbre y angustia en el grupo. Cabello escribe que en ese momento, “(...) un cordobés rompió ese silencio de angustia con su chispa y gracia. No lo dudó: se cortó el pantalón y lo convirtió en bermudas para tomar mucho sol, y se sacó las mangas de la remera. Por supuesto, ¡nos hizo reír a todos! Pero nos marcó una línea de pensamiento: teníamos que afrontar lo que se venía”.
El humor supone además de un estímulo saludable para nuestro sistema inmune, una fuerte motivación natural al aprendizaje y la supervivencia, como individuos y sociedad.