Angustiante testimonio de un santafesino en el exterior
"Aquí la desesperación es muy grande, sólo queremos volver a nuestras casas"
Diego Vidal es uno de los 450 argentinos que se encuentran varados en Ecuador, sin poder retornar al país. Está así desde el 18 de marzo pasado, cuando cerraron todos los aeropuertos ecuatorianos a causa del coronavirus y no pudo tomar el vuelo de regreso. Había viajado por motivos laborales. Otra viajera narra el drama de los santafesinos “estacionados” en Perú.
Gentileza Desde que se cerraron las estaciones aeroportuarias en Ecuador, la situación de los pasajeros varados se tornó desesperante.
Diego Vidal es santafesino, oriundo de Reconquista, pero vive en la ciudad de Buenos Aires desde hace veinte años. Tiene 48 años y es empleado de la firma NCC, empresa para la que hace trabajos de consultoría comercial en distintos lugares de Latinoamérica. Por eso se encontraba en Guayaquil, Ecuador, cuando las autoridades de locales cerraron los aeropuertos de todo el país por la pandemia del coronavirus. Son cuatro consultores, dos llegaron a tierras ecuatorianas el 2 de marzo, mientras que Vidal lo hizo el día 9, junto al restante compañero.
En diálogo con El Litoral, el santafesino contó que todos ellos llevaron una vida normal hasta el domingo 15, fecha en la que se hizo el anuncio oficial del cierre de las aeroestaciones. Cuando se enteran de ello, él y sus colegas fueron a cambiar los pasajes para volverse a la Argentina lo antes posible en algún vuelo de Avianca, la compañía con la que habían hecho el viaje de ida. Lo más próximo que consiguieron fue para el miércoles 18, a las 9. Pero la noche del martes 17 fue cerrado el aeropuerto de Guayaquil, ubicado frente al hotel donde ellos estaban entonces, y aún hoy se encuentran varados.
Cuando a la mañana siguiente se cruzaron al aeropuerto, ni siquiera pudieron acceder al mismo. Estaba completamente inactivo: “No había ni un solo vuelo habilitado”, recordó Vidal. “A partir de ese momento, en Ecuador sólo pudieron tomar vuelo los llamados aviones humanitarios, que son acordados con el gobierno de otro país a través de las embajadas y únicamente para trasladar a los repatriados”, explicó. “Ese es el único tipo de avión aceptado ahora en Ecuador, el que sirve para ir a buscar la gente de los distintos países”.
Ante esa situación, él y sus compañeros empezaron las gestiones para intentar el regreso. “En la embajada nos atendieron enseguida, sí, pero pasó el tiempo y no había novedades, los aviones de Argentina no llegaban al rescate”, narró. Lo más triste del caso, siguió explicando Vidal, es que en Guayaquil tuvo que quedarse gente de muchas nacionalidades, con la que empezaron a interactuar sin problemas, pero observando que mientras los otros lograban irse, ellos nunca pudieron hacerlo.
Gentileza Diego Vidal Encerrados. Diego Vidal, de remera celeste, en compañía de dos de sus compañeros de trabajo recluidos en un hotel de Guayaquil. Su situación se repite por cientos en Ecuador.
Encerrados. Diego Vidal, de remera celeste, en compañía de dos de sus compañeros de trabajo recluidos en un hotel de Guayaquil. Su situación se repite por cientos en Ecuador. Foto: Gentileza Diego Vidal
“Estamos solos”
“La desesperación es muy grande, sólo queremos volver a nuestras casas... Todos se fueron, menos nosotros”, subrayó el santafesino. En el hotel había suizos, australianos, mexicanos, estadounidenses, chilenos, uruguayos. Todos ellos terminaron yéndose, todos, excepto los argentinos, porque nunca hubo vuelos humanitarios para rescatarlos. Entonces se vieron obligados a pasar el tiempo sin poder salir del lugar. “No piso la calle desde el 18 de marzo, cuando fui al aeropuerto; intenté irme y tuve que volverme sin viajar”, recordó.
En Ecuador existe un salvoconducto para poder circular por las calles, siempre y cuando se respete el toque de queda, que rige a partir de las 14. Pero esa alternativa de nada les sirve a ellos. “Estamos recluidos en el hotel y no nos podemos mover, no tenemos ningún salvoconducto, porque la embajada no nos puede gestionar uno”, señaló Vidal, que está casado con Analía y es padre de dos adolescentes, Matías y Sebastián, de 13 y 15 años. El contacto con ellos es permanente. Trata de transmitirles tranquilidad, ya que lleva prácticamente un mes sin verlos.
“Llamábamos todos los días a la embajada y nos atendían muy correctamente, pero nunca resolvieron nada, en absoluto”, subrayó. “Lo único que nos decían es que todo dependía de Buenos Aires y que no les mandaban ningún vuelo humanitario. Casi todos los días veíamos aviones provenientes de Europa, México o Chile, que venían para llevarse a sus compatriotas, pero con nosotros nunca pasó”.
En Ecuador son aproximadamente 450 los argentinos que están varados. De ese total, unos 200 se encuentran en las mismas condiciones que Vidal, con pasajes de vuelta para vuelos que no pudieron tomarse, porque nunca salieron. Los otros 250 están sin boletos. Se trata de personas que estaban en Ecuador por un tiempo extendido de cuatro a seis meses, y que decidieron volver a la Argentina ante la situación imperante.
La mayoría se mantiene en contacto a través de un grupo de WhatsApp que se armó con los argentinos que están allá, “para hacer fuerza y tratar de llegar a los medios de Argentina”, para que alguien los escuche y se sepa el caso de los compatriotas varados en Ecuador. “De todas formas, sigo sin tener claridad de cómo vamos a irnos de acá y no sé cuándo voy a volver a casa”, expresó. “Lo único que hice fue salir a trabajar y tratar de volver lo antes posible ni bien quisieron cerrar el aeropuerto”. A partir de ese momento, “estuvimos y estamos solos, porque no hubo nadie que nos proteja o nos ampare, o que nos defienda y esté pendiente de nosotros”, concluyó.
Indignación y tristeza
En un pasaje de su relato, Diego Vidal aclaró: “Nosotros no íbamos a poder salir por nuestros propios medios, por eso necesitábamos la ayuda de la Embajada Argentina. Tengo un pasaje de vuelta por una compañía y mi empresa me conseguía de otra, pero las aerolíneas comerciales no están funcionando y no van a funcionar, porque cancelaron todos sus vuelos por lo menos hasta el 1º de mayo”, añadió.
“La mayor indignación que existe es que todos los extranjeros se fueron, porque sus gobiernos hicieron gestiones para llevarlos”, amplió Vidal. “Igualmente indigna no haber recibido ningún llamado, o que no exista un plan, o un cronograma, o una fecha prevista para venir a buscarnos”, prosiguió. “No tenemos ninguna novedad, no sabemos nada... Siguen sin decirnos nada, ni siquiera algo que nos pueda tranquilizar, como para decir hasta tal día tenemos que esperar”.
“También nos invade cierta tristeza —dijo el oriundo de Reconquista— porque entendemos que el país no se preocupó por nosotros, mientras los gobiernos de Chile y Uruguay han venido a buscar a su gente, gestionando aviones para llevarlos. Y el dolor en ese caso es más grande”, acotó. “Pero ahora en lo que pienso es en volver a mi país, encontrarme con mi familia y ver a mis hijos”.
“Algo no se entiende”
“Esto no se trata de dinero, porque si hay que pagar, se paga... Y en mi caso, no sé de dónde voy a sacar la plata, pero si tengo que pagar lo hago, porque quiero volver a mi país”, enfatizó luego. Pero insistió: “No entiendo cómo un país como la Argentina no puede contratar un vuelo chárter para sacar a sus ciudadanos de un lugar tan riesgoso como Guayaquil. Así nos tengan que cobrar algo, porque nadie está diciendo que no quiere pagar o que el viaje sea gratuito, simplemente pedimos que nos ayuden a salir de acá”, clamó.