El músico rosarino recorrió junto a El Litoral el conjunto de facetas artísticas que viene explorando desde su juventud, con especial hincapié en la producción musical.
Gentileza Benjamín García Pérez En todo lo que yo hago está esa conjunción de las distintas artes que terminan nutriendo una obra y dando lo que se suele llamar estilo , resume Gonzalo Aloras.
“Nos mata el mundo viral”, dice en un intercambio de WhatsApp. Un hombre rupturista old school que acumula capas artísticas de las más diversas, entre ellas: editó “Digital”, un álbum con bandeja virtual; lanzó a través de su web una canción por mes de su disco “12”; y registró en “Un fierrín” el encuentro de referentes del rock argentino luego de un show en Quito. Nacido en 1974 en Rosario, su nombre es Gonzalo Aloras, y aceptó la invitación de El Litoral para explayarse sobre una obra rizomática.
Algo santafesino
Era la madrugada de un sábado 12 de junio de 2004, después de un show en el Living 33. Gonzalo Aloras cifra allí su vínculo con la ciudad de Santa Fe. Gastón Baremberg, actual baterista de Fito Páez, “se acercó luego del concierto y se ofreció a llevarme al hotel y a pasear. O sea, fui, toqué y me llevé un batero”, bromea Aloras sobre su amigo.
Saer es otro de los nodos que conecta al músico con la capital de la provincia. “Más de una vez me han hecho mención a su obra. Interpreto que estéticamente, a nivel de texto y de poesía, hay algo santafesino. Es como cuando te preguntan qué tiene la música de Rosario porque parece una misma familia. Esas cosas que, a veces, no son del todo explicables pero existen en la producción artística de las regiones. Es más sencillo de verlo con la geografía: uno ve la montaña, los colores, las plantas y los árboles e identifica el lugar”.
Todo planteado
La primera producción discográfica en la que estuvo involucrado un joven Gonzalo Aloras fue “Ciudad Paranoia”. Publicado en 1998, el álbum que parece retratar los tiempos que corren, es el hijo único del trío Mortadela Rancia. Las otras dos puntas del triángulo -además de Aloras en guitarras, voces, teclados y bajo- eran Lisandro Falcone en bajo y Diego Giordano (autor de “Uniendo fisuras”) en batería. Para muestra del umbral de sonoridades, se pueden mencionar los dos únicos invitados: Monchito Merlo en acordeón y Alfredo Norese en samples. “Creo que ahí está todo planteado, como suele suceder en los primeros discos. Ahí están todas las etapas concentradas: desde las influencias, los textos, la filosofía, la electrónica, la disrupción. Después, lo que uno hace es desarrollar con más profundidad esas primeras ideas”. Valgan como ejemplo las conexiones entre piezas como “The rest of my life” y “A veces sueño”, “Get U” y “Bajo la lengua”, y “Puertas del sol” y “Emotival”.
El traje de solista nunca fue sinónimo de soledad en Aloras. El yo que empezó a expandirse entre “Algo vuela” (2004) y “Digital” (2017) fue muchos otros. Entre varios artistas, acompañaron su devenir: Litto Nebbia, Luis Alberto Spinetta, Charly García, Fito Páez y Juanse. En una suerte de radiografía discográfica, el músico acuerda con la idea de que “Algo vuela” se presenta como el clásico disco de rock multifacético, “Superhéroes” (2008) apela a la memoria colectiva y a la constitución artística subjetiva, “12” (2011) es una obra conceptual con un fuerte componente filosófico-letrístico, y “Digital” comunica una disrupción lúdica desde el formato (vinilo con bandeja virtual) y el sonido electrónico.
Además, las artes en general son una suerte de sombra que proyectan sus canciones, como así también los textos y observaciones que acompañan los álbumes. “Para mí, la filosofía, la literatura, el cine, la música y la pintura son primos hermanos... si es que no son hermanos de sangre. Me considero un confluyente de las cosas que admiro y disfruto. Para mí, es muy importante tener gustos personales y referentes en cada uno de esos universos. En todo lo que yo hago está esa conjunción de las distintas artes que terminan nutriendo una obra y dando lo que se suele llamar estilo, que yo creo que es la confluencia de tus influencias, tus errores, e incluso de tu neurosis. Debo confesar que, a veces, me produce angustia pensar que hay gente que pasa toda una vida sin referentes”.
Contra el olvido
La portada de “Superhéroes” es una producción del dibujante Juan Bobillo, en la que Nebbia, García y Spinetta comparten un estudio. El concepto del álbum es traducir la columna vertebral del rock argentino, en general, y de Gonzalo Aloras, en particular. Esa tríada de solistas de los orígenes del movimiento en el país (como explica Pablo Schanton entrevistado por Walter Lezcano en “Días distintos. La fabulosa trilogía de fin de siglo de Andrés Calamaro”, 2018) es contextualizada filosóficamente por el músico rosarino, en relación con las nociones de tiempo y de devenir. Para Aloras, “si tenemos que pensar el rock argentino como una línea de tiempo, Litto Nebbia le canta al pasado, Charly García al presente y Luis Alberto Spinetta al futuro. Analizando las canciones, por ejemplo, Litto dice ‘Ayer nomás’, ‘El rey lloró’; Charly, ‘No voy en tren’, ‘Estoy verde (No me dejan salir)’, y Luis, ‘Un mañana’”.
A tono con los homenajes, la intertextualidad es una pincelada que tiñe toda la obra del ex Mortadela Rancia. Pero en “Olvídalo” (“Digital”) se hace patente el gesto de tender puentes entre diversas tradiciones éticas, estéticas y filosóficas de nuestro rock, con menciones a piezas musicales de Pappo, Miguel Abuelo, Andrés Calamaro, Sumo, Virus, Soda Stereo, Fito Páez, Ratones Paranoicos y Babasónicos (sumadas a los tres superhéroes). En este sentido, “el crecimiento de un género se da a través de la relación con la tradición.
Hablando con Marcos Colasanti, un productor joven de trap argentino, le decía irónicamente- que para el trap no pase a la historia como un género de verano tiene que hacer una fusión entre algún sonido del pasado y el nuevo lenguaje de la juventud. Porque una de las características de la música nueva y es lógico que así sea- es que le da la espalda a la tradición para poder aportar su novedad. Como el adolescente, tiene que negar al padre. Pero todos sabemos que tenemos un padre, de algún lado salimos”.
Las mejores especies
En su rol de productor artístico, Gonzalo trabaja mayormente con músicos de la nueva generación. “Saben que conozco bien la tradición del rock argentino y el recorrido de la música popular americana. Me gusta fusionar eso con artistas nuevos que, quizá por sí solos, tendrían que dar demasiadas vueltas para llegar a esos códigos y sonoridades. Después, por supuesto, hay referentes. Por ejemplo, Fito Páez en ‘La conquista del espacio’ (2020) invitó a uno de los chicos que produje (Francisca y los Exploradores) y Catriel que es un referente del trap argentino. Entonces, de a poco todo eso se va dando naturalmente, pero hay que empujarlo, hay que hacerlo, hay que quererlo”.
En el plano internacional, Aloras reconoce que en los últimos meses lo tomaron por sorpresa las noticias de que Eminem y Jay Electronica utilizaron la base de canciones de Pescado Rabioso y Litto Nebbia, respectivamente, para hacer rap y trap sobre ellos. Ese es el diálogo. Fue sorpresivo que yo lo dije hace un tiempo y no se dio en Argentina, sino con los referentes más importantes del mundo. Pero, más allá de que en el caso de ellos sea simplemente tomar un sample y cantar arriba y que, a lo mejor, no sepan bien quiénes son Nebbia ni Spinetta, lo que importa es otra cosa. Es en los cruces, en las mezclas donde finalmente florecen las mejores especies... y no en esa cosa purista o clasista que dice ‘esto es para jóvenes’, ‘esto es para viejos’. Hay que escaparle en el nuevo siglo a todo eso”.
Lo que vendrá
“Hay algo que no desarrollé o profundicé hasta ahora y, por eso, siento que este es el momento”. De ese modo, Gonzalo Aloras anticipa el próximo material que contará con la curaduría de Carlos Franzetti. “El trabajo de composición y de arreglos va a ser muy refinado. Un disco interpretado mayormente por cuerdas, con músicos sofisticados y algunos legendarios, y las composiciones profundas y complejas sin dejar de ser canciones populares. Donde, quizá, habrá más elementos de jazz de lo que hubo en otros discos. Es una de esas facetas que como melómano me acompañó toda la vida. Pero, como autor, compositor y cantante es un mundo en el que no me había metido. Es medio atemporal o fuera de tiempo; a mí siempre me gustó lo disruptivo... y lo disruptivo tiene que serlo con su época, con su entorno. Hacer hoy un disco con esta sofisticación, puede ser un gesto tan punk como la aparición de Ramones en su momento”.
A la par de la música, hace años se dio a conocer el cortometraje “Un fierrín”, filmado por Aloras y con las participaciones estelares de Charly García, Gustavo Cerati y Fito Páez, luego de un accidentado show en Quito en diciembre de 2002. “Toda mi vida fui amante del cine clásico, old school (Welles, Akerman, Wenders, Godard, Cassavetes, Ozu). ‘Un fierrín’ es un hermoso cortometraje muy emotivo, un docu-ficción que compartí el día que cumplí 40 años. Es en relación a un proyecto más global que, por alguna razón seguramente incierta pero favorable a la vez, se fue postergando. Un proyecto de hacer un rockumental, un docuficción, una película experimental o un road movie. Es una parte de mi vida que tuvo mucha actividad y mucho viaje, pero también mucho cruce con personajes valiosos y alocados”.
—Lo interesante es que las apariciones son naturales, pero al mismo tiempo, parece que están actuando.
—Eso me reconforta, como amante del cine, del arte y de la literatura, porque es la cualidad que más me gusta o me hubiese gustado expresar como cineasta. Hoy, han cambiado tanto los formatos, que se podría pensar en una serie... pero me gustaría que sea una mezcla indefinible entre documental y ficción. Como un poema sobre Herzog y Godard pero bien santafesino.