Por Dr. Guillermo I. V. Kerz (*)
Lo peor que puede pasarnos como sociedad es la ruptura de las redes solidarias, de las redes comunitarias que nos unen y entraman, visualizando al otro como posible enemigo y no al virus.
Por Dr. Guillermo I. V. Kerz (*)
En 1948 se proclamó el Día Mundial de la Salud, que se celebra cada 7 de abril. En aquel momento se persiguió el objetivo de crear conciencia sobre las enfermedades mortales que acechaban a la humanidad y fomentar estilos de vida saludable. Este año, el lema es Cobertura Universal.
Las coberturas universales según la Organización Mundial de la Salud (OMS) implican que todas las personas y las comunidades tengan acceso, sin discriminación alguna, a servicios integrales de salud, adecuados, oportunos, de calidad, determinados a nivel nacional, de acuerdo con las necesidades; así como a medicamentos de calidad, seguros, eficaces y asequibles, a la vez que se asegura que el uso de esos servicios no expone a los usuarios a dificultades financieras, en particular los grupos en situación de vulnerabilidad.
Estamos frente a una Pandemia, o sea una Epidemia que abarca a muchos países. A diferencia de la Pandemia, la Epidemia es una enfermedad que ataca a gran número de personas, pero localizadamente.
El agente infeccioso se lo denomina Coronavirus o Covid 19, nombre que se ha introducido en nuestras vidas cotidianas, de un momento a otro, en forma alarmante. Aprendimos rápidamente sobre el aislamiento social, la importancia del lavado de las manos, del alcohol, del distanciamiento entre todos, para enfrentar a este enemigo. Pero el enemigo es el Virus, no las personas.
Hemos observado en estos días manifestaciones contra aquellas personas que han roto el aislamiento social, que además de ser denunciadas son agredidas psicológicas y/o físicamente.
Lo peor que puede pasarnos como sociedad es la ruptura de las redes solidarias, de las redes comunitarias que nos unen y entraman, visualizando al otro como posible enemigo y no al virus. Esto repercutirá fuertemente en esta Cobertura Universal. Ante esto, la fraternidad y la caridad son fuertes antídotos para evitar esta disolución comunitaria y enfrentar la pandemia.
Responsabilidad y solidaridad
Crear responsabilidad comunitaria para evitar que el virus se propague es central, pero hay que ser cuidadoso con mirar al otro, al vecino, al amigo como el enemigo que nos transmitirá el virus.
Esta responsabilidad es Solidaria. Desde la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), la solidaridad “emana del conjunto de aspectos que relacionan o unen a las personas, la colaboración y ayuda mutua que ese conjunto de relaciones promueve y alienta.”
Asimismo, la política debe ser protagonista en hacer todo lo posible y necesario para mantener estas redes sociales. El rol subsidiario del Estado es central. La acción subsidiaria no debe quedar en ideas ni en palabras, sino convertirse en acción para y con la comunidad, los movimientos, las vecinales y todas las fuerzas vivas que hacen a la organización comunitaria.
La subsidiaridad desde la DSI es el principio en virtud del cual el Estado sólo debe ejecutar una labor orientada al bien común cuando advierte que los particulares o los organismos intermedios no la realizan adecuadamente, sea por imposibilidad o sea por cualquier otra causa. Un Estado que revalorice su función y cuide el bien común, realizando políticas activas para tener una sociedad sin hermanos excluidos.
“Casa Común”
Son momentos de reforzar la cobertura universal de los conceptos de solidaridad, bien común, subsidiaridad.
Cuando la pandemia concluya, porque como toda pandemia tiene un principio y tiene un fin, deberíamos retomar las actividades con las redes comunitarias intactas.
Si las mismas se rompen, se producirán agujeros muy grandes, donde muchas personas, hermanos, caerán al vacío y la recuperación será más dificultosa.
Solo la compresión del virus como enemigo -no las personas-, nos otorgará la dimensión que el virus es un pobre virus y que la pobreza humana es mayor enemigo que el pobre Coronavirus.
Mantener activa universalmente la solidaridad, el respeto y amor por el otro, es responsabilidad de todos en tiempo de pandemia. Es el cuidado de la Casa Común desde la fraternidad, como expresa el Papa Francisco.
(*) Vicerrector Académico - Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Católica de Santa Fe.