Juan Carlos Scalzo | [email protected]
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Clemente Pérez, de 64 años de edad, falleció en la siesta de este jueves en el hospital rafaelino como consecuencia del CoViD-19 y se transformó en la primera víctima del virus en la ciudad y segunda en la provincia de Santa Fe.
Ante un desenlace que era ineludible debido a que padecía de varias comorbilidades que complicaron su cuadro, los familiares habían hecho los arreglos necesarios para darle sepultura en el cementerio Pax Dei, ubicado en Bella Italia, pero en medio de la angustia y el dolor que los embargaba tal vez no tuvieron en cuenta las restricciones que rigen en la pandemia ni las poco entendibles disposiciones legales que imperan en algunas localidades.
Fue así, que tras el deceso del ser querido y tras cumplir con el protocolo establecido por la Organización Mundial de la Salud y adoptado por el Ministerio de Salud, estaba todo dispuesto para llevar el cuerpo hacia el pueblo lindero, pero, imprevistamente, desde la administración de la necrópolis les fue comunicado que, por disposición del gobierno de Bella Italia, no podían realizar la inhumación del cuerpo ni se iba a permitir su ingreso a esa jurisdicción.
De acuerdo a lo informado por la empresa a los deudos de Pérez, todo obedecía a que el presidente comunal, Héctor Perotti, no firmaría la autorización respectiva, un paso obligatorio en función de una norma local vigente que no autoriza la sepultura en ese cementerio de personas que hayan fallecido por enfermedades infecto-contagiosas, una ordenanza muy cuestionable, más aún en estos momentos en que deberían abundar gestos de solidaridad y sensibilidad con los que padecen situación de sufrimiento por la pérdida de un ser querido a la que se suman disposiciones que imposibilitan tomar contacto con el cuerpo para una despedida final.
Vale recordar que, desde que fue impuesto el aislamiento social preventivo y obligatorio, en Rafaela están prohibido los velatorios y en el cementerio municipal sólo tres personas pueden acompañar la sepultura del cuerpo.
La imposibilidad de sepultarlo en el Pax Dei, como era su deseo, determinó que su cadáver fuera depositado en una sala especial del Cementerio Municipal, a la espera de su traslado a un crematorio regional en donde se realizará su incineración.
Clemente Pérez, un conocido comerciante de Rafaela, había ingresado al efector público de salud con un cuadro respiratorio grave, por lo que fue directamente derivado a la Unidad de Terapia Intensiva. Desde ese momento permanecía con asistencia respiratoria mecánica y un cuadro que fue desmejorando paulatinamente.
Junto a su esposa, había estado de viaje por el sur del país y estuvo en contacto con personas extranjeras, que estaban infectadas, y fue allí cuando contrajo el COVID-19.