En diálogo con El Litoral, el músico desplegó su más reciente obra, “Oasis”, cierre de la trilogía “Linyera”, y recorrió su amplia geografía artística.
Gentileza Fabio Borquez Con la música podemos viajar. Pero, una vez que los pies están tocando ese territorio, esa patria, hay una transmisión vibracional , afirma Melingo.
El viernes 20 de marzo, Daniel Melingo presentó en plataformas digitales y redes sociales “Oasis”. El último capítulo de la trilogía “Linyera”, que preceden el álbum homónimo (2014) y “Anda” (2016), coincidió con dos acontecimientos dispares: el inicio de la cuarentena por la pandemia de Coronavirus en Argentina y la semana de Miguel Abuelo (nació un 21 de marzo y falleció un 26 de marzo).
Según anticipó el artista a El Litoral, “será la punta de iceberg de una gran obra, no sólo la culminación de la trilogía. Estas 13 canciones son parte de las 47 que involucra la obra conceptual que estamos terminando de escribir y que va a ser un formato de ópera popular, de cámara y audiovisual. Esperemos poder estrenarla el año que viene”.
Miguel
Melingo entiende que Miguel Abuelo es una influencia que se siente “muchísimo en esta obra. Lo primero que se me viene a la mente es su conocimiento de Leopoldo Marechal y lo que nos inculcó sus lecturas”. En “Oasis”, asume, “encontramos algo bastante similar a ‘Adán Buenosayres’, donde los invitados a esta historia son mis amigos, mis pares, pero con los nombres cambiados”. Miguel Ángel Peralta, el paladín de la libertad, “tiene mucho que ver, sobre todo, espiritualmente. No me extraña que se sigan cruzando muchos caminos, un poco como lo entiende la narrativa de esta historia. En un momento, el Linyera muere en una masacre donde mueren todos, y la historia continúa. Atraviesa la muerte. Y llegan a su cometido final, que es encontrarle el sentido a un sueño que él tiene sobre una melodía. Miguel está más presente que nunca”.
Sentido en palabras
“Nos tiraron a lo hondo para probar la destreza” reza la canción que titula el álbum. Un buen leitmotiv para describir los desplazamientos por las distintas caras del riesgo en la obra de Melingo. En “Oasis”, quizá, el mayor riesgo (y la mayor destreza) sea la intensificación de la oralidad, la actitud de ir “en busca del poema”. “Más allá de que mi lenguaje es la música, se incorporan otros tipos como: el gráfico, con los dibujos y figurines de Ricardo Mosner; el diseño del artista Alejandro Ros; y el trabajo de Rodolfo Palacios, junto a mí y los letristas (Francisco Garamona, Luis Alposta, María Celeste Torre), que le fuimos dando sentido en palabras a una historia vivencial, que es este álbum”.
“Oasis”, también, tiene la particularidad de ser una canción de “interpretación familiar”, junto a su compañera María Celeste y su hijo Félix. El encanto, ese aroma a canción de cuna, es el resultado del trabajo de Guilo Villar. “Las tres voces son acompañadas por una sonoridad que él fabricó para la canción, transformada en una caja de música. Tal vez suene a triángulo o a algo metálico. Porque lo es, de alguna manera. Es un metal, un cilindro que da vueltas y golpea sus lengüetas en una caja de música”. En “Su realidad”, película de Mariano Galperín protagonizada por Melingo, ya apareció el instrumento. “A lo largo de toda esta obra me acompañaron, tanto las genéricas, como ésta, hecha especialmente para la canción”.
Imaginario musical
Son muchos los caminos transitados en el andar del Linyera hacia el Oasis. En plano musical, resume Melingo, “se refleja todo mi recorrido”. Esto quiere decir “Tangos bajos” (1998) hasta hoy, pero también Los Abuelos de la Nada, Los Twist, Lions in Love y los inicios en el Conservatorio Nacional de Música. “A pesar de mis 20 años de investigación y profundización con el tango, mi vida musical no comienza ni termina ahí. El tango es parte de todo mi imaginario musical. En este álbum y, específicamente en el ‘Sueño del éxodo’ (junto a Miguel Zavaleta), reflejé esta conjunción de ritmos, géneros, texturas y sonoridades”.
Investigar en el universo Melingo es sinónimo de caminar. La etimología de “método” parece calzar justo allí. Desandar el lenguaje, experimentar con una gama de instrumentos, reencontrarse con los ancestros, buscar la música en su terruño natal. Como hizo a fines de los ’70, en medio de un viaje por el nordeste de Brasil, que terminó con Melingo como clarinetista de Milton Nascimento. “Con la música podemos viajar. Pero, una vez que los pies están tocando ese territorio, esa patria (porque la patria es donde enterramos nuestros ancestros), hay una transmisión vibracional. Me pasó hace diez años conociendo a parientes que no conocía y a mi procedencia, a mi árbol genealógico”. Al modo del adivino que encarna Enrique Symns, el músico logró ubicar en Grecia su patria, más precisamente, en la isla de Zakynthos. La tierra donde vivió en el siglo XVIII un antepasado llamado Cristo Melingo.
Resistencia
En Grecia, Melingo también dio con la rebétika. “Una vez allá, fui atando cabos e investigando sobre esta música y la sonoridad de sus instrumentos. A través de unos amigos que tengo en Grecia, me acerqué a instrumentos, como el bouzouki y el baglamas, que conforman el imaginario rebétiko. Es una de las cinco músicas de resistencia, junto con el blues, el flamenco, el fado y el tango. Nació en 1928 en la ciudad de Esmirna, debido a una revolución. Gran parte de la población fue expulsada y terminó en el puerto del Pireo, en Atenas y en Tesalónica. Así fundaron este movimiento anarco-analfabeto que es la rebétika. No cuenta con el mismo glamour ni popularidad internacional que el tango, el blues o el flamenco, pero fue resistiendo a lo largo del tiempo”.
“El blues rebétiko de 7 vidas” y “Caminito rebétiko” tienden lazos entre el movimiento artístico griego, el blues y el tango. Con este último, “hay un parecido muy cercano, no tanto en la música sino en la filosofía. En la manera de hablar, su rebet, son los rebeldes quienes hablan este dialecto de inversión silábica, como el lunfardo. Y con un lenguaje, si se quiere, encriptado como lo fue el lunfardo en su momento. Esas similitudes que fui encontrando en la investigación y en la práctica las ratifiqué con este álbum”.
El 7Vidas es representado por Andrés Calamaro. “Siete vidas”, como la canción que cierra el lado A de “Cargar la suerte”, e incluye entre sus firmas a ambos artistas. Melingo explica las tramas invisibles que conectan las creaciones: “La noche que la grabamos, Andrés se fue a su casa y me mandó una canción. Estaba inspiradísimo después de haberse encontrado con este texto. Me dijo: ‘¿qué te parece cómo completé esta canción? Dame tu bendición’. Debo decir que con Andrés nos une la búsqueda y la experimentación. Es parte de nuestra cocina de la música”. Además de la aventura compartida en los Abuelos de la Nada, siempre uno de los dos tendió lazos y el otro respondió. El gesto no solo tuvo forma de canciones (“Lejos”, “Swing on tango”), sino también en la película “Su realidad” (donde Melingo y Calamaro realizan una versión experimental de “Porque hoy nací”) o en la confluencia en la revista Nervio Digital. Más de 25 años atrás, en los créditos de “Swing on tango” (“Grabaciones Encontradas”, Vol. 1, 1994), firmó Andrés: “Un encuentro probable, aunque imposible, de maestros de la improvisación y el sentimiento”.
Pares
La historia de “Oasis” tiene como epicentro al Linyera, pero hay otros actores que le dan ritmo a la trama. “Esa editorial se la debemos a mi colaborador Rodolfo Palacios. Los personajes son alter egos a los que les fuimos dando forma inspirados en la persona misma, la cual aporta gentilmente su voz y su interpretación”. Junto a Melingo (Linyera), interactúan Vinicio Capossela (El Cafishio Cocoliche), Andrés Calamaro (El 7Vidas), Fernando Noy (El Malevo Noy / La Chamana) y Enrique Symns (Henry, El Adivino). “Nos une la bohemia. Es nuestra savia creativa. Todos ellos son pares, buscadores que, algunos hace más de cuatro décadas, perseguimos esta manera de comunicar y de mostrar nuestra experimentación”.
En la figura de Symns, el histórico referente contracultural, escritor, creador de la revista “Cerdos y Peces”, Melingo encuentra una especie de “hermano mayor” que “marcó siempre el camino”. Enrique “tiene una verdad oracular. Por eso, en esta interpretación es un adivino. Más de uno de nosotros quedamos sorprendidos con la palabra de este gran artista que admiramos mucho”.
En vivo
En vivo, “Oasis” va a ser interpretado “a la manera de un power trío, con Muhammad Habbibi (guitarra eléctrica), Juan Ravioli (bajo eléctrico) y Gómez Casa (batería). Todos tocan samples, teclados y diferentes instrumentos. A esto le agregamos el bandoneón de Matías Rubino. En efectos, samples y coproducción, me ayudó a hacer la mezcla del disco el DJ y productor Oliverio Sofia. En coros está mi hijo Félix Melingo Torre. De esta manera y con esta formación interpretamos toda esta gama tímbrica y de sonidos”.