Diácono José Urch
Diácono José Urch
Pasó la Semana Santa... Estamos en la pandemia...¡cuántas muertes! ¿Tiene sentido actualizar el “Misterio de la Muerte”, sin transitar la “Pascua de la Vida”, fundamentada en la Resurrección?
El hombre creado por Dios tiene varios misterios, pero quizás el más grande, el más complejo, el más misterioso ha sido y es la muerte que no la podemos separar de la vida; que nos regala Dios con el “Resucitado”.
Para ello juega la Fe, absolutamente libre y opcional. Ante los mismos hechos de la Pasión de Jesús, interpretados de la misma manera, unos judíos creen en Jesús, lo descubren, se comprometen, lo transmiten y otros deciden darle muerte. en efecto, la Fe no es una convicción más o menos racional, sino una decisión puramente libre y comprometedora para siempre... Jesús significa la muerte que acepta para darnos la salvación, que es eterna, en clave de amor por medio de la misma humanidad, porque Dios Padre ha querido que esa salvación sea encarnada con hombres y mujeres.
Nuestra fe en la resurrección, don del Espíritu Santo, se sustenta en la singular experiencia de testigos como Pedro y Juan (Mateo 28,1-10): ¡la muerte ha sido vencida!
Es un don gratuito, inmerecido que el Señor nos ha dejado su Iglesia. Sin ella, sin los testigos apostólicos no hubiéramos conocido la vida de Jesús, su triunfo rotundo sobre la muerte con su resurrección, la certeza de nuestra futura resurrección, compartiendo la vida verdadera en el cielo. Promesa y realidad; fe y esperanza viviendo la caridad; las tinieblas transformadas en luz, afectando la vida del cristiano hasta su raíz.
Estamos frente a la pandemia, a tantas muertes en el mundo entero... La Resurrección, además de vencer nuestros lógicos temores, dudas, angustias, desequilibrios, aporta paz, alegría, amor, esperanza, comprensión.
La resurrección no es una terapia, pero quizás es lo más terapéutico: “No teman, la paz esté con ustedes”, es el saludo pascual de Jesús después de vencer a la muerte, sin dejar por lo tanto de ser un misterio el Misterio Pascual de Jesús.
La resurrección de Jesús muestra todo el valor de la Pasión en la Cruz, donde no solo hay muerte y dolor, sino que hay triunfo, resurrección. Allí, María, el sacramento maternal del perdón de Dios. Ella perdonó como su hijo, con sus discípulos oraba (Hechos 1, 14) y hoy nos acompaña en la contemplación en silencio de tantas muertes en el mundo y esperando al vencedor de la muerte, Jesús.