Una santafesina 42 días anclada en altamar por el coronavirus
La artista trabajaba en un crucero oceánico y finalizó su contrato. Pero quedó a la deriva, lejos de casa. Ahora está anclada cerca de Malasia y no sabe cuándo podrá regresar.
Sofía camina por los cuatro metros del camarote donde fue confinada hace 42 días cuando se desató la pandemia por coronavirus. Está en el 8° piso a estribor y a popa, a bordo del Radiance of the Seas, un imponente crucero de casi 300 metros de eslora y 13 pisos, de Royal Caribbean. Al igual que todas las noches, es la madrugada y no puede dormir. Entonces se asoma al balcón y congela su mirada en las botellas y plásticos que flotan en el mar. A lo lejos, el resplandor de unas luces en la costa le dicen que está en Malasia. Más precisamente, a 55.4 millas náuticas de Kuala Lumpur, y a 16 de la costa más cercana. La pregunta es siempre la misma: “¿cuándo podré volver a casa?”.
Si no fuese por el virus, Sofía Oxrud, esta artista rosarina de 36 años dedicada a la comedia musical, estaría ahora la Polinesia Francesa, cruzando hacia Hawaii para arribar a Alaska, donde el barco en el que trabajaba como asistente técnica de escenario hace temporada hasta principios de Septiembre. Pero los planes se fueron por la borda cuando el mundo entró en emergencia. Y no sólo quedó confinada a bordo sino que además fue despedida de su empleo.
Gentileza
Foto: Gentileza
Sofía se dedica al arte desde los 15 años, cuando comenzó en el Teatro El Círculo, de Rosario. Luego se fue detrás de sus sueños a conocer el mundo, trabajando a bordo de un crucero. Pero los días felices se terminaron con la pandemia. Y todo se tornó una pesadilla.
El día cero fue el 14 de marzo, cuando zarpaban de Sydney (Australia) hacia Nueva Zelanda, les avisaron que el puerto de destino había cerrado y debieron poner proa a Port Kembla. Diez días más tarde la empresa la echó con la promesa de regresarla a su hogar el 27 de marzo. Pero cuando quisieron desembarcar les dijeron “no”, y los expulsaron del puerto al mar. Pero lo peor no había llegado.
Operativo en el mar
Tras diecinueve días de cuarentena, el 1 de abril, el capitán dio la orden de encerrar a la tripulación en sus camarotes por 72 horas. Los días posteriores descendieron “a los tripulantes asiáticos” y a bordo de tenders, “unas lanchas inhumanas” —describió—, liberaron a otros 512 pasajeros con sus equipajes, en “un operativo con lanchas y helicópteros de prefectura como si fuésemos terroristas, una película de ciencia ficción”.
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Foto: Gentileza
Los siguientes fueron 12 días de navegación rumbo a Singapur en busca de combustible y provisiones, en un buque con capacidad para 2501 pasajeros, vacío. Solo la tripulación la acompaña, unos 300 operarios distribuidos por todo el gigante de acero naval. Y desde Singapur, otra navegación —el 17 de abril— hacia Kuala Lumpur, donde el buque ancló en medio del mar, y donde todavía permanece con la incertidumbre sobre su destino.
Pedido de auxilio
En el medio de toda esta odisea, desde su teléfono celular, Sofía inició gestiones antes las autoridades de las embajadas y vía Cancillería. Pero hasta el momento nadie la pudo traer de vuelta a casa. Por lo que continúa “atrapada en el mar”, sin saber qué será de ella, y bajo amenaza de que si no cumple con las indicaciones irá a reclusión a bordo.
Así, la angustia en el espejo pasó a ser su interlocutora. Sin embargo Sofía no se resigna y más allá de algún llanto, se siente íntegra, tenaz. “Pasé peores en mi vida”, confiesa. Ahora decidió dar a conocer su situación a través de las redes sociales y en cuanto medio de comunicación la escuche, para que alguien le tienda una mano y pueda volver. Porque ella no lo duda, a 16.512 kilómetros de su hogar, “Rosario siempre estuvo cerca”.