- “Palo, a mí me aparece tu biblioteca”.
- Me fui a dar una vuelta
- ¡Hola Xime!
- Che, perdón, pero ustedes escuchan lo del recinto? Yo no escucho nada...
- Yo tampoco escucho.
- Yo tampoco.
- Hola, lo que digo, señora presidenta, es que los legisladores que están a distancia no nos están escuchando...
- Señores diputadas y diputados, senadores y senadoras... Les voy a pedir que clausuren sus micrófonos, el que está en colorado en sus teléfonos o computadoras. Ésta es la modalidad virtual o remota que hemos votado y que es muy sencilla".
El diálogo que antecede bien podría ser un paso de comedia, pero no. Es la reproducción textual del inicio bizarro y accidentado que tuvo la Asamblea Legislativa del 1 de mayo, “víctima” de la virtualidad. ¿La Asamblea o la política? Lo cierto es que en el marco de las medidas de prevención que implican el distanciamiento social, el Poder Ejecutivo resolvió que dicho evento institucional en el que el gobernador rinde cuenta de sus actos y anuncia las próximas decisiones a tomar, fuera de modo semipresencial. Y ello permitió que sólo un puñado de legisladores (los presidentes de bloques), un par de ministros y el primer mandatario estuvieran en el recinto de Diputados. El resto lo hizo desde su casa, despacho, jardín, biblioteca...
El desorden en el inicio de la deliberación que emana de la narración inicial, y que intentaba subsanar con su intervención la vicegobernadora Alejandra Rodenas, es indicativo del aspecto menos gravoso de la nueva modalidad. Un mecanismo “sencillo”, que seguramente todos aprehenderán con un mínimo de entrenamiento.
Sin embargo, la virtualidad ha absorbido a prácticamente toda la clase política con sus dirigentes y consecuentes actividades. Videoconferencia del gobernador con los intendentes, videoconferencia del gobernador con los legisladores, videoconferencia del gobernador con sus ministros, videoconferencia de ministros con sus respectivos gabinetes, telesesión del Senado, semipresencialidad en Diputados, videoconferencias de prensa que, literalmente se convirtieron en mensajes unidireccionales de los funcionarios de turno para emitir un mensaje sobre el que ya no se formulan preguntas.
Es inobjetable la intención de todos de cumplir con la recomendación sanitaria de “distanciamiento social”, que impone la pandemia. Pero “distanciamiento” no implica erradicación de la presencia, que pareciera ser el camino a transitar. Es más, hubo ejemplos que demostraron que con las medidas de prevención del caso, algunos hechos políticos se pudieron realizar. Fue el caso de la sesión extraordinaria y preparatoria de la Cámara de Diputados que procuró un espacio físico más amplio -el paraninfo de la UNL- para deliberar evitando la proximidad. Y también lo fue la última reunión del Comité Central de Crisis, que discutió los temas de la coyuntura en uno de los salones del Data Center.
Sin desafiar ninguna de las recomendaciones que imperan en la sociedad para prevenir a todos de la enfermedad, bien podría plantearse si el exceso de virtualidad en la política santafesina no termina enmascarando una situación de cierto relajamiento y comodidad. De hecho, dificulta el seguimiento de los dirigentes de cualquier nivel, estamento y jurisdicción que ya -para muchos, en un escenario soñado- no tienen que tropezar con guardias periodísticas. Se apaga el micrófono, se cierra la pantalla, se cancela la conexión y lo sucedido dependerá de la reconstrucción que pueda hacerse del hecho.