Si se habla de nombres propios, el que desnudó contactos fue el propio Sergio Rondina, el actual técnico de Arsenal. “Hablaron con mi representante, le preguntaron si yo estaría dispuesto a ir a Unión una vez que termine mi contrato con Arsenal. Fue nada más que eso”, dijo. Después, Luis Spahn también dio indicios: “Tenemos cuatro nombres, de los cuáles hay dos que tienen trabajo”; léase, que tienen contrato vigente. La realidad indica que Unión lleva más días sin técnico que la misma cuarentena. Madelón se fue ante Vélez, Mosset dirigió con Arsenal y después, “todos a cuarteles de invierno”. La postura se vé clara. Más allá de lo que algunos piensan —pensamos— respecto de la demora en la contratación del entrenador, este tiempo permite acomodar un poco más algunas ideas y, sobre todo, ver de qué manera se suceden los acontecimientos. Eso fue lo que pensaron y la manera en que actuaron Zuccarelli y los dirigentes.
Sin que esto signifique un cambio de opinión, hay una realidad: los dirigentes del fútbol argentino ofrecieron a Agremiados la extensión de los contratos hasta diciembre y terminar así la temporada con la realización de los partidos que restaban de la Copa de la Superliga. Como esto fue, según los mismos dirigentes indicaron, rechazado por el gremio, se dio por finalizada la temporada, la Copa de la Superliga pasó a la historia y el 30 de junio, entonces, quedará un “tendal” de jugadores libres. Frente a esto, la pregunta es: ¿qué harán los clubes?, ¿saldrán al mercado a contratar futbolistas?, ¿ofrecerán renovaciones que posiblemente estén bastante por debajo de lo que se venía pagando?, ¿habrá una renegociación de los contratos vigentes?,
Con esta realidad económica, a la que se debe sumar la ausencia de ingresos (ejemplo, venta de palcos y plateas si es que se arranca con estadios vacíos, merma en el caudal societario, en la posibilidad de ventas de jugadores y baja considerable de sponsors), hay un aspecto clave que es el del proyecto deportivo.
Es cierto que el verdadero proyecto es el de inferiores, pero también es verdad que la supresión de los descensos hasta el 2022 (decisión que perjudica a Unión porque hará desaparecer una campaña —2018-2019— que fue buena, la que posibilitó la clasificación para la actual Sudamericana y que engrosaría el promedio futuro de haberse mantenido) permite tener un horizonte distinto, sin apremios inmediatos ni las exigencias que llevan a esos habituales apuros y desesperación en la que incurren dirigentes y entrenadores cuando los atemoriza el descenso.
En el abanico de nombres, Rondina tiene un lugar en la “pole-position” para largar en punta en la carrera. Se admitieron contactos. No se puede descartar el nombre de Juan Pablo Vojvoda, que es hombre de Bragarnik, con lo que eso implica (otro que tiene contrato vigente, en este caso con Unión La Calera de Chile) y surgen variantes, como la de Claudio Vivas, hoy trabajando en el Bolívar de La Paz. Los tres tienen chances. Los tres están en la lista. Los tres van a correr la carrera, aunque alguno resulte más accesible que otro, pero no son los únicos.
La pregunta que uno se hace es: frente a este panorama, ¿es descabellado buscar a alguien que tenga un mayor conocimiento del club y de los jugadores, tanto de Primera como de reserva, para “ganar tiempo” y apostar a un proceso distinto?.
En los 11 años que Spahn va a cumplir como presidente, casi siempre se buscó este tipo de perfil. Alí, Kudelka, Nery Pumpido, Juan Pablo Pumpido y Madelón son los ejemplos claros, apenas alterados con el año que dirigió Sava y con los pocos partidos de Pablo Marini.
Hay una decisión tomada que es la de que Marcelo Mosset siga en reserva y está bien. Arrancó hace poco, necesita más tiempo y no lo quieren “quemar”. Pero Unión tiene gente del club, representativa, a la que se podría recurrir si se elige este camino. Hace poco se fue Eduardo Magnín, que hizo un interesante trabajo con la reserva. Claudio Gugnali se viene “caminando” desde La Plata si Unión lo llama (entiéndase, en sentido figurado), más allá de su posición crítica hacia el actual presidente. Y hay más gente a la que se podría recurrir, como Nicolás Frutos (hoy trabajando como periodista en Bélgica después de haber sido tentado para ser manager de Independiente) y varios que podrían engrosar la lista si es que se busca a alguien “de la casa”.
“Es muy difícil hablar de perfiles. Nosotros buscamos un técnico trabajador, honesto y que se pueda adaptar a los jugadores que tenemos. No vamos a deshojar la margarita entre entrenadores que tengan una visión totalmente distinta u opuesta a la hora de hacer jugar sus equipos. Por dar un ejemplo, no vamos a salir a elegir entre un Caruso Lombardi y un Bielsa, por mencionar dos técnicos que están en las antípdos, pero te puedo asegurar que cualquier entrenador, si lo contratamos, enseguida va a tener una radiografía completa del plantel porque la tecnología así lo permite, porque se actualizan permanentemente y porque así se trabaja”, dice Martín Zuccarelli, el secretario técnico, voz autorizada y escuchada, lógicamente, por la dirigencia.
“¿Vos decís que se pierde el tiempo en no traer ya un entrenador?, no te creas. Hubo uno que conocía hasta a los jugadores de sexta de Unión... Hoy se conoce todo y se averigua todo”, confió una alta fuente rojiblanca, allegada a la dirigencia y al manager.
Ni en el rincón más recóndito de la cabeza de Spahn está la convicción o la certeza de cuándo empezará a rodar la pelota. Creo que ni siquiera el cómo. Se lo puede percibir, avizorar. Pero no confirmar. Hay decisiones que parecen tomadas (ejemplo, la supresión de los descensos y la continuidad de los promedios), pero también se sabe que en este fútbol argentino de tantos cambios, idas y vueltas, “a ‘Seguro’, se lo llevaron preso”. Y que esto que se ha elaborado como una especie de borrador —casi definitivo— en lo reglamentario, podría sufrir alguna variación porque los dirigentes del fútbol argentino ya han dado muestras de pegar “volantazos” de manera sorpresiva.
Mientras no haya una seguridad, Unión esperará, evaluará, analizará. Hay decisiones que se avecinan. La de los contratos que terminan es una de ellas, importante porque estamos hablando de alrededor de una decena de futbolistas sobre los que hay que tomar una determinación y varios de ellos son titulares. A esa decisión la debería tomar el nuevo entrenador. Quizás sea la que marque el tiempo de las definiciones en cuanto al futuro conductor del plantel.
Y después, lo reglamentario, la manera en que finalmente se jugará de aquí a dos años. Esto también habrá que evaluar. Y pensar en un proyecto que supere el día a día, el partido a partido. Es posible que cambien los paradigmas. Hace menos de un año, cuando se armaba en plena Copa América de Brasil el plantel para jugar desde agosto y se producía la primera tanda de transferencias y desvinculaciones, se hablaba de no sólo reemplazar sino de dar un salto de calidad. Menos de un año más tarde, la inesperada pandemia deja de lado aquellos análisis y obliga a un replanteo en el que se pone todo en el tapete. Hasta el espíritu de supervivencia para que el club sobreviva a semejante momento y salga bien parado.
“Hasta hoy lamento haberme ido de Boca. Tomé una decisión apresurada. Ojalá pueda volver y quedarme. Y si pudiera jugar con mi hermano Gustavo, sería un sueño completo. Si tengo la posibilidad de volver, no voy a dudar”, dijo Walter Bou, el delantero que está a préstamo en Unión y cuyo contrato vence el 30 de junio venidero. Si bien el rendimiento fue aceptable y los dirigentes de Unión harían el intento por retenerlo, es muy difícil que esto ocurra. En Boca miran como una chance la de que vuelva al club si es que no se renueva el préstamo de Franco Soldano, que también culmina el 30 de junio.