Sabrina Courtalón es quien tuvo la idea de crearlos para después fabricarlos. Haber realizado el curso de lengua de señas fue fundamental para ponerse en el lugar de quien tiene alguna dificultad auditiva y pensar en un adminículo que solucione el problema de comunicación.
Gentileza Sabrina Courtalón Feliz. Sabrina Courtalón muestra orgullosa el barbijo que no es tapabocas. Ella misma lo diseñó y los fabrica.
Desde hace 50 días nuestro país está viviendo algo que nunca vivió (lo mismo sucede en casi todo el planeta). Desde hace 50 días, el presidente Alberto Fernández decretó la necesaria cuarentena a raíz del brote de coronavirus, enfermedad a la que empezamos a conocer desde hace un puñado de meses. Luego de esa decisión, fundamental por cierto, le siguieron varias resoluciones, entre ellas, el uso obligatorio de barbijos o tapabocas. La cuarentena, denominada por el gobierno “aislamiento preventivo social y obligatorio”, trajo aparejada cierta desunión, desconexión y hasta incomunicación, paradójicamente en época de inclusión, inserción e integración.
De todos modos, hay seres humanos que sienten empatía, que se sitúan y piensan en los demás, y en los inconvenientes y obstáculos que presentan algunas determinaciones, como la de la utilización de los barbijos.
Una de esas personas es Sabrina Courtalón, una joven santafesina de 19 años, técnica constructora nacional y estudiante de veterinaria, quien tiene la capacidad de comprender la vida emocional de otro ser humano, y por eso tuvo la ideas de diseñar un barbijo especial que tiene la facultad de que se le vea a boca a quien lo utilice, todo para que aquella persona que tenga una dificultad auditiva pueda entender lo que dice su interlocutor.
Claro que todo tiene un por qué, y Sabrina se lo explicó a El Litoral: “El año pasado hice un curso de lengua de señas en la Vecinal de barrio Las Flores, muy cerca de mi casa. Ese primer paso hizo que el tema me interese mucho más, porque realmente desde afuera no se puede ver la verdadera situación. El curso me sirvió para mentalizarme y meterme en la realidad que viven las personas que no tienen la posibilidad de acceso a las actividades cotidianas”.
Gentileza Sabrina Courtalón
Foto: Gentileza Sabrina Courtalón
“Con esta situación que estamos viviendo con respecto al coronavirus, y desde que se instauró la obligación de usar barbijos, me di cuenta de que el tradicional no funcionaba para todos, porque existe un grupo de personas, muchas de ellas a las que conozco, que no podía comunicarse con la gente. Lo primero que pensé, teniendo en cuenta que yo había hecho el curso de lengua de señas, fue diseñar unos barbijos especiales, pero la idea es que lo utilicen las personas que no tienen problemas auditivos, y de esa manera se logre un ida y vuelta en la comunicación”, explicó la joven.
“En la actualidad no es obligación saber la lengua de señas, y si no se sabe comunicar algo a través de las señas, quien tiene algún problema auditivo puede entender lo que uno dice leyendo los labios, pero con el tapabocas puesto es imposible, entonces la comunicación no existe”, agregó Sabrina.
—¿Cómo empezaste a diseñarlos?
—En sí, lo primero que hice fue pensar en un barbijo que permita que la persona con problemas auditivos pueda ver los labios de quien está hablándole. Por eso creamos un barbijo con una parte transparente para que se pueda ver la boca. Por supuesto, que siga cumpliendo con la función principal de un tapabocas pero que no corte la comunicación entre todas las personas. Como ya estábamos fabricando barbijos tradicionales, empezamos modificándolos para tratar de dar con el diseño que cumpla la función que habíamos pensado, pero nos encontramos con un problema, que se empañaba el acetato transparente con el aliento cuando el que lo usa comenzaba a hablar.
—¿Entonces, qué hiciste?
—Lo primero que hice fue hacerles unos orificios en los laterales para que no se empañaran, pero claro, no cumplían con la función primordial de un barbijo. Entonces, buscando en internet, encontré un tutorial en el cual mostraban que pasándole jabón al acetato no se empaña, y lo mismo pasa con los lentes, porque aquella persona que usa lentes también tiene ese problema cuando respira, entonces con el jabón, que puede ser el blanco común, y después pasando una servilleta de papel, ya se soluciona el problema.
Otro de los problemas que surgió fue la diferencia de textura entre el acetato y la tela, pero Sabrina encontró la solución: “Teniendo en cuenta que el acetato transparente es algo más rígido que la tela, para que sea más cómodo debimos implementar un diseño para que no moleste, utilizando otros materiales un poco más duros que una tela común. Después de varias pruebas pudimos lograrlo, además se puede adaptar a la nariz de cada uno con un pequeño doblez, la verdad es que estoy muy contenta por el resultado”.
—¿Tuvieron la repercusión que esperabas?
—Sí. Lo bueno fue que muchísima gente me habló o se interesó en el producto para sus locales, para sus negocios, para el día a día normal, porque en esos lugares, como en un supermercado por ejemplo, te podés encontrar con alguna persona con problemas de audición, que necesita resolver un problema, y no todos saben la lengua de señas. La verdad es que deberíamos usarlo todos, porque todos necesitamos comunicarnos.
—¿Te das cuenta de que la idea de diseñar este barbijo trae aparejada otras cosas?
—Por supuesto. Creo que esto también va a hacer que las personas de a poco empiecen a incluir a la gente y a darse cuenta de la importancia de ponerse en el lugar del otro... Pienso que el mensaje es incluir, y que la gente también se dé cuenta de que hay una parte de la población que está siendo eximida del resto.
“Hay que pensar que la población de personas con problemas de audición que hay en Santa Fe es mucha, por eso la necesidad de que la gente que no sepa la lengua de señas pueda acceder a este tipo de barbijo”.
Sabrina Courtalón
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