La historia de aquella noche en la que Racing 'desgualichó' la cancha y perdió con los sabaleros...
Con Colón, no hubo brujo que valga
Fue el 14 de febrero de 1998, faltaban pocos días para el inicio del torneo y Racing hacía 32 años que no salía campeón en la Argentina. Hicieron un acto de “exorcismo futbolero”. Y lo invitaron a Colón, que con suplentes le ganó el partido.
Archivo El Litoral Los hinchas de Racing en la marcha hacia el estadio, aquél día de febrero de 1998. Colón les arruinó la fiesta en la cancha. Fue el primer partido del profesor Córdoba.
A Colón había llegado el inolvidable profesor Daniel Córdoba y mientras el plantel se preparaba para iniciar el Clausura de 1998 —le tocaba debutar como local ante Rosario Central— y para disputar la Copa Libertadores, surgió una “extraña invitación” de Racing, club con el cuál había un conflicto por los pases de Claudio Marini y Esteban Fuertes, en el que se involucraba a Marcelo Saralegui, ya que el 70 por ciento de su pase pertenecía a la Academia. Al final, los tres siguieron jugando en Colón, pero éste es un detalle al margen. Esa “extraña invitación” era para participar de un “exorcismo” preparado en la cancha de Racing, que por aquél entonces llevaba un largo tiempo sin salir campeón (desde el famoso equipo de José Pizzutti, que había obtenido el torneo de 1966, la Libertadores y la Intercontinental de 1967). El 20 de noviembre de 1966, faltando todavía dos fechas más por jugarse, Racing empataba en La Plata con Gimnasia, sin goles, y lograba el título de campeón. Ese mismo día, Colón lograba una victoria clave ante Newell’s, pero a los pocos días se iba a determinar la supresión de los descensos y, con ello, aseguraba su permanencia. Cuestión que habría logrado luego, por resultados, ya que a pesar de perder con Quilmes, venció a Banfield en la última fecha y con ello logró que tanto Quilmes como Chacarita quedasen debajo suyo en la tabla de posiciones.
La cancha había quedado destruida el 13 de diciembre del año anterior, cuando Los Redonditos de Ricota actuaron bajo la lluvia (cayeron 150 milímetros esa noche) y el campo de juego se estropeó por completo. El partido con Rosario Central se debía jugar el martes 17, pero algunos pocos milímetros hicieron que se postergue para el día siguiente. El resultado favoreció a los “canallas”, que ganaron 2 a 1 con goles de Bustos Montoya y Gaitán; el Bichi Fuertes había establecido el 1 a 1 momentáneamente. La cancha estaba muy mala, el profesor Córdoba usaba aquella famosa frase: “Una cosa es jugar al pelotazo y otra al ‘barandazo” y Miguel Angel Russo, el técnico de Central, se quejaba de la cancha y decía que “River, en la Libertadores, va a presionar para que el partido no se juegue en esta cancha”, cosa que luego no ocurrió y se disputó en el Brigadier López.
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Pero volvamos a ese sábado 14 de febrero de 1998. El fútbol tiene mucho de esto que voy a contar. No es nuevo ni debe sorprender a nadie. La superstición, las cábalas, los mitos y leyendas están a la orden del día. En la cancha de Colón, por ejemplo, se habló durante mucho tiempo de un “trabajito” que habían hecho en el arco norte. Y hubo que buscar a alguien que venga a investigar y a “curar” aquella maldición. En su momento se hizo famoso el hecho. Pero en la cancha de Racing, que llevaba 32 años sin ganar un título local en ese momento, el mito estaba localizado en el arco del sector donde se ubica la hinchada de Racing, o sea el que da a la cancha de Independiente (ubicada a escasos metros). Allí descansaban siete sapos muertos que enterraron como maldición algunos hinchas de Independiente en la década del ‘70, justo cuando empezó la debacle del primer campeón del mundo argentino. La leyenda de la maldición empezó a tomar fuerza en la década del ‘80, con Alfio Basile como entrenador. Cuando el Coco mandó a excavar la zona para ver si encontraban a los sapos, No se encontró nada, pero ese año Racing salió campeón de la Supercopa. “Nunca creí en esas cosas, siempre me parecieron un absurdo, pero en el plantel que jugó la temporada 87/88 uno de mis compañeros empezó con eso del arco embrujado y a contar historias de las macumbas que habían hecho detrás de ese lugar. Todos lo tomamos como una broma. Pero le metió tantas fichas a Basile que el Coco mandó desenterrar lo que para nosotros eran sapos. Por supuesto no encontraron nada y quedó como una anécdota más”, contó alguna vez el “Toti” Iglesias, aquel recordado goleador que se transformó en referente del equipo. Algunos años después, durante la década del ‘90 encontraron enterrados en las cercanías del arco que da a la popular local, el arco que es protagonista de esta historia, huesos de un gato. Y a partir de allí el gran mito dejó de ser el de los siete sapos y pasó a ser el de los siete gatos.
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Vayamos a la historia. Sábado 14 de febrero de 1998, 15 mil hinchas en el Cilindro. Primero, la peregrinación con la Virgen de Luján y las antorchas, con el ex presidente Daniel Lalín y el capellán Jorge Della Barca al frente. Luego, la actuación de Alfredo Casero y Vox Dei, para tratar de exorcizar la mala suerte de la mitad celeste y blanca de Avellaneda y que el equipo pueda volver a salir campeón. Tres años después, con los “cuernitos” de “Mostaza” Merlo y el país prendido fuego, en medio de la locura de los cinco presidentes en diez días, Racing dio la vuelta olímpica. Y “Mostaza”, muchos años más tarde, en aquél infartante final del torneo de la B Nacional de 2014, consiguió que Colón regrese rápidamente a Primera, recuperando la categoría que se había perdido ese mismo año. Ese sábado caluroso de febrero, se puso como excusa que había que bendecir las nuevas luces del cilindro, pero, en realidad, lo que se hizo fue “desgualichar” los dos arcos —por las dudas— y el tema “Presente” fue cantado por todo el estadio. “Todo concluye al fin, todo tiene un final”, gritaban desaforados y enardecidos los hinchas de Racing. “Y Racing será campeón”, se leyó con los fuegos de artificio. Y luego vino el partido, donde Colón, que jugó con suplentes, no quiso asociarse a la fiesta y ganó el partido 2 a 0. Juan Manuel Suligoy con un violento remate y “Tapita” Ariel Segalla con un disparo de emboquillada que dejó sin chances a Bizarri, fueron los autores de los goles del equipo del profe Córdoba, que ganó sin objeciones. Fue el raro comienzo también de una hermosa historia que escribió Colón en ese primer semestre del ‘98. Ese plantel, contando este amistoso, jugó 30 partidos en menos de cuatro meses, entre el 14 de febrero y el 8 de junio. El ciclo arrancó con esa victoria en la noche del “desgualicho” en el cilindro y terminó con el 2-5 en cancha de Lanús, la tarde que el profesor Córdoba le cerró la puerta en la cara a Vignatti. Y en el derrotero de esos 30 partidos, viajes inolvidables a Perú y a Asunción del Paraguay, para disputar partidos que quedaron grabados a fuego en la memoria y en el corazón de los sabaleros.
"Se quedaron mudos en el gol de Tapita”
“Quedaron mudos después del gol de Tapita Segalla, que fue en el arco donde va la hinchada. ¿Sabés qué me quedó grabado de esa noche?, que fue el último partido con la marca de la camiseta que estábamos usando hasta ese momento. Ya el lunes arrancábamos con la marca nueva. Así que Lavini y el utilero nos dijeron que nos llevemos todo. Estaba enloquecido, era un pibe y me llevé a mi casa la camiseta, los pantalones y las medias”, cuenta el “Pechu” Suárez, uno de los jugadores que había surgido de las inferiores de Colón y que jugó ese partido con Racing.
“Ese plantel era largo, tenía como 35 jugadores. Yo jugaba en lugar de Ibarra o de Unali, que eran los titulares. Me tocó tener posibilidades, porque Asencio, el otro lateral, tuvo probemas, se lesionaba. Así que iba de 4 o de 3... Y otra de las cosas que me llamó la atención esa noche, fue el tema de las antorchas en las tribunas”, cuenta Hernán Suárez.
“No fuimos con las figuras, con los titulares, porque a los pocos días empezaba el torneo. Deben haber pensando que ‘a éstos los cagamos a goles y resulta que perdieron con el muletto de Colón”, señaló el ex marcador de punta rojinegro.
“Cuando me dejaron libre, a mediados de ese año, recuerdo que José García nos dijo que había que bajar el plantel porque jugábamos un solo torneo. Por eso, porque éramos como 35, en muchos partidos se podía jugar con el equipo alternativo. Me acuerdo que contra Boca jugué de 4 y el Negro Ibarra de 8. Hizo un gol y sobre el final erró un penal el Bichi, que se había metido un gol en contra. ¡Justo el Bichi, que después se cansó de meterla!”, dijo Suárez.
Por último, reflejó su buen recuerdo de aquello que vivió en Colón, dijo que “fue hermoso, lo más lindo de mi carrera. En esos tres años que estuve en los planteles profesionales, conviví con grandes jugadores y personas. Y los que venían, encajaban bien y al poco tiempo. Nunca olvidaré aquellas pretemporadas. Hice dos en Necochea y otra en Córdoba, con un nivel humano que era hermoso”, señaló el ex jugador, que fue promovido a Primera por Francisco Ferraro. “El primer contrato lo hago con Ferraro, en la temporada 96-97. El fue el que me subió al plantel y ahí ganamos el subcampeonato. Fue terrible esa pretemporada en enero en Necochea, con el profesor Olivera. Fueron quince días, hacíamos triple turno, volábamos en la cancha. Ese fue un gran equipo”, concluyó.
“Hice un lindo gol”
Ariel Segalla era un enganche que tenía muy buenas condiciones, quizás sin las chances suficientes para poder mostrarse, como ocurría —y ocurre— con los jugadores que surgen de las inferiores. El hizo el segundo gol y lo cuenta, pero antes recuerda sus vivencias de esa noche: “Me acuerdo que viajamos con un equipo alternativo, creo que estaba Lalín de presidente en Racing, una persona muy particular.
Nosotros llegamos al vestuario, no participamos de todo lo que se hizo, el profe Córdoba dio la charla, nos cambiamos, calentamos y salimos a jugar. El partido nos sirvió mucho para mostrarnos”, dijo “Tapita”.
Y después contó con lujo de detalles cómo fue su gol: “Fue una pelota que jugamos por derecha, Chupete Marini la recibió como volante por derecha, como si fuese un ‘8’, adelantado, en tres cuartos de cancha; entonces, aproveché para meter una diagonal desde el medio hacia la derecha, entre el central y el lateral. Chupete me la picó por arriba, la pelota picó una vez en el piso y cuando estaba cayendo otra vez observé que salía Cáceres, que había entrado por Bizarri, y se la cacheteé de zurda por arriba. Fue un lindo gol y lo recuerdo con mucha claridad”, contó Ariel Segalla.
Eduardo Salva El Pechu Suárez en la marca de Silvio Mendoza en un clásico que se jugó en cancha de Colón. Fue otro de los protagonistas de aquella noche en el cilindro
El “Pechu” Suárez en la marca de Silvio Mendoza en un clásico que se jugó en cancha de Colón. Fue otro de los protagonistas de aquella noche en el cilindroFoto: Eduardo Salva
La increíble historia de Suligoy
Al poco tiempo de haberse ido de Colón y siendo futbolista de Atlético de Rafaela, a Juan Manuel Suligoy le pasó algo increíble: llegó a ser más “famoso” que Batistuta, sólo por mencionar a un delantero de su zona (nació muy cerquita de Reconquista).
Juan Manuel Suligoy pasó de ser un jugador más del ascenso, a transformarse en la gran figura de toda una generación. Los motivos, desde ya, son algo insólitos: Suligoy era parte de la plantilla de Atlético Rafaela en la temporada 1998/1999, época de furor del PC Fútbol 6.0, el videojuego predilecto de los jóvenes futboleros de aquel entonces.
No era un nombre más. Sin ninguna explicación, era uno de los jugadores con estadísticas más altas. Es decir, Suligoy en este mundo paralelo fue mejor que Beckham o Rivaldo, por citar algunos ejemplos de figuras de aquel entonces. Llegó a estar segundo, detrás de Ronaldo. Increíble.
Sobre el caso Pinos
Un sitio ecuatoriano le hizo una entrevista al Dr. Gerardo Acosta, Master en Derecho Deportivo, quien reside en Paraguay y se refirió al caso Jorge Pinos y su inclusión en Independiente del Valle durante la Copa Sudamericana y puntualmente en la final ante Colón, tras lo cuál se produjo el reclamo de Técnico Universitario y de Colón por la supuesta indebida inclusión.
“El jugador Jorge Pinos mantiene un litigio laboral sobre su contrato con un tercero, pero la Federación certificó ante Conmebol que estaba regularmente inscripto en la lista de buena fe de Independiente del Valle. Si hay una irregularidad cometida por la Federación Ecuatoriana en el proceso de inscripción y de certificación ante Conmebol, desde mi punto de vista no puede afectar al jugador. Si sigue regularmente inscripto, no pasa nada, la protesta no tiene sentido. Ahora, si se anula la inscripción, tendrá efecto hacia el futuro y no a lo ocurrido con anterioridad”, señaló.
“Independiente Del Valle sólo tendría que cancelar una indemnización nada más”, fue lo que el abogado especialista en derecho deportivo agregó en la nota que efectuó con el sitio Peloteros Ecuador.