Ante la decisión de suspender el tradicional Te Deum, el arzobispo de Santa Fe, Monseñor Sergio Fenoy dio a conocer un documento en el que alude a la fecha patria y al particular momento que atraviesa la humanidad como consecuencia de esta pandemia.
Ante la ausencia de Te Deum, el prelado emitió un documento en el que alerta sobre la profundización de problemáticas sociales a partir de la situación sanitaria. Abordó desde el hambre en los barrios hasta el hacinamiento en las cárceles.
Ante la decisión de suspender el tradicional Te Deum, el arzobispo de Santa Fe, Monseñor Sergio Fenoy dio a conocer un documento en el que alude a la fecha patria y al particular momento que atraviesa la humanidad como consecuencia de esta pandemia.
“Este año será distinto el modo en que alabamos y damos gracias a Dios por el don de nuestra patria argentina. Siempre en estos días de mayo y desde los comienzos de nuestra historia, hemos valorado el don precioso que Él ha confiado a nuestra libertad, para que lo cuidemos y perfeccionemos, como tarea común de todos los argentinos y crucial responsabilidad de sus gobernantes”, expresa el documento.
“La pandemia de COVID-19 se ha extendido sobre la familia humana. Todos nos hemos visto afectados de una forma u otra por ella. Muchas situaciones de nuestra vida cotidiana se han modificado: hábitos, costumbres, celebraciones, rutinas... Estamos pasando por una constante fluctuación de nuestros estados de ánimo”, mencionó.
Tormenta
Fenoy advirtió que “se avecinan momentos muy duros para nosotros, particularmente en el ámbito social. Las graves consecuencias de esta ‘tormenta’ ya se sienten: la realidad se nos vino encima, y hace que se visibilicen problemas estructurales de nuestros barrios. Es preocupante la situación del hacinamiento y abandono en las cárceles, las limitaciones del sistema de salud, la asistencia alimentaria sostenida, los problemas de la falta de agua potable, y muchas necesidades concretas que surgen por la pérdida de las changas y trabajos informales de muchos de nuestros vecinos”, sostuvo.
“Pero si bien esta situación de emergencia puede prolongarse riesgosamente en el tiempo -aclaró- nos hará bien pensar que una sociedad mejor puede nacer de esta crisis global, gracias al esfuerzo de todos. Es posible seguir aprendiendo de nuestra gente sencilla, tan acostumbrada a tener que adaptarse siempre a nuevas y difíciles situaciones. Más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir”, aseveró.
El prelado enfatizó, de todos modos, que “en medio de la incertidumbre y las amenazas es posible sembrar esperanza. Porque ésta se basa en la fe en Dios, en la fuerza que Él nos da para responder en cada circunstancia con sabiduría, prudencia e inteligencia”.
Reserva moral
Según Fenoy, “nuestro pueblo, por las reservas morales que todavía conserva, es capaz de asumir las mayores dificultades con dignidad. Todavía estamos de pie, gracias a tantos argentinos que viven el diario y escondido heroísmo del ‘ahora’ y del ‘nada más que por hoy’ y que, con popular ingenio, no bajan los brazos, sino que resuelven solidariamente las situaciones duras de la vida cotidiana, haciendo mucho con tan poco. Ellos desconciertan a quienes abusan del poder porque saben aprovechar todas las posibilidades de participación y de responsabilidad ciudadana; desaniman a quienes cifran todo en el dinero, porque generan creativamente alternativas de comunión donde el poder económico no encuentra lugar; multiplican gestos gratuitos y desinteresados y se las ingenian para recuperar espacios de fraternidad y de comunicación auténticas prestando atención a quienes están a su lado”, planteó.