Tomás Rodríguez
Una de las mayores glorias y emblemas del Racing Club ha sido sin lugar a dudas, Juan José Pizzuti, con una personalidad que trascendió como futbolista y técnico, con 182 dianas en 349 encuentros, en el profesionalismo, con 182 tantos en la Academia, siendo el segundo anotador vistiendo la celeste y blanca, detrás de Evaristo Vicente “El Omnibus” Barrera, con 136 tantos. Dirigió a Colón en la década del 70.
Tomás Rodríguez
Luego del fantástico tricampeonato de Racing Club de 1949-50 y 51, al año siguiente arribó a la Academia un hombre destinado a hacer historia: “Tito” Pizzuti, había sido artillero en Banfield (47 dianas en 77 partidos), su club de origen donde había debutado a los 19 años, formando un ala derecho inolvidable con el “Cholo” Miguel Converti (P), después pasó a River Plate (7 tantos en 30 cotejos) y en esa temporada observó que su flamante equipo, peleaba y perdía el título justo con los “millonarios” en la última fecha; mientras en 1953 fue el jugador más efectivo de la temporada con 22 anotaciones.
El futbolista nacido el 9 de mayo de 1927 en el barrio de Barracas, en 1955 fue cedido a Boca Juniors, regresando a la entidad fundada el 25 de marzo de 1903 asumiendo un nuevo rol de armador y estratega.
Al lado de “Tito” Pizzuti iban a crecer tres pibes talentosos que tendrían su consagración en el Campeonato Sudamericano de Lima (actualmente Copa América) de 1957: Oreste Omar Corbata, Humberto Dionisio Maschio y Antonio Valentín Angelillo (surgido en el Sacachispas fundado por Borocotó). También fue el admirable conductor de un Racing Club que obtuvo dos campeonatos más en 1958 y 1961, apoyado en la excelencia de un ataque experto, imaginativo, claro, contundente.
En 1958 ese quinteto estaba constituido con Oreste Omar “Genio” Corbata, Humberto “Bocha” Maschio, Pedro “Tanque” Manfredini, Rubén “Marqués” Sosa y Raúl “Bruja” Belén. Tres años más adelante, transferido el mendocino (28 goles) a Italia ingresó como centrodelantero el “Curita” Pedro Mansilla (Flandria y Boca Juniors).
En la defensa del conjunto dirigido por Guillermo “El Filtrador” Stábile (goleador del mun dial de 1930) sobresalían la firme presencia de Pedro Dellacha (Don “Pedro del área”, como lo bautizó el periodista Félix Daniel Frascara), reemplazado luego por Norberto Anido y el batallador espíritu de un hombre muy querido que se fue muy temprano Vladislao Cap.
En 1961 llegaron dos jugadores de Newell’s Old Boys de Rosario, un luchador incansable de la media cancha Anacleto Peano y un aristócrata del fútbol, el rubio Federico Sacchi, con su pinta de lord inglés y su calidad para disputar el mano a mano con los delanteros contrarios.
Cuando bajó el telón de esa competencia, ganado de punta a punta por la Academia, con un Pizzuti que arrancaba de atrás, acompañaba, llegaba y metía más goles que nadie (15), el club premió a su jugador con el pase en blanco; siendo un error notable, volvieron los años de vacas flacas y de sosiego.
Feliz retorno
La historia dice que el 12 de setiembre de 1965 Racing Club quedó último en la tabla; no había ganado un partido en seis fechas y debía enfrentar a River Plate, puntero del certamen. La directiva que presidía Santiago Saccol tomó entonces una medida heroica, le ofreció la conducción técnica a Juan José Pizzuti; volvía el antiguo conductor de adentro, ahora como salvador desde afuera.
Bienvenida de Tita
La canchera Tita Matteucci (nació en la utilería del Cilindro) lo recibió con mate y tortas fritas, llovía copiosamente, les dijo a los pibes del club: “Pizzuti vino para sacar campeón a Racing, aunque hoy estamos en la cola del torneo, es un sueño, una esperanza, yo tengo fe en su capacidad de conducción”.
Tito Pizzuti asumió y el domingo 19 debutó exitosamente: Racing 3, River Plate 1, fue el nacimiento del “milagro”. Con futbolistas de otros clubes que buscaban su revancha en la Academia: Juan Carlos “Toco y me voy” Rulli (Boca Juniors), Juan José “Yaya” Rodríguez (Boca Jrs.), Oscar Raimundo Martín (Chacarita Jrs.), Jaime Donald Martinoli (Banfield) y pibes del club con hambre de triunfo: Roberto Alfredo “El Mariscal” Perfumo, Alfio Rubén Basile, Nelson Pedro Chabay, Juan Carlos “Chango” Cárdenas, Agustín Mario Cejas, más tarde, Rubén Osvaldo “Panadero” Díaz, Miguel Angel Mori, llegado de Independiente por el pase de Omar José “Pato” Pastoriza a los rojos.
Pizzuti fue armando un conjunto combativo, vital, pasado de vueltas en su despliegue ofensivo. Sumaba puntos y generaba en la hinchada académica un entusiasmo desconocido, contagioso, pletórico de optimismo, que explotó en un auténtico himno de guerra: “Y ya lo vé; y ya lo vé; es el equipo de José”.
“Bocha” Maschio
De esa forma se inició la serie invicta de Racing que iba acumular 39 partidos entre 1965 y 1966. La reincorporación del “Bocha” Maschio, luego de su campaña en Italia donde jugó en Bologna, Atalanta, Internazionale y Fiorentina, a instancia de Pizzuti, su viejo compañero de 1956-57, agregó la pieza fundamental que faltaba para perfeccionar el funcionamiento de una escuadra revolucionaria que rompía todas las normas consagradas del fútbol argentino por medio de un nuevo concepto: la dinámica colectiva.
En la cumbre
Ese Racing Club de Pizzuti fue inolvidable, quedó para siempre en la memoria y en los corazones de la hinchada número uno. Fue campeón de 1966 al cabo de un maratón de 39 partidos,23 triunfos y 16 empates, 62 goles convertidos y 21 en contra.
En esa época, Racing estuvo 32 encuentros sin perder en su estadio de Avellaneda, con 22 victorias y 10 empates, arrancando el 27 de junio de 1965 y se mantuvo hasta el 3 de abril de 1967, cuando lo superó Estudiantes de La Plata por 2 a 1. La anterior serie exitosa, totalizó 24 fechas sin caídas en la temporada 1952-1953, con 11 conquistas y 13 cotejos empardados.
La gloriosa Academia logró la Copa Libertadores de 1967 después de tres bravas batallas contra Nacional de Montevideo y por fin la Intercontinental ante el Celtic Glasgow de Escocia, el campeón europeo, en tres juegos decisivos.
Hay una imagen que se impone a todas, que es más, mucho más que un grato recuerdo, que vuelve una y otra vez con el vigor de una vivencia presente, disfrutada a pleno; es Juan Carlos “Chango” Cárdenas entrándole con alma y vida en el zurdazo triunfal, imparable, eternamente vigente, del 4 de noviembre de 1957 en Montevideo, la corrida tras el golazo y el eterno abrazo con Pizzuti, para ubicar al “Equipo de José”, en la cumbre del mundo.
Fue el último gran título de Tito; pero la historia no se detuvo y no se detendrá, él con una sonrisa lo mira del cielo “mientras existan esperanzas e ilusiones; mientras brille blanca y celeste la Academia Racing Club”.