Al igual que los personajes que compuso en los escenarios a lo largo de 30 años (basta recordar al brutal Beltrami de “Finlandia” o al Kostia de “El jardín de los cerezos. Suite para cuatro personajes”) las palabras de Rubén Von der Thüsen impulsan a la reflexión. Habla del teatro con la soltura que otorga la experiencia, pero también abre el juego y señala la necesidad de que la pandemia nos interpele a todos como sociedad. Para el actor, director y docente para recuperar el hecho teatral hace falta retornar al convivio, pero se mostró confiado en que será pronto. “La Humanidad y el Arte han resistido y sobrevivido a todas las pandemias del mundo ¿Por qué no vamos a salir de esta? Vamos a salir y seguramente nos vamos a volver a reunir. Tuve épocas en mi vida en que, sin pandemia, he actuado para ocho personas. Con que me den ocho o diez personas sentadas en la platea distribuidas como sea, ya es un placer actuar. Cada una de esas almas lo vale”, afirmó en una entrevista con El Litoral.
—Hoy no hay teatro al estar limitada la posibilidad de reunirse. ¿Qué visión tenés respecto a las posibilidades que ofrece lo virtual?
—El teatro, fundamentalmente, es presencia. Es presencialidad, cuerpo vivo en escena. Es un matrimonio indisoluble entre el actor y el espectador. No hay teatro si no están reunidos en un lugar el actor y el espectador. O sea que todo lo que estamos viendo actualmente es lenguaje audiovisual, que se basa, se apoya o toma elementos de otra disciplina. Pero lo que vemos es lenguaje audiovisual. En las pantallas no estamos viendo teatro, circo o todo lo que tenga que ver con las artes escénicas. Las artes escénicas necesitan un actor junto con un espectador en un espacio físico donde estén reunidos. El teatro es reunión. Cómo dice Jorge Dubatti, convivio. Si no existe eso, no existe ese arte. Existe otra cosa. Es lenguaje audiovisual, al cual le estamos agradeciendo enormemente que nos ayude a atravesar este momento desde nuestras casas.
—Apelo a tu experiencia en los escenarios. ¿Qué marcas pensás que puede llegar a dejar esta pandemia en la actividad teatral?
—Seguramente algo va a quedar. No te podría decir exactamente qué. Esto nos está tatuando en chacras centrales, como en el corazón. No se cual va a ser el resultado que vamos a tener a nivel concreto en la interrelación entre los actores con el espectador, como va a ser un futuro teatral o cual va a ser la huella fundamental. Lo que sí sé es que la huella va a estar. Con mis compañeros de teatro siempre nos reímos de la forma en la que escupimos en el escenario. Cuando hablamos, uno pone una energía que hace que toda esa aspersión que provoca el hablar, sobre todo cuando uno tiene que proyectar, se vea hasta con las luces teatrales. Todo eso, actualmente, parece algo imposible de realizar. Pero ya veremos como será. Esperemos que no tengamos que trabajar con máscaras o barbijos porque sería algo extremo. Creo que sí vamos salir con algo. Las Guerras Mundiales han dado cinta al cine, al teatro y a todas las artes escénicas por años y eso que no afectaron a la totalidad del mundo. Imagináte esto que nos atraviesa a todos. De aquí en más, se va a hablar mucho tiempo de esta pandemia y el arte va a estar también muy ocupado en eso. Va a generar mucho material, lamentablemente. Pero bueno, es otra de las funciones del arte, tamizar lo que flota y producir.
—La pandemia generó una desconfianza respecto a reunirse en espacios de mucha concentración de gente. ¿Creés que le llevará tiempo al público vencer ese miedo y retornar a las salas?
—Creo que sí. Porque también creo que nos hemos transformado, antes de la pandemia, en una sociedad fóbica. Tenemos fobia a miles de cosas y ahora se nos agrega esta nueva fobia al virus, a lo que no se ve, al desconocido, a quién lo transporta, a donde está apoyado, a quien tosió y en donde cayó. Todas esas fobias, que antes veíamos en una obra de teatro como “Toc-toc”, ahora las tenemos todos. No creo que vaya a ser simple. Lo que creo es que vamos a tener un período de sanación. Esa sociedad fóbica que ya somos nos habilitó a estar encerrados en nuestras casas, en la comodidad de nuestro sillón, con una pantalla que nos muestra el mundo sin riesgo de la interacción. Y superar eso va a tener su tiempo, pero lo vamos a lograr, vamos a salir. Va a volver el teatro a ser ese convivio que necesitamos para que exista.
Nueva normalidad y rol del Estado
—Hoy, como nunca, hay un consumo masivo de bienes culturales a través de Internet. ¿Se mantendrá este interés en la “nueva normalidad”?
—Estamos viviendo en una sociedad capitalista, con un capitalismo furioso y despiadado, que hace que la gente no tenga tiempo. Ahora, resulta que todos tenemos tiempo. Entonces, no es que la gente no gusta de ver o disfrutar el arte. Ahora tiene tiempo para hacerlo. Entonces, me parece que el aporte que está haciendo el arte es fundamental porque nos ayuda a atravesar este tiempo, pero también nos está haciendo dar cuenta de la falta que nos hace el tiempo para estar, pensar, disfrutar, para el ocio, para poder ver lo que tengamos ganas de ver o sentir lo que tengamos ganas de sentir. Eso es algo fundamental que se modifique. Esta es una oportunidad que tenemos los seres humanos como grupo que habita este planeta para salir del capitalismo salvaje a nivel global, para pensar el mundo desde otro lugar.
—¿Cuál debe ser el rol del Estado frente al sector del teatro?
—En general, en Santa Fe, tanto en gobiernos socialistas como peronistas hemos tenido siempre un apoyo. Desde hace un tiempo, no antes. Ye diría desde hace unos 15 años para acá hubo un apoyo del Estado para las artes. Siempre es insuficiente, nunca alcanza. Pero por lo menos está esa intención. Creo que hay mucha gente que tiene miedo. Le han puesto mucho miedo con el Estado “gigante”, el Estado “macrocefálico”. El Estado somos todos. Fundamentalmente, tiene el rol de regular y de ver que tengamos acceso a la cultura, a la salud y a todos los bienes que necesitamos. Y como en algún momento lo plantearon los patriotas de nuestra Revolución de Mayo: dar felicidad al pueblo. Si el Estado no hace eso no tiene demasiado sentido. Creo en una fuerte intervención del Estado en todos los ámbitos de la vida de una sociedad.