Más que curioso, parece algo insólito. Trasladado a estos tiempos, sería imposible. De todos modos, no resulta impensado si se lo analiza desde algunos puntos de vista que hoy han quedado desnaturalizados por las urgencias que reinan en el fútbol, donde los proyectos basados en rescatar y apuntalar a los “jugadores del club” aparecen en escena cuando hay necesidad y no cuando existe convicción. El propio Miguel Oyeras lo señalaba cuando recordaba a esa gran cantidad de jugadores que salieron a “jugársela” con muy pocos partidos en Primera cuando Unión estuvo a punto de irse a la B Metropolitana (un equipo que tenía a Nereo Fernández, Trípodi, Sartor, Urresti, el Pitu García, Weiner, Vera, Valli, el Memo Torres, Marcos Flores y varios más que se escapan a la memoria) o cuando Carlos Trullet consiguió aquél ascenso con Pereyra, Magnín, Clotet, Cabrol, Mendoza, Lautaro Trullet, Cabrol, Perezlindo, Luciano Zavagno y el Loco Marzo, entre otros.
Corría el año 1969. A favor de aquella decisión, varios aspectos que son importantes: 1) no había promedios; 2) Unión había mantenido la categoría en el Metropolitano; 3) se venía el Nacional, en el que no se asumían riesgos deportivos; 4) la Liga Santafesina tenía una gran preponderancia para las instituciones, no se jugaba en inferiores de Afa; y 5) existía un profesionalismo muy austero, con muchos aspectos emparentados con el mismo amateurismo.
La cuestión es que en el mes de agosto, Unión pone en una fecha de Liga, ante Gimnasia en Ciudadela, un equipo integrado casi por los mismos jugadores que tres meses más tarde, en noviembre, empataban en el Nacional con el Boca de Alfredo Di Stefano, que finalmente fue campeón.
A Unión lo dirigía Justo José Rossi, el popular “Pato” Rossi, padre de Rubén, y quizás por ese lado haya algo de explicación a lo que sucedía. Fue llamativo. Inusual o directamente imposible para estos tiempos, aunque muchos piensen que a los jugadores —sobre todo los que son del club— hay que hacerlos jugar. Pumpido es uno de los que “batalla” en ese aspecto y lo hizo en su paso por el club. Varios futbolistas, en algún momento, bajaron a jugar en Liga para que no pierdan ritmo de competencia. Y es posible que, en aquellos tiempos, no hayan tenido otra posibilidad de hacerlo que no sea jugando en la Liga.
Unión necesitaba ganar ese partido con Atlético Gimnasia y Esgrima para conseguir la clasificación y continuar peleando por el título de campeón en la Liga. Y ese sábado de agosto, en el estadio de la visera, jugó con Pruvost; Silguero, Miño, Del Bianco y Bravo; Fredes, Toyé y Algocino; Zuviría, Néstor Scotta y Zanabria. Por Gimnasia, jugaron Amaya; López, Horacio Rojas, Rotundo y Verga; Méndez, Loyarte y Borgogno; Zenclussen, Ferrari y Visentini. Abrió la cuenta Zenclussen a los 37 minutos del primer tiempo, pero en el segundo, dos goles de Néstor Lionel Scotta (a los 25 y 26 minutos) y el último de César Augusto Toyé, a los 42, le dieron la victoria definitiva a los tatengues.
Llegó el 23 de noviembre de ese mismo año y pisó el césped de la avenida el equipo de Di Stefano. El partido salió 1 a 1. Boca ya estaba puntero del torneo y así se mantendría hasta el final, con River subcampeón. ¿Cómo formó Unión?, con Garzón; Silguero, Miño, Artucio y Del Bianco; Fredes, Toyé y Cañete; el “Torito” Zuviría, Scotta y el “Nene” Escalante. El arquero suplente fue Pintos (que luego atajó en Colón) y el técnico era Justo José Rossi, que por aquél entonces se destacaba por dirigir en inferiores y era el “piloto de tormentas” que tenían los dirigentes cuando se quedaban sin DT.
Boca, por su parte, puso esa tarde a Rubén Omar Sánchez; Suñé, Meléndez, Rogel y Marzolini; Madurga, Orlando Medina y Angel Clemente Rojas; Ponce, Peracca y Peña. Un equipo consagrado, con jugadores de tremenda jerarquía ante ese Unión con mucha gente del club y que respondió esa tarde. La cuenta la abrió el “Chapa” Suñé para Boca en el primer tiempo, período en el que fue expulsado Toyé. En el complemento, empató el “Tola” Scotta de penal, con el arbitraje de Humberto Dellacasa.
Si comparamos aquél Unión del partido en la visera de cemento de Gimnasia en un partido de Liga de agosto con el que le empató al campeón de la “Saeta Rubia” en noviembre, hay 7 jugadores que se repiten en la formación titular. Sólo está el cambio de arquero (Garzón por Pruvost), uno de los defensores (el profesor Artucio por Bravo), uno de los volantes (el Negro Cañete por Algocino) y uno de los hombres de ataque: el Nene Escalante por Zanabria.
Han pasado 51 años y es cierto que la realidad del fútbol —de la vida en general— ha cambiado. No es lo mismo, ni desde lo que impone el propio sistema (con un súper profesionalismo que en esos tiempos no era tal), ni tampoco desde las urgencias. Un año más tarde, en 1970, Unión descendía y a principios de 1971, el club, a través de los socios reunidos en asamblea, tomaba la decisión deportiva más dura —quizás la más equivocada también— de desafiliarse de Afa, renunciar a su lugar en la B e intentar el regreso a jugar el Nacional de Primera a través del Regional. En 1973 consiguió volver, pero luego de incesantes viajes y gestiones que se debieron hacer en Buenos Aires para que se lo acepte otra vez. Esa fue una gran historia. Antes, hubo esta otra que, pensado para la actualidad, resulta muy difícil, casi imposible de concebir: la de “bajar” a un partido de Liga a un equipo con casi todos profesionales... Y titulares.
La gran pregunta es saber qué pasaría en la actualidad y la respuesta es que “mientras los jugadores estén fichados en la Liga, no hay impedimento para que jueguen, aunque sean profesionales”, le comentó Gustavo Pueyo, presidente de la Liga Santafesina a El Litoral.
Un dato interesante es que el tema se plantea año tras año, pero desde lo legal no se le puede quitar el derecho al futbolista de participar si es que el club lo dispone. De todos modos, resulta algo totalmente impensado para los tiempos que se viven. Quizás en aquéllos otros, más allá de que había reserva en Primera División, los jugadores no lo veían como un retroceso a participar en los partidos de Liga. Es que muchos de ellos salían de ahí, no llegaban tantos de afuera a integrar los planteles y existía una relación de cercanía o de pertenencia importante con el torneo local.