"Demasiada cordura puede ser la peor de las locuras, ver la vida como es y no como debería ser.”
El pedido, el ruego, se oyó claro: “no puedo respirar”, y con paradójica genuflexión, quien detenta el poder, puso su rodilla para demostrar la supremacía ideológica y material de una sociedad que prefiere ignorar, y que cuyo presidente gobierna a través de Twitter con mensajes oprobiosos.
"Demasiada cordura puede ser la peor de las locuras, ver la vida como es y no como debería ser.”
Soñar es una de las formas de la locura, ese efímero momento donde la razón y la fantasía convergen, desatando los nudos, rompiendo las cadenas de la servidumbre donde la lógica reina y la racionalidad manda. Soñar es caer- o volar - con las alas de la imaginación y el desenfadado libertinaje de la libertad absoluta. Flotar con la mente emancipada de las ataduras de la opresiva realidad. Los sueños no tienen mesura.
Soy un loco soñador, mitad hippie mitad actor, y guay de quien tenga la osadía de querer despertarme de este buen sueño que es soñar la vida... a relojes de pesadillas, sueños sordos. Dicen de los boxeadores que cuando dejan su vida profesional, terminan colgando los guantes; yo prometo que en el momento indicado (que no será marcado por ninguna alarma) voy a colgar el reloj, voy a ignorar las manecillas que indican la tardanza o la tempranera y copiosa orden alarmista de mi diminuto aparato para que vuelva en sí de mi placentero sueño, me reiré del autómata segundero que con precisa monotonía suiza seguirá marcando su tic tac eterno con mecánica frialdad. Dejaré pasar las horas y viviré mi mejor tiempo, batiré records de deshoras y omitiré las reglas a destiempo. No habrá para mí un cuarto de hora, ni faltaran cinco para las cinco, ni las y media, ni las y veinte, no llegaré en punto, ni seré banca. Punto y aparte.
Escribía Julio Cortázar en su libro de cuentos “Historias de cronopios y de famas” un maravilloso cuento que se llamaba “Instrucciones para dar cuerda a un reloj”; Cortázar explicaba con maestría que el solo hecho de recibir un reloj, terminaba haciendo de nosotros esclavos del mismo, que no éramos nosotros quienes estábamos siendo agasajados con un reloj, sino todo lo contrario, el agasajado terminaba siendo el mismísimo reloj, y nosotros sus útiles herramientas para sus no tan claros propósitos y que no era simplemente marcar las horas. Cortázar daba algunos postulados tan certeros y precisos, que aquellos que somos “horario dependientes”, nos dábamos cuenta que tan precioso instrumento de medición nos sometía en forma desmedida... y así vamos cargando el tiempo como grilletes como Atlas soporta el globo terráqueo en sus espaldas.
En las corvas espaldas de nosotros los ancianos, los jóvenes no tan jóvenes, el tiempo se materializa inclemente, pero a no desanimar, la suma de todo lo bueno y bien vivido se nos planta en la cara con la sonrisa bonachona de quien sabe que ha vivido para contar los cuentos que nos encanta que nos cuenten.
Me río como un loco, y la risa cura, la risa sana, ya lo dicen los que saben, la risa es salud. Pero ¿cómo reír o hacer reír cuando nos llega la muerte en vivo y en directo? Uno también siente la opresión en la garganta, uno se ahoga al escuchar las palabras de una persona solicitando que lo dejen respirar, es pornográfica la muerte televisada, la muerte de George Floyd a manos rodillas de un policía norteamericano, desnuda la grieta de una sociedad que parece funcionar a la perfección pero que no olvida sus raíces basadas en la supremacía racial y religiosa, que sigue enseñando a odiar al foráneo, de la “América para los americanos”, que intima a armarse para atacar con violencia a los violentos y a los pacifistas.
No quiero despedirme sin hacer mención de los cinco años de la aparición del colectivo “Ni una menos”, movimiento que fue imitado por millones de mujeres en todo el mundo, otro orgullo de ser argentino. Nuestra mujer argentina fue desarrolladora y generadora de fuerzas que sirvieron para ganar derechos que fueron adquiridos en base a la constancia y a la contundencia decisiva de sus acciones. Gracias a todes.