Es muy complicado, más allá del relato familiar que puede bajar desde la pasión sabalera de un abuelo o del padre, que las nuevas generaciones entiendan cómo era el Colón de esos años en la década del ‘80. Un club casi siempre fundido, anclado en los duros torneos de la vieja “Primera B” y soñando con un ascenso a la “A” que parecía no llegar nunca.
No existía predio deportivo ni hotel propio; el estadio tenía la oficial (oeste) y la cabecera (norte) de cemento pero toda la otra mitad estaba construida con duros y resistentes tablones de madera. En el codo donde hoy confluyen la cabecera de J.J.Paso y la moderna platea este se mantenía en pie la torre o mangrullo que años antes había hecho las veces de “La Voz del Estadio”. Obviamente, nada de doble bandeja ni palcos VIP ni nada por el estilo.
Y en medio de una de las tantas crisis que vivió y sufrió el país por esos tiempos, la función de “Los Chetos” fue más allá que tener una bandera, ponerla atrás del arco y alentar a Colón.
—Decías, “Cachorro” que la simple juntada para ir a alentar se les fue de las manos...
—Es que de golpe, por ejemplo, comenzamos a ir a la pensión del club, donde no había nada, para ayudar a los jugadores. Hacíamos rifas, comprábamos pelotas con un bono contribución. Acercábamos verduras para llevar y que pudieran comer los chicos. Era un desastre el club, no había un mango y los jugadores con meses sin cobrar.
—Debe haber un montón de anécdotas de esos años...
—Es que parece un chiste hoy contarlo. Habíamos puesto urnas en todos los ingresos a la cancha y vendíamos ese bono contribución —que estaba numerado, era en papel blanco y decía “Los Chetos” en tinta negra— para así poder juntar dinero y entregarle a los jugadores para que cobraran algo. Siempre los sueldos estaban atrasados, era una constante de esos años.
—Te quedó de recuerdo un gorrito de cancha, rojo y negro, que dice “Los Chetos”
—Ese sí me quedó y lo tengo como recuerdo en casa. La movida fue la siguiente: se nos ocurrió hacer 1.000 gorritos que dijeran “Los Chetos”. Entonces, arreglamos con los vendedores que iban a la cancha con las banderas y los gorros tradicionales: les dimos un porcentaje para que los ofrecieran. ¡Se vendieron todos...los 1.000 gorros!.
Mandá la foto de tu bandera a El Litoral
En este recorrido que inicia hoy El Litoral en sus ediciones papel, web y distintas plataformas de redes sociales, cada hincha o socio se puede sumar contando historias futboleras de agrupaciones, filiales y sus respectivas banderas que se hicieron conocidas en las canchas alentando al equipo de sus amores.
Las fotos y el relato de la historia de cada una de las banderas se deben enviar por correo electrónico a la siguiente dirección: [email protected]. La idea es, en este tiempo de reflexión y pandemia, reflejar cada anécdota, historia y antecedentes que esconde ese trapo —de la medida que sea— que marcó o marca un momento imborrable para una persona o grupo de personas, con el único objetivo de la pasión del fútbol en Santa Fe.