El colectivo artístico dirigido por Pablo Bernaba lanzó la segunda parte de “Cruces Urbanos”, donde continúa su exploración tanguera con géneros como folclore, rock, reggae, punk y trap e importantes invitados.
Gentileza Javier Iglesias Lo que buscamos fue una profundización: que el mismo artista nos ayude a buscarle la vuelta a su propia canción , explica Bernaba.
El Quinteto Negro La Boca lanzó el 15 de mayo su nuevo álbum, “Cruces Urbanos Vol. 2”. La segunda parte del proyecto culmina e intensifica el espíritu de su antecesor, publicado en 2018. El grupo está compuesto por Pablo Bernaba (dirección y bandoneón), Oscar Pittana (contrabajo y bajo eléctrico), Guillermo Borghi (piano y teclados), Martín Quintana (saxos y flauta traversa), Gastón Ruiz (guitarra eléctrica), Brisa Videla (voz), Hernán Fernández (voz) y Gustavo Arch (guitarras y producción).
Para desplegar el abanico estético-político del colectivo desprejuiciado de tango que incursionó por Europa, Canadá, México y Uruguay, Pablo Bernaba dialogó con El Litoral. Entre otras cuestiones, reveló que luego de tocar piano y teclado en bandas de rock fusión, llegó al bandoneón, que es “como un vicio, una herramienta artística donde me siento más cómodo para expresarme”.
Conciencia de grupo
Hace 12 años, a una cuadra de la Bombonera, nació el Quinteto Negro La Boca. “La mayoría de los integrantes vivíamos en el barrio... ¡y en este departamento!”, recuerda con una sonrisa Pablo Bernaba. La casa del bandoneonista y director, además de espacio de ensayo, ha incorporado el territorio a su ADN. En una línea entre Pugliese, Troilo y De Caro, nació la necesidad de “buscarle la identidad a un barrio conocido en el mundo por el tango for export y Caminito”.
El recorrido del quinteto puede abordarse, por lo menos, desde dos planos: el artístico y el de la gestión. En el primero de ellos, la discografía incluye cinco álbumes y un DVD. “Entre uno y otro, se notan procesos bien distintos, siempre manteniendo una idea conceptual”, explica Bernaba. El segundo plano, íntimamente asociado, es el de la acción social. El colectivo impulsó, junto a otros actores, desde ciclos hasta el Festival de Tango de La Boca y la Escuela Popular de Tango de La Boca (apadrinada por Osvaldo Bayer, Nelly Omar y Leopoldo Federico).
Heterogéneo
El disco “es la muestra de un proceso”. Si se descorre el telón de lo grabado, se pueden ver otras interacciones más allá del estudio, como recitales compartidos y estrechas relaciones de amistad. Pablo Bernaba elige, entre un océano de posibilidades, la palabra heterógeneo para describirlo. Y así, se explaya, fue el vínculo en cada caso: diferente. “Abrimos el juego para que el artista invitado participe y meta la cuchara todo lo que quiera. Adentrarnos en un cruce real, y que no se trate solamente de grabar, como pasa en la mayoría de los discos. Lo que buscamos fue una profundización: que el mismo artista nos ayude a buscarle la vuelta a su propia canción”.
Si la incursión iniciática en los “Cruces Urbanos” (2018), que dialoga con otras experiencias como “Cruces inauditos” (producido por Leo Sujatovich, Nicolás Sorín e Ignacio Varchausky) y “Mescolanza: Tangolencia Rockera” (Cucuza Castiello), se destacó por mestizar en una misma obra a figuras tan potentes como Antonio Ríos, Chango Spasiuk, La Mississipi y 2’, hay que reconocer que la placa que lo sucedió no se queda atrás. Con el criterio indiscutible de “abrir y variar mucho la música”, el volumen 2 sumó las intervenciones de Víctor Heredia, Mariano Martínez, Raly Barrionuevo, Dakillah, Miss Bolivia, Adriana Varela, Kapanga, Dancing Mood, Malena D’Alessio y Responsables No Inscriptos. En estas operaciones de selección del repertorio operaron, en igual medida, la memoria emotiva y el asombro. Sin seguir una fórmula, el quinteto fue delineando un trayecto sonoro con canciones embebidas por la estética política del grupo y con un cierto grado de reconocimiento por parte del público.
Rocambole y Bayer
El arte de tapa de ambos cruces estuvo a cargo de Rocambole. La historia se remonta a la participación del Quinteto Negro La Boca en la inauguración del club cultural Nivangio. Allí exponía asiduamente Ricardo “Mono” Cohen, “un artista que refuerza la idea del disco”. El local, momentáneamente cerrado, tributa desde el nombre, a Severino Di Giovanni. Al igual que Sig Ragga, el grupo dirigido por Bernaba le dedicó una canción al anarquista italiano que se desempeñó como obrero tipógrafo en Buenos Aires.
“Severino” es una de las doce piezas musicales que componen “Tangos Libertarios” (2014), el álbum que contó con la escritura de Osvaldo Bayer. Rosarino de nacimiento que estudió bandoneón con Domingo Federico y llegó a Buenos Aires por sugerencia de Rodolfo Mederos, Bernaba siempre tuvo en su radar a Bayer. La relación forjada desde libros y conferencias fue corporizándose en charlas de tango y anarquismo que derivaron en la figura de “padrino del grupo”. En los primeros shows, el historiador subía al escenario para contextualizar las canciones. Eso disparó la idea de un larga duración. “Empezamos a marcar los tópicos y así se fue haciendo el disco con tranquilidad, en tres años. Osvaldo siguió poniendo el cuerpo al quinteto hasta que pudo”. Incluso, el grupo tocó en el cumpleaños 90 de Bayer, quien además participó como actor del videoclip de “Ruido” (donde intervienen, también, La Mississippi, Piti Fernández y el actor Alfonso Sierra). En “Cruces Urbanos Vol. 2”, el homenaje se volvió canción: “Tugurio”. “Todo tiene que ver con todo”, dirá Bernaba.
Pogo y danza
En una charla con El Litoral a propósito de “Oasis”, Melingo destacaba a la rebétika como un movimiento anarco-analfabeto que constituye “una de las cinco músicas de resistencia, junto con el blues, el flamenco, el fado y el tango”. Bernaba recuerda que en el historial del Quinteto Negro La Boca hay cuatro ediciones del Festival de Tango Punk, donde “se mezclaba el pogo y la danza”. Y hace un primer plano sobre el público. “Desde ‘Tangos Libertarios’, nuestro público es punk... o tanguero politizado”. El rap es otro género que pisa fuerte en “Cruces Urbanos Vol. 2” porque tiene “esa cuestión de arenga política que nos sienta bien”. Aunque eso no excluye compatibilidades sorprendentes, como el ska, con el que “empezamos a encontrar muchos puntos en común”.
La mixtura entre canciones populares e himnos clandestinos explora nuevos matices en canciones que han marcado distintas generaciones, como “Desencuentro”, “Razón de vivir”, “Arrancacorazones” y “Chacarera del exilio”. El tránsito de un género a otro es un viaje. “Son universos distintos y cada canción es una historia diferente. Por ejemplo, Víctor canta ‘Razón de vivir’ hace décadas, pero le costaba entrar porque es un tema en 3 y lo hicimos en 4. Pero en ‘Desencuentro’, que no la había cantado nunca, entró al toque. Son esas cosas locas que suceden en una mixtura. En el disco anterior, hicimos ‘Ya no sos igual’, que para mí siempre tuvo aroma de tango... sólo era cuestión de darle un empujoncito”.
De-ese-encuentro
“Cruces Urbanos Vol. 2” abre con una reinvención de “Paren de matarnos”, donde Miss Bolivia sugirió incorporar a Adriana Varela. “Nos encantó la idea”, cuenta Pablo. Contrariando la cara machista del tango (la otra, sería la libertaria), el Quinteto asumió el trasvasamiento de la canción al arrabal. “Si bien somos medio border, dentro del movimiento del tango hay una actualización. Es el caso de grupos que se han cambiado el nombre porque es machista. Todos nuestros discos tienen una línea estético-política, un compromiso claro. Siempre mantuvimos, dentro de nuestras contradicciones, cierta coherencia y acompañamos los momentos sociales y los cambios con los que coincidimos, como el movimiento feminista”.
Al igual que en los shows, el cierrre del álbum es una reelaboración en clave colaborativa del tango “Desencuentro”. La metáfora es que se construye en el encuentro. Malena canta el tango como ninguna. Diría, si la escuchara, Homero Manzi sobre D’Alessio, una de las voces que fuga la canción hacia el rap. La referente de Actitud María Marta forjó una complicidad con el quinteto hace casi diez años, que derivó en la grabación de “Libertario” y en intervenciones en vivo de obras populares, como “Bombón asesino”. “Nosotros tocábamos el instrumental con el bandoneón, ralentándolo y enganchándolo con ‘Percal’.
Ella empezaba a rapear, improvisaba incorporando siempre una info nueva vinculada al feminismo o al macrismo. Ahora, se sumó una cantante (Brisa Videla), también militante feminista, que quiere intervenir la letra”.