Conciertos en streaming, enlaces de revistas que no he leído en mi vida, visitas virtuales a museos... lo que sea con tal de no limpiar los armarios de la cocina por dentro. (Meme en Twiter)
Despierto hoy viernes del letargo generalizado de la “cuareterna” impuesta, la ventana me informa a través de sus hendijas que el cielo está teñido color plomo, los huesos me anotician que la humedad está por encima del 90 por ciento, y mi juanete (Joanette decía una amiga en francés para que quedara mejor) me anuncia que la condensación del vapor de agua en la atmósfera es superior al umbral que separa la normalidad del dolor de pies.
Les conté la semana pasada desde mi “Peisadilla” que iba a dejar el reloj a la buena del dios del tiempo y que de ahora en más mi reloj pasará a ser una joya familiar y ya no más ser un instrumento que mide el paso del tiempo; prefiero desandar la vida sin sentir la mochila repleta de horas y días vacuos para sumar la levedad de los buenos momentos y las preciosas y vagas experiencias. Me dirán que tomé una decisión que abunda en ligereza, y les respondo que sí, que fue desde siempre así, que es importante para nuestras gitanas almas, para nuestras errantes y efímeras vidas, vagabundear en los afectos y los efectos de la buena vida. Ser sedentarios en la mesa de los amigos y de la familia y atrevernos a ser nómades de los momentos atribulados.
Pisando el primer tercio del mes de junio, uno siente y va junando que las cosas se van complicando en nuestra argenta república... Pero allá, cruzando el océano, el clima y los ánimos van cambiando, al menos el circo del fútbol ya comenzó en Alemania, los teutones, tan avispados en eso de ir ocupando espacios para ir conquistando frentes vacíos, fueron los primeros en arrancar la liga de fútbol, mañeros y vanguardistas en eso de hacer negocios sin que se note mucho, vendieron a sus hinchas carteles individuales de cartón que con un monto de euros prefijado, las imágenes de quienes aportasen se verían en las tribunas de los partidos de la Bundesliga. Esta iniciativa demuestra el ingenio y la visión de futuro (comercial) para poder lucrar con el sentimiento de aquellos que no pueden asistir a las gradas ni siquiera con distanciamiento social, pero que con orgullo van a verse reflejados en las transmisiones deportivas y decir con orgullo “yo estuve ahí”, aunque técnicamente no fuera cierto. La liga española, comenzó con los primeros partidos. España se vio gravemente afectada por la pandemia, pero el sol está saliendo para Europa, fueron meses duros, el calor y las últimas mediciones los anima a salir de sus hogares, con la pandemia en franca baja, el quinto país con más casos detectados y uno de los primeros países europeos que vive en gran medida del turismo, intenta abrir sus puertas para entrar en la llamada “nueva normalidad”.
A la luz de los datos, el foco ahora se centra en las américas, desde la inoperancia supina y deliberada del gobierno yanqui, hasta la símil actitud de su colega -el presidente brasileño-, ambos países pican en punta y a tiro de estornudo con los números del “coronavirus”. EE.UU es en estos momentos no solo la mega potencia que es, también es potencia mundial con respecto a la cantidad de infectados secundados por nuestro vecino y hermano país de las/os garotas/os. Pandemia náo tem fin...
Saudade, eso siento, esa melancolía con ritmo de bossa nova, plena de musicalidad y de armoniosa connotación, esa preciosa palabra portuguesa me llena de deseos, de voluntad implícita de volar hacia el sanador efecto de los afectos. El gozoso arte de perdurar en nuestros seres amados tiene mucho de “Saudade”.
Nuestra “nueva normalidad” implica nuevos comportamientos y suma nuevas responsabilidades, como así también recurrimos a otras herramientas para seguir en contacto. Los artistas de la música principalmente recurren al vivo virtual, llamado “Streaming”, previo pago y/o colaboración para poder seguir disfrutando de sus obras; las películas y series “On demand” son consumidas al ritmo en que se consume pochoclo en el cine, los libros son desempolvados de sus mustios espacios y los anaqueles de la biblioteca empiezan a mostrar su desdentado desorden, abrimos los viejos clásicos siempre tan contemporáneos en su contenido; recurrimos a nuevas tareas, a viejas revistas y a antiguas canciones; los diarios virtuales proliferan en “clicks”, las casas relucen y ya no se oyen tan apagados o distantes los sonidos, nuestros chicos/as habitan, juegan, estudian y se aburren cada hora en nuestras casas; las madres volvieron a hacer las tareas con sus hijos, los padres a hacer las tareas con sus esposas. Estamos acostumbrándonos a encontrarnos y a desencontrarnos a la vez. Nos encontramos cercanos a las puertas del frío, la frase que de tan vilipendiada se volvió clásica: “Hay que pasar el invierno” muta en presagio negativo.
Pero somos humanos -algunos más que otros- y sabemos adaptarnos, tenemos una larga historia de adaptación a todo, a todos y todas, je; tenemos que expropiar la alegría, negociar con la paciencia, y ser acreedores de la esperanza. Tener Santa Fe y la convicción de que la Argentina va a salir adelante, con o sin barbijos. Coronados, pero con gloria, vivamos.
Las películas y series “On demand” son consumidas al ritmo en que se consume pochoclo en el cine, los libros son desempolvados de sus mustios espacios y los anaqueles de la biblioteca empiezan a mostrar su desdentado desorden, abrimos los viejos clásicos siempre tan contemporáneos en su contenido.
Recurrimos a nuevas tareas, a viejas revistas y a antiguas canciones; las casas relucen y ya no se oyen tan apagados o distantes los sonidos, nuestros chicos/as habitan, juegan, estudian y se aburren cada hora en nuestras casas; las madres volvieron a hacer las tareas con sus hijos, los padres a hacer las tareas con sus esposas.