El tiempo pasa, los nombres también y la realidad es que no dieron en la tecla en Colón con los marcadores centrales. Pasaron entrenadores que fueron defensores y no pudieron reemplazar a Germán Conti. El Flaco llegó un 24 de mayo de 2018, hace poco más de dos años, a Lisboa para sumarse al Benfica, el club que pagó 3.500.000 dólares por la totalidad del pase. En ese momento estaba Domínguez, luego llegó Comesaña, posteriormente Lavallén, después Osella y ahora otra vez Domínguez. Estaban Ortiz y Olivera —traido por Paolo Montero—, pero también estuvieron, están y/o pasaron por el club, Jonathan Galván, Schmidt, Lucas Acevedo, Bruno Bianchi, Rafael García y Andrés Cadavid. Dejando de lado a Bianchi, que llegó este año de la mano de Osella y jugó poco y nada, el resto no estuvo a la altura y jamás se logró establecer un nivel de solidez defensiva medianamente comparable con el que había cuando estaba Conti. Posiblemente se deba sumar también a Rafael García, el uruguayo que también trajo Osella pero que no tuvo el suficiente tiempo de adaptación al fútbol argentino.
Casi todos estos jugadores son de experiencia, algunos de ellos con una trayectoria y un roce que el Flaco no tenía. Sin embargo, el resultado no fue el mismo. Colón dejó de brindar seguridad y se convirtió en un equipo permeable, que recibía muchos goles. La prueba evidente se dio en la última Superliga, cuando fue el equipo más goleado del campeonato después de Godoy Cruz.
Cuando se fue Conti, Colón había terminado la Superliga 2017-2018 con 22 goles en contra en 27 partidos. Alcanzó el puesto 11 y clasificó en el último partido, ante Racing, para la Sudamericana del año pasado (la del subcampeonato). Esos 22 goles lo ubicaron como uno de los equipos más sólidos, detrás de Independiente, Talleres y San Lorenzo, igualando —con esos 22 goles en su propio arco— la cifra que tuvo el Boca campeón de ese torneo.
La realidad cambió notablemente en la última temporada, la de la Superliga 2019-2020. Le marcaron 39 goles en 23 partidos, igualando la última posición con Godoy Cruz. Esos 17 goles más, en comparación con el torneo de dos años antes y máxime todavía si se toma en cuenta que fueron cuatro partidos menos, es lo que mayor preocupación debe causar en quienes tendrán la responsabilidad del armado del plantel, llámese entrenador y dirigentes, porque ya la figura del manager —con el casi seguro alejamiento el 30 de junio de Francisco Ferraro— “pasará a mejor vida” en Colón, al menos por los próximos tiempos.
El nombre de Paolo Goltz estuvo “revoloteando” en Colón, pero ya firmó su continuidad en Gimnasia. Cuando Comesaña decidió la llegada de Cadavid, seguramente habrá advertido que el equipo necesitaba un líder, un caudillo para la defensa. Defeccionó. Se lo vio lento e inadecuado en su ritmo para el fútbol argentino. Galván y Schmidt dieron realmente muy poco. Lucas Acevedo llegó también con esa chapa de un San Martín tucumano que pese a irse al descenso, admiraba lo que hacía Acevedo en defensa al punto tal de idolatrarlo y ovacionarlo en el último partido, ya con el equipo en la B Nacional.
Ya se fue Ortiz y queda ahora la esperanza de que entre Bianchi y García, más Olivera, se pueda conformar algo medianamente “presentable”, pero da la impresión de que algo importante le va a faltar. Como una mueca del destino y como para ratificar la importancia de un jugador como Conti, Colón estuvo 672 días sin ganar de visitante hasta que lo consiguió en la vuelta de Domínguez, cuando el 16 de marzo le ganó 3 a 1 a Rosario Central en Arroyito. El último triunfo había sido con el mismo DT en el banco y con Conti jugando el último partido ante Racing, porque días después se produjo su salida al fútbol europeo (hoy está en el Atlas de México). Fueron 25 partidos de visitante —en Superliga y sin contabilizar encuentros internacionales— sin conocer la victoria fuera del Brigadier López, con 5 empates y 20 derrotas. De las peores rachas en la A.
La dupla Olivera-Bianchi fue la que utilizó Domínguez. Sirvió para que al equipo sólo le marquen un gol y pueda quedarse con ese 3 a 1 en el último encuentro oficial que hubo en la Argentina. ¿Alcanzará? Son dos jugadores de mucha entrega, pero daría la impresión de que está haciendo falta algo más.
Quedarse con la imagen de un solo partido es contraproducente y peligroso. Además, hay varios que ya no están y así como hay puestos en los que parece haber una congestión de jugadores, en otros no hay muchas variantes. La zaga central ha sido un problema en los últimos tiempos y por eso se realza el espacio que ha dejado el Flaco Conti después de su venta. Se invirtió mal o directamente se subestimó la trascendencia que había tenido el pibe que surgió de las inferiores rojinegras, canteras que aportaron otro valor —Facundo Garcés— del que se duda hasta último momento la “conveniencia o no” de hacerle el primer contrato profesional. Otra fuerte contradicción.