Sobre el sostenimiento del trabajo pedagógico en los jardines municipales
"Alelí" ilustrada, audiocuentos, videos por el celu: cómo resistir al aula vacía
Sin clases presenciales, los jardines maternales de gestión municipal no frenaron las actividades educativas. La estrategia: contenidos en formatos digitales livianos para enviar a las familias. Se imprimieron 5 mil copias de un álbum que ayuda a aprender las vocales y los colores, gracias al personaje “Alelí”. Las docentes, nexo clave con las familias de los niños. Y en la asistencia social en plena pandemia.
Gentileza Además de enseñar las vocales y normas de higiene personal, el personaje de la historia invita a recortar y pintar, entre otras actividades plásticas.
A “Alelí” la parió la pandemia. Quién es y qué hace puede verse en un álbum ilustrado y en cuadernillos impresos: tiene una forma rara, con dos patitas que se parecen a una letra “A” mayúscula. “Alelí” es una ficción para niños y niñas de las salitas de dos y tres años que asisten a los jardines municipales, y se dedica a enseñar las cinco vocales del abecedario y los nombres de los colores. Y también explica que al coronavirus “no le gusta ni el agua ni el jabón; pero eso tenemos que lavarnos las manos”.
Sin clases presenciales, ésta es una de las varias estrategias educativas que se implementaron en los 17 jardines maternales de gestión municipal —que están en barrios como Alto Verde, Varadero Sarsotti, San Agustín, Villa Hipódromo, Abasto, Barranquitas Sur, Coronel Dorrego y Las Flores, entre otros—. En esos distritos de la ciudad es donde cunden las vulnerabilidades sociales, y donde se combinaron dos cuestiones delicadas por el Covid-19: las dificultades económicas de muchas familias (lograr la changa, el “laburito” de albañilería, etcétera— con el desafío de sostener el proyecto pedagógico de los jardines.
A las 17 instituciones de nivel inicial asisten unos 1.500 niños y niñas de entre 45 días, un año y hasta 4 años inclusive. Allí trabajan unas 180 docentes y 5 directoras zonales, además de los asistentes escolares. ¿Y cómo hacer, tras la suspensión de las clases presenciales por decreto nacional del 15 de marzo, previo a la declaración del aislamiento obligatorio, para que los niños no dejen de ser educados? Primer eslabón, un rediseño institucional de las prácticas educativas en un contexto de excepcionalidad, con las aulas cerradas; segundo, el trabajo de las maestras.
Archivo El Litoral Jardines municipales: cómo trabajan en plena pandemia.
Foto: Gentileza
Foto: Archivo El Litoral
“Seños” en la trinchera
Las docentes envían a las familias de los niños de los jardines, a través de grupos de WhatsApp creados (el medio más simple y acorde a la situación) qué trabajos educativos pueden hacerse en casa. “Son las propias ‘seños’ las que graban y editan sus videos (a veces sumando a integrantes de sus propias familias, o a parientes) para mostrar a las familias cómo realizar las actividades pedagógicas. Como si estuvieran en la salita, pero a través de un celular” le cuenta a El Litoral Zaida Torres, una de las cinco directoras zonales de los jardines y con un fuerte trabajo en territorio, a cargo también de algunas salas.
Esa producción audiovisual demanda tiempo y horas de trabajo docente. “Pero vale la pena, porque las familias tratan de replicar las actividades: responden y arman videos con las tareas que realizan en sus casas, mostrando lo que hicieron, como las maestras les indicaron en los videos enviados cómo debían hacerse”, agrega Torres.
En el caso de los pequeños de 45 días y un año, se realizan juegos tradicionales: sostén y acunamiento, jugar al caballito, jugar al “tochi”. Para los pequeños de las salas de 2 y 3 años, las docentes armaron recorridos con obstáculos a practicar en los hogares, como pasar debajo de la mesa o girar alrededor de una silla. Se les envían canciones que involucran mucho al cuerpo, porque la expresión y el movimiento corporal es clave.
Y ahora que se habilitaron las salidas recreativas, “hay ‘seños’ que propusieron juntar elementos de la naturaleza (ramitas, piedras pequeñas, hojas secas) y están haciendo ‘llamadores de ángeles’ con esos elementos que reunieron. Enseñan a las familias cómo se hacen, y lo acompañan con música”, agrega la directora zonal.
Un rediseño
Pero previo a lograr todo esto, hubo un rediseño político-institucional sobre cómo sostener a los jardines con la pandemia sobre las espaldas. “Todo se pensó con la premisa de establecer estrategias no sólo para mantener el vínculo pedagógico con esa población de la primera infancia, sino también con sus grupos familiares, brindando asistencia alimentaria”, explica a este diario el secretario de Educación y Cultura municipal, Paulo Ricci (ver La cuestión social).
Ya a fines de marzo y principios de abril se estaban entregando a las familias los primeros contenidos educativos generados en formato digital para que pudieran ser compartidos con los pequeños alumnos en los hogares. “Trabajaron los equipos pedagógicos en el marco del Programa La Ciudad Aprende en Casa”, añade el secretario. Las tareas nunca dejaron de elaborarse, y las maestras de los jardines las siguen compartiendo con las familias de los niños a través de las redes y —sobre todo— del servicio de mensajería instantánea más popular del mundo. Hay audiocuentos, canciones, juegos de aprendizaje y manualidades.
La Editorial Eudeba cedió los derechos de “Los cuentos del Chiribitil” para que las propias maestras jardineras pudieran poner voz a los personajes. “Ellas hicieron una versión oral, con las ilustraciones originales de aquellos cuentos, y con todo eso, se armaron pequeños videocuentos (de 3 y hasta 5 minutos). Cada jueves se comparte a las familias de los niños de los jardines un nuevo cuento en ese formato”, cuenta Ricci. Además, todo puede verse en la página oficial del municipio.
En todo este proceso, “Alelí” nació entonces como un álbum ilustrado digital en formato pdf, con juegos y con materiales de concientización sanitaria en el marco de la pandemia. Pero también se imprimieron 5 mil copias de cuadernillos de las enseñanzas de Alelí para entregar a cada una de las familias de los jardines municipales que no tuvieran acceso a internet, ni celular.
La brecha digital
—Al no quedar otra que tener que producir material educativo en formatos digitales, ¿se complicó el acceso a éstos por parte de las familias de los niños y niñas, muchos de los cuales pertenecen a contextos de vulnerabilidad y las tecnologías no siempre están presentes?
—La brecha digital existe, es cierto. Y ante la dificultad que esa brecha nos planteaba, lo que se hizo fue desarrollar contenidos en formatos livianos para que puedan llegar a un teléfono que tenga sólo WhatsApp. A veces pasa que hay un solo teléfono para todo el grupo familiar, y para evitar el excesivo uso de datos móviles, pensamos que los formatos sean livianos y que descargar un contenido pedagógico no implique “comer” todos los datos móviles de internet. Las maestras y directoras fueron las encargadas de distribuir a cada una de las familias estos materiales.
También los contenidos educativos se compartieron por la red social Facebook, que es la más utilizada. Incluso chequeamos que cada producción educativa llegue —a través de la maestra— a la mamá o al papá, mediante un contacto de redes internas que tiene el sistema de jardines maternales. Fue un modo de asegurarnos de que las familias los reciban, y que los puedan trabajar con los niños.
—Cómo respondieron los padres y las madres ante la necesidad de mantener la actividad pedagógica de sus hijos que asisten a algún jardín municipal? Porque muchos de esos papás seguramente estaban más preocupados por lograr una changa para poner comida en el plato, y quizás la educación inicial no pasó a ser una primera prioridad en el contexto de la emergencia sanitaria...
—Respondieron muy bien. Para la gestión municipal fue una prueba de fuego poner en funcionamiento algo que era totalmente nuevo. Pese a todo, se pudo presentar y lanzar el programa Jardín, Familia y Barrio (anunciado por el intendente Jatón en su discurso de apertura de sesiones ordinarias del Concejo, a principio de marzo), y que apuntaba a algo que, en este contexto difícil de la pandemia, se vio absolutamente agudizado.
La prioridad de este programa, más allá de la tarea pedagógica y de los cuidados de la infancia, es que se ponga también a la familia en un primer plano. Que se la incluya, dentro de cada barrio de pertenencia, en articulación con otras áreas de la municipalidad que se ocupan del área social. Todo esto se trabaja además dentro del Gabinete Social. Ahora estamos en esto de pensar cómo se rediseñará, mirando una eventual “nueva normalidad”. Lo cierto es que queremos trabajar mucho la vinculación de cada jardín con su barrio, su entorno, y bajar la cultura en todas sus expresiones.
La cuestión social
Los equipos de trabajo, a razón de tres días por semana y con rotaciones entre los miércoles y viernes, se acercan a cada uno de los 17 jardines a entregar bolsones de asistencia alimentaria, que contienen principalmente verduras y frutas, gracias a donaciones recibidas por parte de productores del Mercado de Abasto. “Esto es para acompañarlos en la emergencia social que derivó de la emergencia sanitaria. Casi 200 familias siguen recibiendo esos bolsones de alimentos, en una labor coordinada con las área de Educación, Acción Social, y como nexo están las maestras y directoras”, dice el secretario.
Zaida Torres describe en líneas generales la situación socioeconómica de gran parte de los barrios donde están los jardines: “Hablamos de sectores con carencias, donde el papá hace changas o trabajos de albañilería, o la mamá hace algún trabajo doméstico, y lo vemos porque es lo más habitual y nos lo cuentan. Durante el aislamiento total no pudieron realizar ninguna tarea laboral; y no todas las familias pudieron acceder al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)”.
Hay algunos padres que piden otro tipo de asistencia mayor, como abrigo, colchones o pañales, sobre todo: entonces la cuestión se complica. “Eso se deriva al área social, y de allí se analiza cada caso y cómo ayudar. Desde nuestro lugar de directoras y docentes, tratamos de dar lo mejor de nosotros. Y es un ‘mimo’ cuando una mamá o un papá viene a agradecer el trabajo de alguna ‘seño’”, concluye.
Sin lugar para las clases
El 2 de marzo comenzó el ciclo lectivo en la provincia. También ese día arrancaron las actividades en los 17 jardines maternales de gestión municipal. Se empezó con la etapa de adaptación con los pequeños y pequeñas. El 15 de ese mes, una resolución de Nación suspendió las clases presenciales en el país, ante el avance de la pandemia. Las aulas se cerraron. El día 20, llegó el DNU con la declaración del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Aún no hay definiciones sobre la vuelta de las clases presenciales.