Cine.ar TV y Cine.ar Play estrenan “Algo con una mujer”, filme de Mariano Turek y Luján Loioco basada en “La Rosa”, obra del dramaturgo Julio Beltzer. En diálogo con El Litoral, los directores repasaron el proceso de recreación en clave de policial noir.
Gentileza Libre Cine María Soldi tiene un rostro muy cinematográfico, una cara que da para muchos matices, laboralmente tiene una buena dinámica, y como actriz me gusta desde donde construye , afirma Loioco.
Este jueves a las 22, por Cine.ar TV, con repetición el sábado a la misma hora y permanencia para streaming en Cine.ar Play, tendrá lugar el estreno de “Algo con una mujer”, película dirigida por Mariano Turek y Luján Loioco. Basada en “La Rosa”, obra teatral del santafesino Julio Beltzer, cuenta con los protagónicos de María Soldi, Manuel Vignau y Abel Ayala.
“Se venía la cuarentena y decidimos quedarnos acá para tratar de vivir el encierro con un poco aire más puro y un poco de verde”, dice Turek a El Litoral desde San Antonio de Areco, refiriéndose a la familia que conforma con Loioco y la pequeña hija de ambos.
—¿Cómo tomaron contacto con la obra de Julio, y qué les atrajo?
Turek: —En 2001, 2002, me encargaron un proyecto desde el Instituto Nacional del Teatro. Empecé a leer diferentes textos y entre ellos encontré la obra de Beltzer; él había escrito hacía pocos años “El secreto de la Luna”, que fue Tercer Premio Nacional. Me pasó algo muy particular: sentí que estaba escrito para mí, que yo era el lector o espectador ideal, porque tocaba todos los elementos que me gustaban. En “La Rosa” la década del 50, el contexto social y político, el peligro, el crimen.
Beltzer tiene una manera de escribir muy visual: construye su dramaturgia con muchas imágenes. Rápidamente se iban generando en mi cabeza imágenes mientras la leía. Me puse en contacto con él, al tiempo empezamos a generar un diálogo, nos hicimos amigos, y se dio a los pocos años la propuesta de adaptar “La Rosa”, a la que él accedió con absoluta generosidad. Me parece un autor contemporáneo muy importante; quizás como se quedó viviendo en Santa Fe y no vino a hacer “la gran Capital” para el gran público no es tan conocido. Es un autor y un maestro de actores.
En una primera instancia hice con Clara Ambrosini una adaptación más literal al original. El proyecto quedó dormido durante algunos años y hace cinco o seis lo retomamos con Luján, escribiendo los dos, y decidimos adaptarla desde otro lugar: tomando decisiones como anclar la coordenada temporal de la historia en el 55 (la obra va entre el 55, un pasado anterior y un presente donde está el hijo). Otra decisión fue destacar los elementos de policial que tiene: el crimen, el secreto, el contexto de secreto inminente.
Transmutaciones
—Es una expansión del universo de la obra.
Turek: —Hay algo que poca gente sabe: el crimen sucedió en la realidad en Santa Fe, en el 53. Rosa es la mamá de Beltzer, fue testigo de un crimen que nunca denunció. Él es el primero que hace una adaptación, del relato oral que oyó desde niño. Años después adaptamos ese texto en otra cosa. Los relatos van mutando, uno se va apropiando de ellos, los va trayendo hacia sí y en esa reconversión está lo lindo de cómo los textos son porosos, no son cerrados. Este es un diálogo intermedial entre el relato, la obra y la película. Quizás algún día alguien adapte “Algo con una mujer” en un cuento o una performance. Beltzer al ofrecernos su texto nos dejó trabajar con libertad. Construimos una ciudad nueva, que no es Santa Fe, pero es una ciudad de provincias. Otros personajes, como el comisario Salcedo; eliminamos otros, como Ñato.
—Filmaron ahí en Areco.
Loioco: —Mitad y mitad: dos semanas en Buenos Aires y dos en Areco.
Turek: —Tengo una relación con Areco desde que nací, mis papás tienen una casa, amo este pueblo. Toda mi infancia caminé estas calles, había un germen de set de filmación. Hay una ordenanza que prohibe modificar los frentes de las casas del centro: hay cuadras enteras donde si te abstraés estás en la década del 50. Con un talentoso trabajo de ambientación parece un set a cielo abierto, como los estudios de la década del 50. Pero el interior de la casa de Rosa lo hicimos en Capital.
Violencias
—Se estrena en la semana aniversario de los bombardeos a la Plaza de Mayo.
Loioco: —Toda la situación está como un contexto. No es una parte protagónica; si bien Paulino es un militante peronista, al no pasarse nunca el relato a su voz ese trasfondo queda ahí. Es la voluntad de la adaptación poner el punto de vista en Rosa, una mujer que por una cuestión de cultura de época, del machismo, forzosamente está en el afuera del mundo social. Al no tener parte activa parece que estuviera en una burbuja, pero es una parte necesaria del mundo que habitamos. La investigación y el crimen la llevan a un mundo activo, a ser un elemento más de este mundo que se plantea en el bajo fondo de los secretos, de lo que sucede puertas adentro, lo que no se termina de saber si hay delito o no, si algo es moralmente cuestionable o no.
Había una decisión muy firme de no cristalizar un pasado, un relato histórico allá lejos, sino ver qué elementos que había en el 55 nos siguen interpelando en el presente. Creo que el secretismo, el antagonismo, la ideas enfrentadas, el estado turbulento permanente. Son diferentes, había un golpe de Estado; pero las situaciones de crisis dentro de la argentinidad nos acompañan constantemente, y sobre eso seguimos existiendo, formando parejas, teniendo hijos, amantes, amigas. La vida sigue, no se detiene porque la sociedad entra en crisis.
Turek: —Siempre nos interesó cómo los contextos agresivos o violentos se van metiendo en el mundo privado de las personas y modifican sus maneras de actuar. Y sin hacer una bajada de línea de la cuestión política, nos gustaba ver cómo actualizábamos un poco esos hechos. La película dialoga con el género del policial noir, donde las sociedades son violentas y corruptas, la ciudad es un personaje opresor, hay connivencia entre policías y delincuentes. Nos hace pensar en la historia contemporánea de nuestro país.
Paleta actoral
—El punto de origen fue una obra de teatro, y los actores que eligieron tienen experiencia escénica, algunos en Timbre 4. ¿Cómo se armó el elenco?
Loioco: —Con Manuel Vignau (que es muy de teatro) y María Soldi (la protagonista) vengo trabajando en proyectos anteriores. Con Manu en la película anterior, “La ninña de tacones amarillos” y con los dos hice un mediometraje hace unos cuantos años, donde eran pareja en la historia. Ya había un contacto, con Manu un poco más frecuente, con María había quedado ahí, pero había tenido una buena experiencia. Cuando estábamos buscando al personaje de Rosa se la mostré a Mariano: tiene un rostro muy cinematográfico, una cara que da para muchos matices, laboralmente tiene una buena dinámica, y como actriz me gusta desde donde construye.
Después nos llevó un tiempo encontrar a Vargas, porque no teníamos muy claro el perfil para no caer en un estereotipo. Si bien los procesos son largos, en la autogestión se te aceleran los procesos cuando el Incaa te dice “está la plata” (risas); de ahí al rodaje tenés muy pocos meses. Entonces no podés asegurarte actores, porque no sabés si podés filmar. Tenés que resolver todo en cuatro o cinco meses. En ese tiempo teníamos a la nena muy chiquita y veíamos mucho “El marginal”; si bien ya lo conocíamos a Abel por “El Polaquito” se nos actualizó mucho su trabajo y se nos ocurrió que podría ser una linda elección para el personaje de Vargas, que a priori estaba distante de la idea que teníamos, y le dio un color muy lindo al trío. Queríamos que Paulino y Vargas no se peguen, ni desde lo físico ni desde las intenciones, las energías. Con Miriam Odorico se terminó de armar esta paleta que nos da una cosa bastante heterogénea, no hacer un elenco monocromático.
Turek: —Además de María, Manuel y Miriam, Daniel Lambertini (que hace de Anzarda, un personaje increíble, fundamental en la película aunque no habla) es un actor marplatense que vive en Areco, con una larga carrera como actor y docente. Y Oscar “Cacho” Lapiz, que hace de Salcedo tiene una carrera teatral en Gálvez de larga data. Consciente o inconscientemente, cuando elegimos a los personajes, también teníamos una idea para filmar (sobre todo la escena más importante) donde necesitábamos actores que tengan ese elemento teatral: filmamos planos largos, secuencias, donde no había cortes; necesitábamos esa capacidad para poder decir los textos, construir la relación con el otro y con el espacio, tener un manejo escénico.
El único que no tiene mucha experiencia teatral es Abel, pero viene a dar un color a la película interesantísimo: tiene una capacidad de componer desde otro lugar, más intuitivo, más emocional.
Odisea
—Se rodó hace un par de años. ¿Qué pasó en el medio?
Loioco: —Tardamos relativamente poco en terminar la película, siete meses entre rodaje y posproducción: un récord (risas). Iniciamos el camino de los festivales, como hicimos con “Tacones...”, pero a esta no se le abrió ese camino. Cuatro años en el país y en el mundo y cambia todo. “Tacones...” terminó rasqueteando salas comerciales, sólo en la Ciudad de Buenos Aires, luchando por el interior.
Queríamos ir a los festivales internacionales y nacionales para que la película tenga pantallas; porque una vez que hacés el estreno comercial esos circuitos se te cierran: el festival busca lo inédito. Y te quedás con algo que filmaste para estar una semana en el Multiplex o en el Showcase. Con la otra funcionó, con esta fue imposible entrar; no sabemos si fue porque era un relato clásico. Pero tienen que trabajar la fe y la persistencia, así que decidimos terminar esa etapa (tuvimos la suerte de proyectarla en Colombia, no fue todo negativo) y empezamos a hacer los trámites para la distribución.
Que está en un grave conflicto, desde hace un año y medio o dos, que tiene como frutilla del postre el tema de los subsidios a la distribución; pero arrastra conflictos de años de los cambios de plataformas, la ida al cine: el cine tiene que repensarse en la exhibición. Estuvimos seis meses sin conseguir distribuidor, porque estaban en una especie de paro porque no ganaban. Forzosamente uno tenía que ser el propio distribuidor, hacer un montón de trámites sin tener el métier; no da igual. Nos dieron fecha para estrenar a principios de mayo y se declaró la pandemia. Terminó siendo como debía ser, porque este estreno, al cual sólo llegamos por haber hecho esos trámites, nos permite estrenar de una forma federal, que es en el fondo lo que siempre quisimos. Así que se nos viene a cumplir el deseo de una forma lateral a nuestro pensamiento.
Hacia adelante
—¿Qué proyectos tienen en carpeta?
Loioco: —Estoy tratando de terminar un guión que ya hace cinco años que estoy escribiendo, por un montón de situaciones (hacer otra película y luchar en otros roles). Pero estoy llegando a la versión que quiero, apuntamos desde la productora a poder encontrarle la financiación en los meses que sigan. Esperemos que se reactive el universo cinematográfico, porque al estar todo tan parado se complica proyectar una filmación. Se llama “Reina del bosque”, es en invierno; sería muy optimista decir el invierno que viene, si no sería el invierno del 22, en la Patagonia.
Turek: — “Reina del bosque” es el siguiente proyecto de nuestra productora Libre Cine. Escribe, dirige y produce Luján. Yo estoy estudiando, investigando, escribiendo muy de a poquito lo que podría ser el germen de mi próximo guión. También estamos charlando con un par de directores para producir dos películas.
Loioco: —Hay uno que se puede decir: se llama “Regreso al país del Diablo”, de un director de Viedma, Sihuen Vizcaíno, con quien estoy coescribiendo el guión; es muy interesante, sobre la Conquista del Desierto. Como sería su ópera prima, estamos apuntando a que cuando se reabran los concursos del Incaa poder presentarlo. Eso también se filmaría en el sur, y está más cerquita de tomar forma.