Julio Martínez fue asesinado el 22 de enero de 2018 en las calles de barrio San Lorenzo, cuando salió de su casa para ir a trabajar. Tenía 46 años, estaba casado y era padre de un pequeño de 9 años. Esa madrugada podría haberse quedado a descansar, porque no se sentía bien y tenía “varios días para tomarse”. No obstante, pudo más su vocación por el oficio. Él era albañil y estaba orgulloso de serlo. Se especializaba en la colocación de cerámicas. Eran aproximadamente las 6.30 cuando tomó el último mate y abandonó su hogar, en la cuadra de calle Juan Díaz de Solís al 1500. Llevaba en un bolso sus pertenencias, ropa de trabajo y borseguíes nuevos que le habían dado sus “patrones” de una importante empresa constructora local.
Julio caminó unos metros en dirección a la esquina de General López y allí fue abordado por los asesinos. Se estima que quisieron quitarle el bolso, que él se resistió y que en ese momento lo atacaron con cuchillos. Trató de defenderse. Los cortes en sus brazos dieron testimonio de ello. Finalmente, pudieron apuñalarlo en el cuello. Dos profundos puntazos le provocaron lesiones severas, irreversibles. Como pudo, volvió sobre sus pasos para pedir ayuda y se desplomó sobre el cordón de su propia vereda. Murió allí en un instante, desangrado. Los delincuentes escaparon con su bolso.
El caso cayó en manos de la doctora Cristina Ferraro, fiscal especializada del Ministerio Público de la Acusación (MPA).
A los pocos días, luego de algunas tareas investigativas, fueron detenidos los ahora acusados. Se trata de Mario Gabriel Valverdi, de 26 años, y Sofía Nahir Pasquier, de 22, quienes se domiciliaban en barrio Barranquitas. Durante los allanamientos ordenados, se secuestró una filosa cuchilla.
Los presuntos homicidas fueron imputados como coautores de homicidio calificado y quedaron en prisión preventiva, a la espera del juicio oral que comenzó este jueves.
El tribunal pluripersonal que lleva adelante el proceso está integrado por los jueces Sergio Carraro (presidente), Héctor Gabriel Candioti y Gustavo Urdiales.
Durante esta primer audiencia, en sus alegatos de apertura, la fiscal Ferraro -que es acompañada por su par Martín Torres- reiteró que solicitará la prisión perpetua para ambos imputados.
Los dos sospechosos también están siendo juzgados como coautores de otros dos robos calificados (por el empleo de arma) cometidos minutos después del homicidio, en las inmediaciones.
Los fiscales tratan de demostrar que minutos después del asesinato de Martínez, los acusados le sustrajeron dinero en efectivo, el teléfono celular y hasta las zapatillas a un hombre que estaba en el cruce de calles Roque Saénz Peña y Monseñor Zaspe.
Para los funcionarios del MPA, el raid delictivo de los acusados continuó en la esquina de Mosconi y Moreno, donde pasadas las 7 de la mañana, le robaron la moto a otro obrero de la construcción, casualmente compañero de trabajo de Martínez.
Ambos hechos habrían quedado registrados en sendas cámaras de seguridad instaladas en la vía pública.
Los fiscales sostienen que para cometer estos asaltos, los criminales utilizaron los mismos cuchillos con los que habrían dado muerte a Martínez.
Ferraro y Torres subrayaron que “contamos con elementos más que suficientes para tener por debidamente fundada la acusación y su respectiva calificación”.
No obstante, agregaron que “si, eventualmente, el Tribunal entiende que no puede acreditarse la conexión ideológica entre el homicidio y el robo previo a Martínez, formulamos una acusación alternativa solo por estos hechos, y planteamos la coautoría del delito de homicidio en ocasión de robo”.
Los fiscales indicaron que “la pena solicitada para esta acusación alternativa es de 40 años de prisión para cada uno de los acusados”.
Valverdi está siendo defendido por el doctor Sebastián Moleón -secundado por su colega Magalí Mazza-, mientras que Pasquier es representada por el abogado Guillermo Broggi. En sus alegatos, ambos fueron enfáticos al sostener la inocencia de los acusados y lo “irracional” de la pena solicitada por la fiscalía y la querella.
Este jueves declararon los peritos de la Policía de Investigaciones.
En primer lugar, una psiquiatra que analizó los perfiles de los imputados declaró ante el tribunal y expresó que sus parámetros eran de “normalidad”, sin indicadores de “alteraciones morbosas”.
Luego, fue el turno del fotógrafo. Seguramente fue el momento más estremecedor para Silvia Martínez, hermana de la víctima, quien observó -como todos en la sala- las imágenes de la escena del crimen y del cadáver de Julio. “Fue muy duro. Sabía que iba a ser así, pero igual quería estar. Voy a seguir hasta el final, porque quiero que se haga justicia”, dijo después de la audiencia la mujer, que participa como querellante, asistida por el abogado Federico Lombardi, del Centro de Asistencia Judicial.
También ofrecieron su testimonio un perito que tuvo a su cargo la planimetría y otra que se ocupó de levantar rastros (manchas de sangre, ojotas y llaves).