El dúo de pop electrónico formado en Córdoba por Edu y Pancho Valdés publicó el viernes 12 su demorado tercer álbum. El Litoral pudo conversar con los hermanos sobre la realización de este material y el momento que están viviendo.
Gentileza Prensa Valdés Valdés en el escenario, su lugar en el mundo, que deberá esperar por un tiempo.
“Postal” (Geiser Discos) es el tercer álbum de Valdés, el dúo de pop electrónico formado en Córdoba por los hermanos Edu y Pancho Valdés. Sus canciones son paisajes musicales que fueron creados en distintos lugares, países, provincias. Cada una de ellas es, efectivamente una postal de un momento creativo y emocional atravesado por el dúo durante la producción de este nuevo trabajo. Un álbum que muestra la madurez del proyecto en el plano de la canción pop. Lo hace explorando nuevas posibilidades mediante una búsqueda que incluye ritmos latinoamericanos, espíritu urbano, baladas y boleros y una impronta bailable.
En el marco de este lanzamiento, concretado el viernes 12, El Litoral pudo dialogar con los hermanos sobre esta nueva etapa de su carrera y el particular contexto mundial.
Sensaciones
—El disco se había aplazado en su lanzamiento. ¿Cómo fue la decisión de hacerlo?
Edu: —El disco se aplazó por lo que ya sabemos, que entró justo la pandemia y nos descolocó un poco, teníamos planes iniciales distintos: salía el disco en abril y anunciábamos una gira, íbamos a estar todo el año yendo de un lado para el otro. Como se cayó esa posibilidad, pensamos otra estrategia de salida del disco que esté un poco más relacionada con los medios digitales, con lo que podamos tener al alcance, lo que tiene Pancho, que es re nerd, maneja programas, es gamer; todas esas movidas de las que no entiendo nada.
A la vez la sensación que habíamos tenido con el disco anterior (“Gris”) fue que lo sacamos muy rápido: el día que salió estábamos viajando a tocar a Santiago del Estero. Estábamos en otra, tratando de recorrer el país lo más que podíamos. Con este queríamos poder formalizar la salida, sentir que teníamos tiempo para preparar cosas para que el lanzamiento cobre otra relevancia.
—¿Qué significa para ustedes el nombre “Postal”?
Edu: —Este disco lo trabajamos mucho estando de gira, grabando en distintos lugares. Cada vez que grabábamos en distintos lugares (Buenos Aires, Mendoza, Chile, Perú), y vinculados a un viaje, quedaban en nuestra memoria emotiva postales de situaciones que vivíamos, recuerdos.
Las postales, más allá del formato físico que conocemos, esta cuestión analógica de que te mando una postal de un lugar, en realidad es un dispositivo que te dispara un recuerdo, una emoción, un sentimiento de algo. Desde ese lado el disco puede ser una postal de un momento, pero también las canciones son postales emocionales. A la vez es un disco distinto a los otros dos, cada canción me suena como un lugar distinto.
Crecimiento
—Hablan de “Postal” como un proyecto de madurez. ¿Qué cambio ven en ustedes entre el anterior disco y este?
Pancho: —Creo que estamos más relajados, más cancheros, a la hora de componer canciones. Es como que el primer disco nos dio más reconocimiento, por “Bailar sola” (el tema que más conoce la gente). El segundo era un desafío: con el primero nos fue bien, qué hacemos con este. Y en el tercero estuvimos más relajados: fue fluyendo con la gente que respetamos en el ambiente de la música, con productores que respetamos, con gente que se conecta con nosotros desde ese respeto. Hicimos mucho hincapié en elaborar las letras de estos tracks nuevos, juntándonos con Cuino (Scornik) y Nico Landa, dos escritores muy grosos.
Básicamente es eso: ir aprendiendo en el camino, pulir un montón de cosas. Lo siento como un disco relajado: vamos para adelante. Nos gustan mucho las canciones que tiene, creo que es el disco de Valdés con el que más contento estoy hasta ahora.
Edu: —Es como un buen vino.
—¿Qué encuentran de los anteriores en esta madurez?
Edu: —Que no importa la textura o el vestido de la canción, siempre hay como un vestigio de un ritmo bailable. Algo que está dando vueltas que hace que percibas una vibración en el cuerpo.
Por otro lado, con Pancho nos dimos cuenta esencialmente de que más allá de que somos intérpretes podemos ser compositores. Le pusimos mucha pila y energía a la música y a la letra. Por ahí en los anteriores habíamos trabajado mucho en la producción, atentos a un montón de detalles que entraban y salían, de texturas. Acá dijimos: “Hagamos una letra y una música súper sólidas; se tiene que entender, tiene que llegar; después vemos cómo trabajamos todo lo otro.
—¿Cuánto del disco estaba listo antes de la cuarentena?
Pancho: —Cien por ciento, o 98; lo estaba terminando de masterizar nuestro ingeniero. De hecho al principio dijimos “aguantemos un mes”, cada semana fuimos haciendo reuniones porque pensábamos que esto iba a terminar antes. Cuando nos dimos cuenta de que iba para largo nos pusimos a planificar una salida que no tenga show en vivo, porque por ahí nuestro fuerte siempre ha sido el vivo. Fue como armar un nuevo paradigma para comunicar.
Dinámica creativa
—¿Cómo fue la elección de los invitados?
Edu: —No me acuerdo bien cómo salieron, pero fue muy orgánico. Ya estábamos yendo a tocar a Mendoza, y lo veíamos a Juan (Mango, con el que hicieron “Nada”) todo el tiempo, lo mismo con su hermano Simón (Poxyran) o Brunito y Lucca (Beguerie), la gente que más vemos allá. Él dijo que le gustaba un tema nuestro llamado “Callar” y dijo que le gustaría hacer un tema con nosotros. Le contestamos que de una lo hacíamos.
Fue muy loco cómo lo hicimos a ese tema, porque la primera frase dice “No tengo memoria, no tengo espacio para almacenar todos los momentos que vivimos”. Eso salió de una cosa muy espontánea: Pancho estaba cantando una melodía, yo lo estaba grabando en el celular y le decía a cada rato “no tengo más memoria, no tengo más espacio en el teléfono”. Armamos toda la idea del tema, se la mandamos a Juan. Y armamos como un manifiesto de esta cuestión cibernética y existencial que tenía el tema. Fuimos a Mendoza y lo grabamos.
Chita (con quien grabaron “Me quedo acá”) nos etiquetó en una historia de Instagram; la conocíamos porque antes de que Pancho cantara o tocara nos venía a ver cuando íbamos a tocar a Buenos Aires. También le mandamos el beat, nos juntamos en un estudio en Buenos Aires y en dos horas lo hicimos: fue el tema más rápido que hicimos en la historia de Valdés.
Pancho: —Con Maurito de Tommaso que la rompió como productor: nos ajustó todos los detalles en media jornada de estudio, cuatro horas de estudio, metimos el tema, fue alevoso. Ella metió su pedazo de letra ahí.
—Más allá del proceso de haber sido hecho en distintos contextos, con diferentes colaboradores, hay mucha unidad en el material escuchándolo de corrido. ¿Eso se dio en el proceso final o las canciones ya estaban en la misma tónica estética?
Edu: —No lo teníamos pensado, sí había un concepto de postal, unificador. Pero no había un plan armónico para ver cómo encajaban esas piezas; eso lo hicimos después. Empecé a escuchar mucho los temas y a encontrar similitudes: cuando terminaba un tema el acorde que sonaba era el mismo del comienzo del otro. Empecé a experimentar para unirlos, yuxtaponerlos, y que no sea molesto, que no corte la vibra de uno con el otro.
Pancho: —Los temas se hermanaron solos. Pensamos en hacer un disco que tenga un carácter más latino, en cuanto a la tímbrica de instrumentos como las guitarras criollas que grabó Edu; hay unos instrumentos andinos dando vueltas. Nos flasheó un concepto general para la música, que se den cuenta los oyentes de que es algo latino, cordobés, argentino.
—Había temas que ya habían salido como singles. ¿Cuánto agregaron sobre lo inédito en posproducción encontrando ese concepto?
Edu: —Nada. Terminamos los temas y cuando los teníamos terminados ni siquiera sabíamos que iban a estar enganchados, ni volvimos a revisar las sesiones para agregar nada. Estaban las piezas y se fueron acomodando.
Escenario
—Al momento de llegar al vivo, ¿las criollas se van a tocar o las van a disparar?
Edu: —La verdad que no sé. Supongo que cuando pueda ensayar voy a buscar la forma de que suene. Estoy esperando que llegue el protocolo a Córdoba para ir a la sala de ensayo y probar un par de cosas. Con Pancho estábamos pensando que los próximos shows después de la presentación íbamos a armar un segmento acústico, entonces ahí podemos justificar el instrumento, tocando versiones de temas anteriores.
—En el estudio generalmente no se piensa en cómo llevarlo al vivo y se hace después. Con este formato de dúo, ¿piensan a veces cómo va a ser el seteo para el show mientras arman la canción?
Pancho: —Técnicamente no. Pero me pasa cuando compongo melodías y entro en un clima de canción me imagino un momento del show: cómo llevarlo energéticamente. Sí nos pasaba antes, o en mis primeras bandas de rock, de “eso no porque no lo podemos tocar en vivo, hay que poner pista”. Ahora estamos un poco curados de eso. Sí me imagino cómo actuar la canción, pero técnicamente no: tenemos un set muy reducido con el que podemos hacer lo que queramos. Nada más hay que ensayarlo.
Edu: —Más allá de eso que dice Pancho de lo escénico, hacemos primero la música y después vemos cómo la ejecutamos. A pesar de que es cierto que mientras la hacés te cebás y decís: “Uh, te imaginás cómo sería esto cuando estás ahí, te parás y está la gente”.
Pancho: —Un video.
Edu: —Es inevitable tener esa cosa medio 3D, se te van juntando un montón de cosas.
Pancho: —De hecho ese fue el desafío del primer disco. Teníamos muy en claro que queríamos ser dos en la banda, veníamos los dos de proyectos con muchos músicos, y fue el gran desafío tocarlo de a dos y armar el show. Pero ahora ya estamos un poquito más afilados.
Era digital
—¿Qué piensan de la música de hoy, en cuanto a la fusión de géneros, ritmos e instrumentos?
Edu: —No pienso la música en géneros, la pienso en colores, cosas que uno puede buscar para combinarlas. Sí puedo segmentarla en bases rítmicas.
Pancho: —Las canciones tienen que funcionar con una guitarra y la voz sola; después ves qué género le das. Pero si funciona con viola y voz es una canción que está buena y se puede laburar. Después se le pone el “vestido”, que es lo que le daría el género.
Edu: —El concepto de género ya caducó. Hoy Remezcla, que es un sitio re groso de música, acaba de decir que no van a distinguir más entre música latina trapera, latina urbana, sectoriza demasiado. El lenguaje de la música va por otro lado.
—El primer álbum tenía 11 temas, el segundo ocho y este también. Hay una tendencia de que sean más cortos, y largar singles.
Edu: —No teníamos muchos más temas. Depende del artista, hay discos que tienen más cantidad de canciones, algunos tiene 11 o 12, pero también tiene que ver con otra forma de producir: son artistas que están todo el tiempo adentro del estudio creando canciones. Nosotros llegamos con esta cantidad y nos parecía un buen número para cerrarlo y seguir haciendo otra cosa.
Pancho: —En cuanto a la forma de consumir música, creo que nos hemos adaptado a consumirla más dinámicamente.
—En este momento de pandemia, las redes se vuelven importantes para mostrar los contenidos.
Edu: —Es parte del trabajo. Siempre es creativo y desafiante buscar maneras distintas de conectar con la gente, de la forma que sea. En base a eso lógicamente vamos haciendo un análisis viendo qué es lo que nos funciona más. Usamos las redes, hacemos un procesamiento mínimos de estadística, si está bien utilizado es muy bueno: es la primera vez que un artista puede estar tan cerca de las personas que lo escuchan.
Pancho: —A mí me cuesta, porque mi lugar en la música, el que más disfruto, es el escenario. Todo el laburo desemboca ahí; y estar tantos meses sin tocar cuesta: no sentir esa retroalimentación que te da estar arriba de un escenario y sentir que a la gente le copa la música. Hay una energía ahí que va y viene, que me alimenta para seguir metiéndole.
—¿Cómo seguirá la presentación del disco ante el público?
Pancho: —Si esto se extiende mucho más, veremos la forma de hacer alguna transmisión en vivo estando los dos juntos para que se escuche muy HD, buscarle la vuelta. Lo bueno es que somos dos, el show se puede tocar de a dos, ahí se simplifica mucho.