El proyecto integrado por Lucio Consolo y Marco Viera lanzó el single “Sombras en la Pared. Vivo en Buenos Aires”, y los temas individuales “Rápido y seguro” y “Olas de vapor”. Mientras trabajan en el próximo disco, Consolo dialogó con El Litoral sobre sus formas de intervenir en el debate artístico del presente.
Gentileza Manu Cascallar Marco Viera y Lucio Consolo, publicando material juntos y separados, en el marco de una propuesta integral.
Peces Raros lanzó “Sombras en la Pared. Vivo en Buenos Aires”, grabado en 2019 en una de sus presentaciones en Niceto Club. El single exhibe la faceta live de la banda, aspecto que adoptaron como cualidad saliente y distintiva. Su videoclip, compuesto por imágenes registradas íntegramente durante el show, permite apreciarse la carga electrizante y el maridaje de sonido y luces creando una experiencia en sí misma.
“Sombras en la Pared” se suma así a “Rápido y seguro” y “Olas de vapor”, singles lanzados respectivamente por Lucio Consolo y Marco Viera socios compositivos y amalgamas creativas en el proyecto PR completando así una trilogía de lanzamientos durante junio de 2020, mientras aguardamos la salida de su flamante nuevo disco.
El Litoral dialogó con Lucio sobre todas estas propuestas, que debaten con las escenas musicales actuales.
Registro directo
—Hicieron una edición en vivo de “Sombras en la pared” con video, pero también sacaron “Barrio adentro” y “No van a parar” en audio. Justo sacan material en vivo en el momento en que el vivo está lejano...
—La idea surgió de estar en contacto con nuestro público; y sabiendo que la idea del vivo era tan lejana, nos pareció cuanto menos interesante lanzar material de un show en vivo, que teníamos registrado de hace tiempo atrás. Habíamos tocado en Niceto el 6 de marzo, pero ese Niceto (del video) fue en noviembre del año pasado; trabajamos con un equipo de filmación para que haga un registro del show. Habíamos grabado “Barrio adentro” y “No van a parar”, y decidimos grabar un tema más, en caso de que hubiese alguna complicación técnica: nosotros tocamos dos horas de corrido, porque hacemos una fusión entre el rock y la electrónica. En nuestros shows se trata de emular la dinámica de una fiesta electrónica, y el rol que cumple el DJ. Las complicaciones técnicas de eso es que nunca parás, y cualquier cable que hace ruido, algún error interpretativo, cualquier variable de las que siempre están no las íbamos a poder sortear en la filmación.
Eso no sucedió nunca, por suerte, salió todo bien, y nos había quedado registrado “Sombras en la pared”, lo teníamos en un cajón. En el fragor del día a día quedó ahí. Después de que se anuncia la cuarentena, y cuando para un poco toda la máquina, empezamos a reencontrarnos con material que nunca había visto la luz; incluso materiales individuales, que estuvimos trabajando pero que nunca encontramos el tiempo para sacar. Empezamos a ordenar todo ese material que teníamos y nos gustaba, que nos parecía representativo; empezamos a darle una forma y un orden.
Firma propia
—Justamente, vos sacaste con tu firma “Rápido y seguro” y Marco “Olas de vapor”. ¿Cómo es esto de los temas de cada uno?
—En el día a día hay un montón de material que ponemos a disposición de la banda: compositivo, ideas. Muchos materiales los generamos entre los dos, pensando y componiendo, pero muchos otros los trae cada uno, los probamos, vemos si funcionan o no; vemos si representan o no nuestra idea de la banda; si suena lo que nosotros queremos que suene; si se genera esa idea de que es la dirección correcta.
En ese trabajo que hacemos, hay un montón de material que va quedando afuera por distintos motivos: porque no se adapta a esa idea, porque no le encontramos la vuelta, porque en ese momento no lo sentíamos, y tal vez entra en otro disco después. En el caso de estos dos temas obviamente orbitaron en torno a la banda, a ser parte de un disco: a “Olas de vapor” lo habíamos pensado para “Anestesia”, a “Rápido y seguro” lo consideramos para “Parte de un mal sueño”. Pero por motivos estéticos no formaron parte.
En este contexto nos pareció que era una buena idea, una idea pintoresca que también nos hacía bien, darle forma a un material que está hace mucho tiempo ahí guardado y mostrarlo. Cada uno trabajó su material por separado; obviamente nos lo mostrábamos, siempre estamos intercambiando, si no son producciones que van a ir estrictamente a la banda.
Un día dijimos: “¿Por qué no mostramos otra faceta artística de cada uno, con otro color, con otra cadencia, otra impronta?”. Decidimos que era una buena alternativa, que era interesante. Se lo comunicamos a la gente con la que trabajamos y pensamos una forma de mostrarlo, y que al mismo tiempo sea algo integral: que se entienda que forma parte de nuestro universo.
Ida y vuelta
—Están con esta multiplicidad de productos, trabajando en home studio. ¿Hay algún proyecto de próximo disco en vista?
—Nosotros vivimos juntos, yo ahora estoy en Capital y él en La Plata, pero vivimos allá. Venimos trabajando un próximo disco hace tiempo. Trabajamos en computadora, por la música que hacemos y también por una cuestión práctica de estar de gira: te podés llevar la compu, podés ir trabajando, plasmando las ideas. Obviamente eso es una cuestión que tiene que ver con los material a los que uno está habituado.
Veníamos mandándonos maquetas, laburando ya a distancia con el productor, mucho antes de la pandemia: no teníamos mucho tiempo de aterrizar en Buenos Aires un tiempo. Nos mandábamos maquetas y organizábamos cuestiones de grabación, archivo va, archivo viene. Cuando llegó la pandemia no cambió absolutamente nada en la dinámica (risas) ya estaba planteada así.
Nosotros tenemos nuestro home studio, tenemos sintetizadores, micrófonos, placa de sonido: somos muy obsesivos con entender todo ese mundo: lograr que esto suene como yo quiero que suene. Nada se detuvo en relación en relación a la grabación.
—¿Quién es el productor?
—Juan Stewart, con quien trabajamos en “Parte de un mal sueño” y “Anestesia”.
—¿Cómo es la dinámica creativa? ¿Cuánto hacen juntos, cuánto trae uno y el otro le devuelve?
—No es algo que esté pautado. Es una dinámica que se genera, se da, y hay momentos en los que tal vez estamos en la misma sintonía, agarramos una guitarra y empezamos a forjar una idea; o yo le muestro una idea mía, él me muestra una suya. Estamos en esa órbita, y surgen ideas nuevas, que nos gustan. También surgen otras que nos gustan y no van a parar a ningún lado, obviamente.
Y también yo hago una canción, y sé a dónde va a parar: sé si es para la banda o no, si se adapta, si resiste el proceso de transformación o no. Lo tengo claro a la hora de acercar o proponer material, y a él también le pasó lo mismo: sabe qué es para la banda y qué no. Eso se va generando, no hay una hoja que dice: “Tal ritmo, tal acorde...”. Es un proceso que procede (risas).
Estado del arte
—¿Cómo se articula la influencia, las texturas de la electrónica de baile, y la estructura de canción tradicional?
—Ahí está el juego para nosotros, la parte más compleja, la más interesante: tratar de meter un círculo en un cuadrado. Escuchamos mucha electrónica pero también un montón de otras cosas: yo escuchaba Charly García de pibe, y me encanta; Fito Páez, Spinetta. Escuchamos la música de hoy en día para estar en contacto con el aquí y ahora; tenemos ese norte de estar siempre en contacto y siempre viendo de dónde sacar, qué te gusta y qué no, por qué; qué podés sacar de lo que no te gusta; qué podés obviar de lo que te gusta.
Es el desafío, porque entendemos el lenguaje de la electrónica por haberlo transitado, y también por haber encontrado algo ahí que no encontramos en otro lado. Nosotros que venimos de la tradición del rock, de la canción de rock; de ese espíritu de “quiero romper con algo”. Eso es lo que vemos en los artistas que nos gustan: uno escucha a Los Beatles, Charly García, y lo que más nos guía de esos artistas es la cuestión rupturista incluso en su misma obra; Radiohead, por ejemplo.
Ese desafío lo vamos sorteando en función de lo que nos gusta y lo que no. Ahora para este disco buscamos estar en contacto y en una discusión con la escena del arte actual: el arte tiene que discutir con el arte. Tomar y generar textos en pos de eso. Hay elementos del trap que escuchamos, que nos parecen interesantes: aspectos rítmicos, las subdivisiones, las propuestas de producción que tienen. Artistas nuevos como Billie Eilish, Rosalía, dos que están marcando tendencia en un montón de cosas.
No es que nos encerramos y decimos: “Hacemos electrónica y no dialogamos con nada de lo que sucede”. Al contrario: lo que más nos apasiona es estar en diálogo con la actualidad y la escena artística argentina y de cualquier música que consumamos.
Escena electro
—Decías que el show remeda un poco la fiesta electrónica, pero reconocías la tradición del rock. El público, ¿cuánto vivencia de fiesta electrónica y cuánto de recital clásico?
—Hubo una época, cuando empezamos a hacer esa transición, el pase fue del pogo a festejar el drop, la explosión de otra manera. El cambio de códigos, si se quiere. Depende del escenario, del contexto, del lugar; hay tal vez más público identificado con códigos de tradiciones del rock. No es lo mismo tocar en un festival como el Harlem de Santa Fe que en una fecha tuya, en Buenos Aires que en Mar del Plata. Cada lugar tiene su paisaje y su tendencia. La Plata o Córdoba, cambia muchísimo.
Mar del Plata y Córdoba eran los lugares donde más instalada estaba la cultura de la electrónica y donde más rápido llegó el mensaje. Mar del Plata en enero y febrero se llena de DJ, una cultura electrónica muy fuerte. Córdoba también, pero Mar del Plata nos queda más cerca e íbamos más.