Los avatares de la pandemia no dejan margen para las especulaciones. Cuando determinados indicadores invitan a entusiasmarse con el retorno a cierta normalidad, el rebrote de casos obliga a encender todas las alertas y a tener la guardia alta. Eso es lo que está sucediendo en la provincia, con un resurgimiento de contagios en los últimos días y un diagnóstico que vaticina los dos meses “más críticos y álgidos”.
Pero el calendario corre. Y aunque resulte obsceno plantearlo, la dirigencia política de todos los partidos tiene en mente que en un puñado de meses más deberán cerrarse listas. ¿¡Listas¡? Sí, listas. Distancias oceánicas entre la coyuntura sanitaria actual que arremete y arrasa, y los apremios partidarios. La agenda electoral plantea comicios intermedios para 2021 con elección de diputados y senadores a nivel nacional; y renovación de bancas de concejales y presidencias comunales en la provincia.
Se impone el contexto, y es en ese marco en el que las fuerzas políticas ya discuten como posibilidad la suspensión de las elecciones primarias que deberían programarse para mitad del año que viene. Aún así, entre sigilo y discreción, empiezan a despuntarse tímidamente algunas candidaturas. En el Socialismo, Miguel Lifschitz comenzó por San Justo una recorrida que promete llegar a toda la provincia. Se proyecta allí una postulación como senador nacional, con el 2023 como telón de fondo.
Lo mismo sucede con Mario Barletta, que se mostró en el último banderazo por la causa Vicentin, junto a Lucila Lehmann. El ex intendente aspira también a una banca en el Senado, y la actual legisladora, a renovar la suya en la Cámara Baja de la Nación. En ciernes aún las discusiones para determinar cuál será el espacio político que contendrá a esas candidaturas. Barletta promueve un “frente de frentes” en el que pueda converger toda la oposición -incluso, el Socialismo- para derrotar al PJ. Pero en ese escenario, las conversaciones son todavía incipientes.
En el devenir, transcurre una gestión provincial que tropieza con problemas propios y ajenos. Esta semana, el gobernador recibirá -probablemente- el miércoles, a los principales referentes del Frente Progresista. La mesa política de la coaolición reiteró el pedido de audiencia para discutir varios aspectos derivados de la pandemia, como la situación de municipios y comunas, y el caso Vicentin. El oficialismo reprocha que el Frente quiera seguir imponiendo su agenda política desde la Cámara de Diputados, donde tiene mayoría; y advierte sobre actitudes de la oposición que no reconoce códigos y torna áspero el vínculo. Ello, en cuanto a lo exógeno. En lo endógeno, la administración también tiene sus avatares. No son pocos los que interpretan que la pandemia profundizó en el gobernador la manera centralista y personalista de ejercer el poder. Y ello repercute en el gabinete que literalmente no se reúne desde hace al menos un par de meses. La falta de entusiasmo en varios ministros por los contratiempos y liderazgos ejercidos, genera usinas de rumores sobre renuncias prácticamente todas las semanas. Quienes acompañan requieren de arengas y hasta gestos de contención. Y también, la construcción política que le permitió al peronismo recuperar la provincia. De lo contrario, terminará en dispersión.