La pandemia del Covid-19 afectó al 80% del sector educativo mundial, forzando las formas de enseñar, aprender y evaluar. Siguiendo las medidas de aislamiento social, se improvisaron escuelas de emergencia, que dejaron un amargo sabor pedagógico. Hacia adelante, y a pesar de las marcadas desigualdades, las instituciones tendrán un mismo desafío, recuperar lo más propio: el encuentro. Análisis de las estrategias durante estos meses y alternativas para el escenario escolar post-pandémico fueron ejes de un seminario virtual, organizado por la Usina Social y coordinado por el filósofo y ensayista Alejandro Katz.
Con procedencias distintas, pero con la misma preocupación, los especialistas abordaron los efectos del virus sobre la educación, enfatizando en la ruptura de tiempos y espacios de la escolaridad tradicional. Desde Estados Unidos, Fernando Reimers, investigador de la Universidad de Harvard, comentó los resultados de estudio sobre las distintas respuestas latinoamericanas a la crisis; desde México, Inés Dussel, historiadora de la Educación, discutió duramente el aprendizaje ubicuo; desde Argentina, Claudia Romero, doctora en Educación reflexionó sobre el funcionamiento de las clases en nuestro país; y desde España, Jorge Larrosa, profesor de Filosofía de la Educación en la Universidad de Barcelona, puntualizó sobre el funcionamiento institucional en época de crisis.
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Innovaciones
De acuerdo a los datos de su investigación, Reimers sostuvo que un doble impacto llegó con la pandemia (directo-académico e indirecto-socioeconómico). “Creí que era difícil aprender en este contexto, pero de las encuestas surgieron cosas muy interesantes y distintas”, dijo.
“La pandemia habilitó el espacio para la innovación y mejorar lazos con la sociedad civil. Si bien hay algunas mejores que otras, se crearon muchas estrategias que sería interesante recuperar para entender por qué se dieron y que las autoridades no se cierren sólo en las suyas”, sostuvo Reimers.
Desigualdades
En base a una investigación realizada sobre 150 escuelas de Ciudad y Provincia de Buenos Aires, Romero consideró que “la escolarización de emergencia no ha dado un salto cualitativo y, por el contrario, agiganta las desigualdades”.
“En estos meses, se generó una situación insostenible e insufrible. Los padres exigen el mismo tiempo que la presencialidad y en las escuelas aducen que están agobiados. El aprendizaje no es el mismo, sólo un tercio de la población estudiantil argentina tiene acceso a las tecnologías. La estrategia adoptada tiende a reforzar el ‘efecto cuna’, donde se sólo se sostiene el capital cultural heredado”, opinó Romero.
A su vez, manifestó: “Una vez más, generamos salidas interesantes cuando estamos contra las cuerdas. Hay que estudiar y poner a consideración la tamización de contenidos que hicieron los maestros. El desafío sobre el saber común, es encontrar el respeto y la integración sobre lo local y lo diverso. Hay una retórica de la igualdad, que es proporcionalmente inversa a la práctica de la misma, porque persisten debates primarios y faltan políticas que las lleven adelante”
Diálogos
Trasladar los edificios reales a plataformas virtuales, fue la respuesta automática del sistema a la pandemia. Bajo este eje, Dussel analizó lo que llamó “Hogarización de la escuela”: “El corazón de la escuela es el tiempo. Esta es una prueba de resistencia, en donde intentamos adecuarnos a las distintas velocidades que conviven en un mismo, grupo por medio de distintas modalidades, para tratar de llegar a todos. Ante la dificultad de organizar un lugar común, se implementó el ingenio para crear un ‘espacio-otro’. Por ejemplo, en Argentina fue ampliamente utilizado el WhatsApp en vez de incorporar plataformas, buscando sostener el lugar de la conversación”.
Como riesgo, Dussel situó a lo efímero y la falta de almacenamiento. “La escuela se sostiene desde tiempos atrás y lo seguirá haciendo. Debemos cuidar la calidad en el diálogo entre generaciones. Sin ello, quedará una escuela que todo el tiempo esté aprendiendo de nuevo lo mismo. Es necesario insistir en qué conversaciones se tienen, en la calidad de los intercambios”.
Contención
Larrosa habló de un mundo conflictuado por el coronavirus, y advirtió que lo que está en juego es la educación en ese mundo contrariado. “Como todas las instituciones, la escuela ha estado muchas veces en crisis. Pero estos momentos, ponen a la luz la escencia de las cosas. Obligado a pensar las ideas mismas, creo que la virtualización no es sólo una cuestión técnica, sino que también se refiere a los principios rectores del sistema y sus niveles; pero no es lo mismo que el aula, eso está claro”, dijo.
Por otro lado, comentó que en 2019 recorrió gran parte de Argentina para presentar su último libro. “En los viajes vi mucho el lema ‘defendamos la educación publica’. Creo que es necesario pensar este concepto y entender qué hacer para que la escuela sea más escuela. Debemos continuar la idea de que sea un lugar que nos contiene a todos, donde se discuten los asuntos públicos, para aprender a pensar por uno mismo pero en relación a los demás”, sostuvo.
Pensar a distancia
La conferencia pertenece a una serie de conversatorios y ciclos organizados por la Usina Social. Espacio para la deliveración sobre temáticas urgentes de este tiempo e inaugurado a fines del año pasado por el ex gobernador Miguel Lifschitz. El lugar para la producción de ideas, emplazado en barrio de Pichincha, se reconvirtió ante la pandemia, proponiendo un formato a distancia de discusión colectiva para problemáticas de interés común. Todas las actividades pueden ser revisitadas en su canal de Youtube.
6 vectores de cambio
Fernando Reimers se refirió a las transformaciones éticas y sociales que producen las pandemias a lo largo de la historia tomando dos casos contrapuestos: “la peste bubónica, produjo un descalabro en la edad medieval, dando paso al Renacimiento; la gripe española, llegada a Alemania al tiempo que se crea la República de Weimar, que terminó fermentando el nacimiento del nazismo”.
“La pandemia nos hace tomarnos en serio todo, porque se producen cambios muy fuertes. Tendremos que construir una escuela que nos ayude a pensar en sistemas, que ayude a interpretar. Es algo complejo de abordar, pero es inevitable tomar la responsabilidad que implican las decisiones para un mundo mejor”.
Para ello, citó 6 vectores a los que la escuela no puede ser indiferente para procurar un mundo mejor:
Cambio climático, donde la escuela no tiene todavía un papel activo.
Desigualdad económica creciente, concentración de la riqueza.
Enormes endeudamientos externos, especialmente en Latinoamérica y África subsahariana.
Crisis en instituciones democráticas, con ascenso del extremismo y la intolerancia.
Aumento de la polarización política y erosión de las normas que rigen en la sociedad.
Desarrollo de tecnología, que derivan en la pérdida de libertad individual en manos de la inteligencia artificial.