¿Existen conexiones cloacales clandestinas en los desagües pluviales de la ciudad que vuelcan sobre la laguna Setúbal? Esta es una pregunta que busca una respuesta certera, al menos desde finales del siglo pasado, cuando se realizaron denuncias en la Justicia al respecto y se sucedieron reclamos en el Concejo Municipal y cruces con el Ejecutivo.
Lo cierto es que cada inicio de temporada estival la Municipalidad encarga los estudios de niveles de contaminación del agua de la laguna al Instituto Nacional del Agua (INALI) para habilitar o no los balnearios. Y en muchas ocasiones dichos estudios arrojaron contaminación, lo que impidió la habilitación de ciertos balnearios. Lo que no se dice es si parte de esa contaminación es producto de la presencia de conexiones cloacales clandestinas.
En ese contexto, con la actual bajante histórica del río Paraná —descendió al pico de 0,48 m. en mayo— los desagües pluviales quedan más expuestos, a la vista. Esto también contribuye a la posibilidad de realizar inspecciones en su interior. Por este motivo, el concejal Carlos Suárez solicitó días atrás que se lleven a cabo dichas tareas, y sus pares del PJ también se manifestaron preocupados al respecto.
Cabe mencionar que aguas abajo de la Setúbal, en el río Santa Fe, se encuentra una de las dos tomas de agua de la ciudad (la otra está sobre el Colastiné) que abastece a la planta potabilizadora de Aguas Santafesinas, de barrio Candioti Sur, la que distribuye el servicio a los barrios santafesinos. Es decir que si los restos de materia fecal son volcados a la laguna, los mismos navegan aguas abajo por esa zona
Advertencia
Hace unos días atrás, El Litoral publicó una denuncia de una hidróloga —que además es vecina de la Costanera Oeste—, quien advirtió que “hay desagües activos en la Costanera cuando no llueve”, con lo cual presume que “se debe a conexiones clandestinas”.
“Relevé 7 desagües pluviales que están muy activos descargando líquidos a la laguna, que seguro provienen de conexiones clandestinas”, detalló María Angélica Sabatier, ingeniera en Recursos Hídricos, magister en Gestión Ambiental, y doctorada en Educación de las Ciencias Experimentales, quien vive en la zona. Son “los desagües pluviales que la bajante deja ver cómo descargan agua en forma permanente, llueva o no llueva, a lo largo de la costanera santafesina”.
Luego la especialista detalló que se trata de un problema “serio” porque se ve comprometida “la salud, así como el valor estético del espejo de agua, ese que debe invitar a disfrutar de la laguna, a no tener miedo de meter los pies o pegarse un chapuzón, nadar un rato sin miedo a tragarse un coli fecal, o dos. Sobre todo cuando el caudal baja y la concentración aumenta”.
De larga data
El problema no es nuevo. A fines del siglo pasado, una licenciada en Biodiversidad y profesora de Biología, Teresita Huerta, encabezó un reclamo al respecto que terminó en los estrados judiciales. Una investigación iniciada en 1998 determinó la contaminación bactereológica por materia fecal de la laguna Setúbal y “quedó confirmado que es producto de los conductos pluvio-cloacales, o sea que había conexiones clandestinas y, por lo tanto, presencia de materia fecal”, dijo la especialista en diálogo con El Litoral. “Es más, por entonces caminé el desagüe de Salvador del Carril por dentro y pude observarlo”, rememoró.
Archivo El Litoral del martes 26 de octubre de 1999. Una de las tantas publicaciones que mantuvieron el tema en la agenda pública a fines del siglo pasado.
El Litoral del martes 26 de octubre de 1999. Una de las tantas publicaciones que mantuvieron el tema en la agenda pública a fines del siglo pasado. Foto: Archivo
De aquella investigación se hizo eco el entonces concejal Darío Boscarol, quien realizó una presentación en la Justicia. El Litoral mantuvo el tema en la agenda pública desde sus páginas durante los años siguientes, en el comienzo del nuevo siglo. “Los santafesinos no podemos estar sometidos cada año a la misma vigilia se esperar saber cuántos excrementos hay en la laguna Setúbal para disfrutar de los balnearios”, decía Boscarol en las páginas del diario. Los titulares de la época eran: “Aconsejan no bañarse en la Setúbal” (23/10/1999), “Los grandes conductos pluviales siguen contaminando la Setúbal” (26/10/1999), “Contaminación de la Setúbal, entre el silencio y la indiferencia” (13/2/2000), y “Deberán relevar y cegar los desagües clandestinos sobre la laguna Setúbal” (5/7/2001), entre otros. Luego hubo un impasse y volvió a estar en el tapete en 2006: “Respuesta del municipio sobre la contaminación en la Setúbal” (11/5/06).
El fallo del juez en lo Civil y Comercial de la 4ta. Nominación, Claudio Bermúdez, confirmó “en un 50 por ciento que existen conexiones”, recordó Huerta y “le dio un tiempo a la Municipalidad para que lo corrija”. Aquel fallo fue apelado por el Ejecutivo municipal y tras ser analizado por la Cámara fue ratificado, sin hacer lugar al pedido del gobierno local. Sin embargo, “quedó en claro que nunca se hizo nada y los desagües siguen contaminando”, advierte hoy Huerta, que ahora está jubilada, tras ejercer la docencia en la Facultad de Arquitectura de la UNL y el Instituto Terciario Alte. Brown.
Por último, las declaraciones de Huerta en un artículo publicado el 5 de diciembre de 2001 mantienen una clara sintonía con los dichos actuales de la ingeniera Sabatier: “Como de costumbre, a pesar de no haberse registrado precipitaciones desde hace unos cuantos días, la salida del líquido (por el desagüe pluvial hacia la laguna) es continua y permanente”.