El martes concentró dos novedades políticas relevantes en Santa Fe. Al mediodía del 7 de julio, luego de más de medio año de gestión, el gobernador Omar Perotti recibió al principal partido de la oposición, el Frente Progresista, Cívico y Social; y unas pocas horas después, cenó con los senadores provinciales del justicialismo, sin distinguir entre sus líneas internas.
Para ambos casos fue la primera vez, porque si bien el titular del Poder Ejecutivo Provincial ya había tenido contactos institucionales con el ex gobernador Miguel Lifschitz, así como con los jefes políticos del radicalismo, nunca antes había convocado a la alianza que ganó las elecciones de diputados provinciales y ahora domina esa Cámara.
Y lo mismo cabe para el asado que, por la noche y con larga sobremesa, ofreció a los senadores peronistas que mantienen -desde hace décadas- la mayoría en la Cámara alta. Antes del “supermartes 7”, Perotti había preferido reunirse por separado con cada línea interna del bloque Juan Domingo Perón de senadores. Así lo indicaba la realidad de esa bancada y en favor de ese quiebre había trabajado el propio Ejecutivo durante los primeros meses del año, sin lograrlo. (También se ilusionó con poner alguna cuña entre radicales y socialistas en Diputados, con idéntico resultado).
Siguen las novedades de aquel día: por primera vez el gobierno santafesino no habló con la oposición sobre el pasado. Nadie dice que las cuentas sobre el déficit estén saldadas o que haya acuerdo sobre aquellos números de la transición, que hoy puede decirse que comenzó durante la mitad del último año del gobierno anterior y desbordó durante todo el primer semestre, del primer año de Perotti.
Con socialistas y radicales (la delegación era numerosa) el Ejecutivo habló de las urgencias del presente. Con el bloque de senadores del PJ, en cambio, el rafaelino pudo volver al que ha sido su tema favorito en estos siete meses: el pasado, la herencia. El gobierno nacional no ha hecho de éso un lugar común en su discurso, seguramente al admitir la profundidad de la crisis que le impuso la pandemia. Sin embargo, en la Santa Fe “en sintonía con la Nación” ha ocupado el centro del debate desde hace un año. Los santafesinos pagaron
Más tarde, durante la noche, a Perotti se lo invitó a hablar del futuro. De política partidaria, de las estrategias del PJ, del armado electoral y de los roles de cada actor del peronismo santafesino, en un asado que contó con casi todos los senadores justicialistas: tanto los que sin medias tintas forman filas en favor de los proyectos de la Casa Gris y jamás critican en público, como con los que sostienen su identidad en el Nuevo Espacio Santafesino (Nes) que les permitió construir la fórmula gubernamental ganadora y que no ocultan su decepción en ciertos aspectos del gobierno. En especial, con los números de la inseguridad y el mal humor social creciente en el interior, más allá de las desventuras autocumplidas de los audios del ministro, que ya no dan ni para un Sain(ete).
Los senadores peronistas suman 12 de las 19 representaciones que ya demostraron su eficiencia en los Comité de Emergencia, al coordinar el trabajo con Salud y Desarrollo Social, ministerios elogiados por el oficialismo de la Cámara alta ante el gobernador.
Más allá del contexto que aflige a todos, los invitados le hablaron a Perotti del futuro. Y de la necesidad de no perder de vista que necesitan contar con un proyecto político provincial. El tema atrae al gobernador, pero define poco y 2021 no queda tan lejos.
Aunque cuesta pensar el futuro por la nubosa densidad del presente, que cubre casi cualquier perspectiva, la actividad política necesita proyectar. Los sueños sobre el futuro se calman, por ahora, con reuniones que funcionan como ansiolíticos para no sumar más angustias a las que impone una realidad global e imperativa.