La educación superior suma historias en medio del coronavirus
"Me recibí en casa y en pantuflas": de la facultad 2.0 al egreso en plena pandemia
Gentileza La captura de video muestra el momento en que Bourquen finalizó su defensa del proyecto final de carrera, y los docentes le realizaban la correspondiente devolución.
“Todavía no caigo. Imaginate, recibirme en esta situación (de pandemia), en mi casa y en pantuflas. Así fue. La defensa pública, la instancia final fue así, en la comodidad de mi casa, sola y delante de la computadora. Y lo raro fue todo eso; tenía la cabeza puesta en ver a mi familia y seres queridos, además de los nervios de terminar con la carrera”. Natacha Bourquen (31), santafesina y de barrio María Selva, es flamante Ingeniera Civil. Egresó de la UTN Santa Fe el 26 de mayo y sí, en medio de una pandemia sin precedentes históricos.
Sus pantuflas son apenas un elemento anecdótico, pero que en una pequeña medida representan la nueva época que corre: se recibió desde su hogar, defendiendo su trabajo final delante de una computadora, en forma virtual y delante del jurado examinador. Es que la educación superior ha debido readaptarse para seguir dando clases, y esa “mudanza” -sin posibilidad de las clases presenciales- se hizo hacia plataformas digitales que permitieran continuar formando alumnos, para que no discontinúen sus trayectos educativos ni abandonen sus carreras.
El celular de Bourquen sonaba y sonaba, antes, durante y después de que se recibiera. Como todo pasaba por la vía virtual, su principal temor era que le fallara internet durante el examen final. “Previo a la defensa pública final, hicimos una instancia evaluadora de prueba con los docentes. Eso me dio más seguridad: nos cercioramos de que haya buena conexión”, relata, en diálogo con El Litoral.
El caso de la joven ingeniera es sólo uno entre muchos: en lo que va del año, la facultad regional está llegando a los 20 graduados que se recibieron en plena pandemia, asegura a este medio decano de la UTN Santa Fe, Ing. Rudy Grether. Hay nuevos profesionales de las ingenierías, otros de posgrado y también de pregrado o tecnicaturas.
Gentileza Un cuadro para la foto con la flamante Ingeniera Civil, tras recibirse, en un festejo íntimo con sus familiares.
Un cuadro para la foto con la flamante Ingeniera Civil, tras recibirse, en un festejo íntimo con sus familiares. Foto: Gentileza
La defensa final, pública y on line
En la defensa final, Bourquen expuso su proyecto final de carrera (que debe presentarse una vez están aprobadas todas la materias y las prácticas supervisadas ya hechas). Se transmitió por una plataforma virtual y estuvieron presentes, del otro lado de la pantalla, los miembros del jurado examinador: tres docentes evaluadores de la Cátedra Proyecto Final, el decano de la facultad regional y el director del trabajo final de la joven profesional, el Ing. Jorge Ramoneda.
Pero al ser una defensa pública y transmitida, fue presenciada por unas 45 personas invitadas: “Mi familia, amigos y compañeros, e incluso gente que no conozco”, cuenta la flamante ingeniera. Su trabajo final se titula “Intervención de la rotonda partida ubicada en la Ruta Nacional A007, acceso a los barrios Varadero Sarsotti y Centenerio”. En síntesis, analizó la posibilidad de mejorar la comunicación en ambos distritos del suroeste de esta capital.
La situación de pandemia la afectó, como a todos. “Mientras terminaba mi trabajo final, veía las noticias sobre el coronavirus. Pero ante toda situación, fue clave el estímulo académico que recibí de parte de mi director del proyecto final, para que me presentara en la mesa de examen”, agradece la ingeniera.
Bourquen trabajaba en una empresa constructora, pero recibió el telegrama de despido el 20 de marzo. Estaba en su período de prueba: “La cosa ya venía mal previo a la pandemia. Ahora la situación está complicada para encontrar trabajo, es cierto... Es ver clasificados todos los días, consultar a mis compañeros a ver si surge alguna oportunidad. Pero no hay puestos de trabajo a ocupar, no hay oferta. Es cuestión de esperar a que pase y se active la economía. Yo no bajo los brazos”, dice con entusiasmo. En el mientras tanto, fue invitada para ser codirectora de un proyecto final de carrera.
Readaptación académica
“Hay cosas que llegaron para quedarse”, le dice a este diario Rudy Grether. En la facultad regional se debió pasar de la presencialidad a la virtualidad sin escalas. Allí se suspendieron todas las actividades académicas presenciales antes de la declaración del aislamiento social, preventivo y obligatorio, que ocurrió el 20 de marzo. ¿Pero cómo fue el proceso de “mudanza inmediata” hacia lo virtual? La clave fue el Campus Virtual de la UTN.
“Esta plataforma permite hacer un seguimiento de los alumnos: allí se suben actividades, hay posibilidad de hacer algunas evaluaciones, se pueden realizar foros de discusión. Previo a la pandemia, el lugar de comunicación entre los docentes y alumnos era el campus, con trabajos prácticos, algún coloquio y todo lo que es documentación académica, apuntes y lecturas recomendadas. Con el coronavirus, este espacio se consolidó”, explica Grether.
Pero en un principio, el campus no era para dar clases virtuales. Apareció así el desafío de habilitar las cátedras. “Se llegó a un consenso y la mayoría del cuerpo docente usó como plataforma para las clases virtuales a Teams, de Microsoft (plataforma de comunicación que combina chat, reuniones de video, almacenamiento de archivos, integración de aplicaciones y transmisiones en vivo). Se crearon aulas y equipos de trabajo, y se empezaron con las clases, con cámaras y compartiendo pantalla”, amplía el decano. La UTN paga la licencia de Microsoft, y todos los programa son legales.
Por el acuerdo de la facultad con esa multinacional de software, lo que se debía hacer era que cada alumno (y cada docente) tuviera una cuenta de correo electrónico con el dominio de la facultad (@frsf.utn.edu.ar). “Generamos 3.000 cuentas de correo nuevas y se crearon 400 equipos de trabajo, que son como cátedras en Teams. Eso significó un trabajo muy fuerte”, agrega Grether.
Hoy, el 99% de las cátedras está funcionando virtualmente por esa plataforma, y un 90% de los alumnos utiliza ese espacio virtual legal. Por otro lado, a la conocida plataforma Zoom la usan algunos docentes para dar sus clases. Pero esa herramienta dio algunos dolores de cabeza, porque se detectaron problema de seguridad y hubo varios hackeos.
La virtualidad: ventajas
Además de tener el máximo cargo directivo, Grether es docente de Ingeniería Civil. Da clases en dos cátedras: Tecnología de los Materiales (2° año) y Diseño de Estructuras, que está sobre el final de la carrera y es optativa. Como profesor, relata su experiencia: “Doy clases desde la comodidad de mi oficina; comparto pantalla, muestro ejemplos, fotos, videos... Se puede trabajar con un puntero y se pueden hacer acotaciones, entre muchos otros recursos, que en el aula física no pueden realizarse”.
En la cátedra del 2° año tiene 70 alumnos. “Y con las clases virtuales los chicos ven todo. En una clase presencial, con un ‘cañón’ como único recurso didáctico, no pueden observar bien: el alumno que está al fondo del aula no ve con la misma nitidez, y se pierde muchas cosas. Entonces, la virtualidad es un aspecto positivo en este sentido”, pondera.
En todo este contexto de pandemia y con las clases presenciales impedidas, la facultad regional pasó una prueba de fuego: la toma de exámenes en modo virtual para todo el turno de mayo (también el turno de julio se hace virtual). En el turno de mayo “se anotaron unos 800 alumnos, y de éstos hubo un porcentaje de ausentismo del 30%. Además, el porcentaje de aprobación fue del 50%”, puntualiza Grether.
Pero para que esos números digan algo, deben compararse: “Los cotejamos con lo que ocurrió en el turno de exámenes de mayo del año pasado, presencial y sin pandemia sobre nuestras espaldas. En ese entonces, para el examen se anotaron 900 alumnos; el porcentaje de ausentismo fue de un 20%, y el porcentaje de aprobación fue de casi el 50%. Es decir, los guarismos de un período y de otro son muy parecidos, en modo virtual y en modo presencial”, dice el decano.
Aquello que lo virtual no puede reemplazar
La dificultad que se plantea es con la parte práctica, es decir, los laboratorios y talleres. “Hay cuestiones que la virtualidad no puede reemplazar”, admite Grether. De momento, en esas prácticas -de la cátedra Propiedades de los Materiales- se proyectaron videos sobre ensayos, porque esas clases prácticas estaban filmadas de antes.
Entonces, “están quedando algunas actividades a resolver. Sí retornamos en el segundo cuatrimestre, sería con los debidos distanciamientos y medidas de seguridad, y con grupos más pequeños de alumnos para hacer la parte práctico-experimental de forma presencial. Topografía y geodesia (otra materia de Ingeniería Civil) es otro caso -pone como ejemplo el decano-. Es imposible hacer estas prácticas en modo virtual: los chicos deben manejar un teodolito, un nivel, hacer trabajo de campo”. Aquí la virtualidad cae en saco roto.