Todo este proceso de readaptación “no fue un camino fácil; hubo que poner mucha buena voluntad y creatividad, y destaco el esfuerzo que hicieron los docentes, personal no docente y alumnos. Nos gusta decir que nunca dejamos de dar clases: lo que está cerrado es el edificio, no la facultad. Se siguió formando ingenieros”, resalta Grether. Pero, ¿cómo se piensa la facultad respecto de lo que viene, es decir, la posibilidad de volver a la presencialidad?
En el 1° y 2° año está la mayor cantidad de alumnos. Hay cursos de 30, 40 y hasta 70 chicos. Luego viene un desgranamiento: en 5° año, por ejemplo, hay cursos de 20 estudiantes. Pensando en el regreso a las aulas, nada será igual: “Yo, como docente, no puedo volver a tener 70 chicos en un aula. Sí, por ejemplo, 10 ó 15 alumnos, con el distanciamiento social correcto y todas las medidas de seguridad”.
Pero eso obligará a reprogramar las comisiones. “Si tengo una comisión de 70 alumnos, tendré que pasar a tener 4 ó 5 comisiones de 15 alumnos. Y ahí aparecen los tiempos de cada docente, el espacio físico disponible, y muchos otros factores. Por lo tanto, probablemente las clases teóricas seguirán en modo virtual. Y quizás la parte práctica de laboratorio volvería a ser presencial, con grupos reducidos. Todos estos factores son los que vamos evaluando para lo que viene”, concluye Grether