“El Corcho no estaba bien en los últimos tiempos. Recibir la cantidad de llamados que recibí por la muerte de mi viejo es algo que, en el peor momento y con la peor noticia, a uno lo hace sentir bien. Así era el Corcho...amigo de sus amigos”, cuenta su hijo, el conocido ex futbolista Cristian Favre, que integra en Santa Fe la exclusiva galería de los que se pusieron las dos camisetas en esta ciudad: Unión y Colón.
“Hijo del famoso “Chano” Favre y Esther Bustos, con un hermano que vive en Santa Fe: el “Tito” Favre. Dos matrimonios, del primero mi hermana mayor y yo; en el otro, otros tres hijos en Rafaela”, ensaya el querido “Gringo” que dirige desde hace tres años a Mitre de Esperanza.
—¿Qué primer recuerdo es el que se te viene rápido, “Gringo”?
—Mirá, el “Corcho” trabajaba en Rafaela en un banco. Entonces, con toda la ilusión, yo lo esperaba en casa. Venía, se cambiaba y nos íbamos a patear a Mitre. Era un obsesivo con el tema de perfeccionar la pegada, yo simplemente lo miraba. Y lo admiraba. ¡Cómo le pegaba! (hace un silencio...) Y no lo digo porque era mi viejo.
—¿Vos solo eras espectador del “Corcho” ?
—De vez en cuando me dejaba patear...jajaja
—A la fórmula de la pegada se la llevó el “Corcho” al Cielo. Te cuento algo que hacía: en los ángulos del arco colgaba cubierta de autos y la pelotita tenía que entrar ahí. ¡Y la metía...un animal!. Era quedarse todos los días tres horas pateando: hasta las 8 de la noche. Después, con una “Pulpito” hacíamos jugadas y torneos de cabeza.
—Goles en todos los clubes y de todos los colores
—Sí, después fue DT también. Me acuerdo de Sarmiento de Humboldt, también fue DT en Angélica. Pero, finalmente, por el tema de la presión tuvo que dejar. No le quedó otra que largar.
—Detrás de esa pegada artesanal del “Corcho” Favre se escondía todo un personaje...
—Tal cual. Mirá, el “Corcho” vivió como quiso, fue y vino. Las noches largas de pócker con los amigos, infaltable la ginebra con Coca, un tipo extraordinario. Alguien de muchos códigos con sus amigos. Y después en el debe...¿quién no deja un debe en esta vida?. Se fue de casa, me enojé un tiempo y estuvimos sin hablar por esas cuestiones familiares, pero lo voy a recordar bien toda la vida.
—Dicen que eso se llama “evolucionar”, Cristian...
—Es que era querible, de buen humor siempre. En su final, estaba mal y siempre te daba aliento. Todos los domingos hablábamos: él de de “su” River y yo de “mi” Mitre de Esperanza, donde estoy dirigiendo hace tres años. ¡Siempre a las puteadas contra Boca, viejo loco!.
—¿Algo que recuerdes de esa “barra eterna” de amigos?
—Todos los 21 de septiembre se juntaba, de manera infaltable, con los que terminaron el secundario. Ahora, en su desenlace final, pidió los teléfonos de “Chano” y “Toto” —dos de sus amigos— para hablarles a modo de despedida.
—El “Corcho” usaba 39. Era zurdo, neto y nato. La derecha ni para caminar....
—Me decías que te llamó gente de todos lados...
—Fue impresionante, no paraba de sonar el celu. ¡Y te contaba tal gol de tiro libre o esos goles olímpicos!
—¿Lo viste jugar a tu viejo?
—Me acuerdo especialmente de un partido, ya estaba viejo y le pegaba como los Dioses. La ponía donde quería.
—Arrancamos este tributo con una anécdota Cristian...Terminemos con otra anécdota del “Corcho” Favre
—Vos sabés que dentro de tantos llamados, historias y anécdotas, me llamó alguien que lo conocía muy bien y había jugado con el “Corcho”
—Que una sola vez, un arquero lo cagó: ¡decidió no armar barrera!. Entonces, el “Corcho” se enloqueció esa tarde al no tener la referencia habitual.