El nombre Julia está en mi familia y es una tía, la tía Julia, la hermana más grande de la familia de mi viejo, la que crió a todos esos desbordados muchachos a quienes la muerte de su madre (María Julia Garcilaso y de su padre, Don Teodoro Acosta) dejó primero a merced de los curas del Colegio San José, como internados, de donde se fueron con más vidrios rotos que buenas costumbres adquiridas. Después la vida, que los alcanzó.
Me salvé del nombre porque había primas, que siguen siendo entrañables, ya había Julias en mi generación, que se llaman así por esa tradición y porque mi vieja, con ese hábito anarquista sostuvo que era mejor Raúl, que tenía menos santos y menos compromiso y que, a la postre, era el nombre de mi padre. Se coló el Emilio, el otro abuelo.
Julia es, entonces, un nombre venerado, al que mi viejo mentaba como la que verdaderamente le enseñó a no mentir o, al menos, a hacerse cargo.
El nombre Julia también es el de Vargas Llosa. Es el de una canción pop de alguien, el recuerdo es vago, que le cantaba a una Julia. Uno, uno mismo tuvo alguna Julia entre los ojos y el deseo.
“¿Qué significa el nombre Julia? Julia es la versión femenina de Julio. Se trata de un nombre de origen latino cuyo significado es ‘la que está consagrada a Júpiter’. Otros autores defienden otro origen etimológico, según el cual el nombre de Julia podría interpretarse como ‘la de cabello suave y lleno de juventud’”. Wikipedia.
Los sistemas de información de las redes son sensacionales. Eso es Julia que, como se advierte, no es nada. El 15 de julio es Santa Julia y, con el debido respeto y perdón en indulgencias, no me dice nada.
Los nombres no revisten otro carácter que el “identificatorio”. Después cada quien le pone la cargazón de sus respectivas emociones. El nombre es una puerta que identifica y las puertas son distintas para los recuerdos, las nostalgias, las vidas vividas con ese nombre.
Tengo un amigo del alma que tiene ese nombre como el de la única mujer de su vida, por la que pasaron y pasan muchas. O lo miro yo de tal modo y quizás para él no. Nosotros somos únicos e irrepetibles, también intransferibles y me imagino que su Julia es, según los gestos que vi entre ambos, la primera mujer, pero tal vez no llegue a tanto o sea simplemente diferente. Todo es imaginación en los recuerdos.
La peste en mi pago trae esas cosas, la ubicación de recuerdos propios y cercanos, casi pertenecientes a la mismísima vida y tal vez sea así y esta reclusión sirva para ubicarme, acomodando anaqueles en la cabeza, con las cuestiones que no se fueron y, por tal razón, se convierten en mayores.
De una poesía hecha canción por Paco Ibáñez y su voz de fumador, una frase baila y baila: “que yo aún estoy en el camino…”, referida a consejos el poeta se justifica ya que no puede arrullar, ni ofertar el regazo, porque se encuentra andando y le aconseja andar, es decir estar en el camino donde no nos encontramos sino que andamos y, si el andar es el encontrarse, eso es otra cosa. Difícil. Cada uno a su velocidad y en su momento.
La peste trajo a Paco Ibáñez, ese vinilo recauchutado en el Sound Force (3) por mí, desde donde Goytisolo explica, ya en formato MP3, a su hija Julia que la vida es andar y en ese camino encontrará lo que se pueda, porque la poesía a la que me refiero no es esperanzada, sino que indica que es necesaria la obtención de esa esperanza. Es un trabajo.
En fin, después de 110 días de cuarentena la esperanza también puede ser un viejo vinilo a todo volumen, cantando a la desesperanza. Ah… la versión valedera es la de Paco, no las otras. Cuestión de primera versión o versión original. Desesperanza original tal vez.
“Tú no puedes volver atrás/ porque la vida ya te empuja/ como un aullido interminable./ Hija mía es mejor vivir/con la alegría de los hombres/que llorar ante el muro ciego./Te sentirás acorralada/ te sentirás perdida o sola/ tal vez querrás no haber nacido./Yo sé muy bien que te dirán/ que la vida no tiene objeto/ que es un asunto desgraciado./ Entonces siempre acuérdate/de lo que un día yo escribí/ pensando en ti como ahora pienso./ La vida es bella, ya verás/ como a pesar de los pesares/ tendrás amigos, tendrás amor./Un hombre solo, una mujer/ así tomados, de uno en uno/ son como polvo, no son nada / Pero yo cuando te hablo a ti /cuando te escribo estas palabras /pienso también en otra gente. /Tu destino está en los demás /tu futuro es tu propia vida / tu dignidad es la de todos. /Otros esperan que resistas / que les ayude tu alegría /tu canción entre sus canciones. /Entonces siempre acuérdate / de lo que un día yo escribí /pensando en ti / como ahora pienso. /Nunca te entregues ni te apartes /junto al camino, nunca digas /no puedo más y aquí me quedo. /La vida es bella, tú verás /como a pesar de los pesares / tendrás amor, tendrás amigos. /Por lo demás no hay elección /y este mundo tal como es /será todo tu patrimonio. / Perdóname no sé decirte /nada más, pero tú comprende /que yo aún estoy en el camino. /Y siempre, siempre acuérdate /de lo que un día yo escribí /pensando en ti, como ahora pienso”.
Cuando, por Paco Ibáñez, llego a la canción “Palabras para Julia” en aquellos años ’60, donde habíamos encontrado otro modo de la libertad y de la igualdad de sexos, que luego se perdiera con los milicos (retrocedimos tanto…perdimos tanto… recordamos tanto…) entiendo la canción como lo que es, un padre (José Agustín Goytisolo) que le escribe a su hija diciéndole que siga en la lucha, que ese es el objetivo (“tú no te puedes volver atrás, porque es la vida la que empuja, como un aullido interminable…”.
La pandemia pone las cosas en otra dimensión, elijo protestar de tal modo, como un aullido interminable. La peste es provocativa pasando los 100 días de cuarentena. Ahora lo advierto.