Desde sus distintos roles de actor, director y formador de actores, Sergio Cangiano lleva muchos años vinculado a la actividad teatral. Recorrió todos los géneros, pero encontró en la comedia un ámbito que le permitió una conexión intensa con el público santafesino. Desde su punto de vista, el teatro ya venía con altibajos en los últimos años, con menos gente en las salas y en los talleres (“en 2019, si tenías treinta personas en el público, era un éxito. Yo tenía talleres de 25 ó 30 personas y se transformaron en talleres de 15 ó 12 personas”, manifestó). Y la pandemia agravó la situación. “Se cortó todo, pero veníamos acostumbrados a la escasez. No es que pasó de golpe, estábamos habituados".
En un momento que predispone a la reflexión, Cangiano aceptó dialogar con El Litoral y aportar su visión respecto al presente y las perspectivas del teatro.
—¿Le pudiste dar una continuidad a tu trabajo a través de lo virtual?
—No se pueden hacer clases de teatro on line. Si, por ejemplo, de actuación frente a cámara, porque el alumno puede estar frente al teléfono o la computadora. Eso es lo que hice, centrado en rostro y voz. Después, se me ocurrió hacer un taller de radioteatro, donde trabajamos solamente con la voz. El teatro es presencia, si no es presencial no existe. Es tridimensional. Hay una energía diferente. Lo demás es imagen, que es otra cosa. Hice el taller de radioteatro y ahí me convocó Quique Mailier para el radioteatro de LT9.
—Es interesante ver como un formato que estaba algo relegado vuelve a ocupar un rol preponderante.
—Una vigencia. Cambió el formato, antes los radioteatros eran largos, de una hora. Ahora tenemos que achicar ese formato y habituarnos a estos nuevos tiempos. Ahora no hay tanto tiempo como antes para quedarse escuchando algo. Con el taller de radioteatro estoy muy contento. Y con el taller de actuación frente a cámara también. Estoy trabajando con eso.
—Desde tu punto de vista, en este momento en que están restringidas la posibilidad de realizar funciones con público, el teatro está en pausa.
—Está pausado. Hay un protocolo para hacer talleres, pero con un límite en la cantidad de gente. Tengo previsto empezar con cinco alumnos, cuyas edades que van desde los 18 a los 50 años, con cuadrados de dos metros por dos metros, donde cada actor tiene que estar separado. Entonces se va a trabajar un teatro y un conflicto dramático a la distancia. No va a haber encuentro entre actores. Nosotros hicimos con Fernando Belletti (la obra teatral) “Las esperadoras” por streaming, en una de las primeras funciones que hizo el Ministerio de Cultura de la provincia, y no nos tocamos en ningún momento. Los dos personajes están lejos, por eso pudimos hacerlo. Después, en el ciclo, vinieron monólogos y unipersonales. Es complicado encontrar obras donde la gente no se toque.
—¿Se puede hacer teatro con tantos condicionamientos?
—Todo se puede. El teatro está más allá de nosotros. El teatro se hizo en trincheras, en sótanos, en garajes. El teatro sobrevive como la música, sigue existiendo. Hay un tiempo en que los teatristas reflexionamos, por ejemplo cuando ensayamos una obra. Pensamos los personajes, los objetivos, la puesta, la producción. Esta continua reflexión que nos ha dado la pandemia es volver a pensar sobre lo que uno está haciendo y hace. Los aciertos y los errores que tenemos respecto a esta actividad. Yo veo siempre el vaso medio lleno. Creo que todo es un aprendizaje para bien. No solamente en el teatro sino en cualquier actividad. Esto nos está haciendo aprender muchas cosas. Me acuerdo que antes del Covid 19 había alguien engripado y tomábamos mate igual. Y ahora nos enteramos que hay miles de personas que se mueren por gripe. No teníamos conciencia de eso, había desconocimiento y descuido. Es como que ahora el Covid nos alertó que el otro está indefenso, que podemos afectarlo sin querer. Eso es un aprendizaje. Creo que el barbijo llegó para quedarse.
—¿Cómo pensás que van a ser las funciones teatrales en el futuro?
—La gente se va a cuidar más. De todas maneras, en el teatro es difícil que los espectadores se sienten uno al lado del otro. Se sientan así por una cuestión de que no hay más espacio, pero siempre buscan que haya una butaca desocupada al lado. Está en nuestra naturaleza humana cuidarnos, no amontonarnos. Me asusta más lo que pueda llegar a ocurrir con las hinchadas de fútbol o los grandes recitales. Se va a transformar el mundo y no solamente a nivel artístico. Hoy toda Europa está planteando un cambio bastante progresista para ponerle más atención a lo comunitario que a lo individual. Creo que hay un cambio de mentalidad y de sistema.
—Y las artes escénicas reflejarán todos esos cambios.
—Yo, por ejemplo, voy a trabajar sobre el conflicto de la distancia y la soledad, temas que volvieron a tener énfasis. Hay temas que van a volver a salir que tal vez no estaban. Y después lo de las redes sociales es tremendo, creo que va a estar presente en todas las obras. Hoy vas a ver una obra en la que no hay teléfonos celulares y ya es de época.